La rentabilidad de "convencer a los convencidos" en el #votojoven




Rubén Weinsteiner

Mucho se habla en marketing político de convencer a los convencidos, pescar en la pecera o cazar en el zoológico.

La sola enunciación de esta frase pareciera remitir a una pérdida de tiempo, a un desgaste innecesario en término de economía de fuerzas, y en casi todos los casos es presentado con una ponderación absolutamente negativa hablarle a la propia tropa.

La idea instalada es que “hay que hablarle a los de afuera”, “los de adentro ya están”. Sin embargo en los segmentos jóvenes, la rentabilidad de hablarle a la propia tropa es alta.

La convicción puede mover subjetividades en los fluctuantes.
Voto duro mensaje evangelizador. El discurso interpela a los propios, al antagonista y al votante “independiente”, “apolítico”, “fluctuante” o “desideologizado”, el que con sus vaivenes define resultados electorales y destinos nacionales. Hay que hablarle a los propios pero hay que tener en cuenta a este segmento con un discurso menos político 
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Uno puede intentar esmerilar, hacer entrar en contradicciones, colonizar subjetividades en los márgenes del adversario, digamos un 4% por derecha, un 4% por izquierda, pero abordar en una campaña electoral, el voto duro y puro del adversario, es muy costoso en términos de economía de fuerzas y genera beneficios extremadamente bajos. No así fuera de la campaña, donde un trabajo de mediano plazo, puede lograr resultados interesantes limando el núcleo duro del espacio opositor.

Las operaciones que apuntan a lo que se llama "convencer a los convencidos", resultan fundamentales en los segmentos jóvenes tanto en campaña como fuera de ella. La consolidación del espacio propio joven, no solamente fortalece a la agrupación, sino que se mide con la entropía natural de la misma, el espacio es una marca, y como toda marca se gasta. El trabajo de convencer a los convencidos jóvenes funciona como la homeostasis indispensable para atravesar las diferentes crisis, y la dureza del votante joven evangelizadora y amplificadora hacia adentro del #votojoven.

Esta consolidación del propio voto dentro de los segmentos jóvenes, de cara a un sujeto de elección naturalmente intenso, dinamico, activo, y evagenlizador, solidifica la plataforma continente de jóvenes que buscan y aún no han encontrado.

Lazarsfeld planteaba al término de la segunda guerra mundial que " Por lo que respecta al número de votantes , la propaganda de la campaña resulta no tanto en la ganancia de nuevos adherentes como en la prevención de la pérdida de los votantes ya inclinados de manera débil, favorablemente."

Joseph Klapper (1960) publicó The Effects of Mass Communication, donde exponía su tesis de que los medios más que tener el poder de forzar cambios en el comprotamiento y en las actitudes de los electores, reforzaban las disposiciones preexistentes. Los mecanismos con los que fundamentaba el proceso de "refuerzo" eran la exposición, percepción y retención selectivas.

El sujeto de elección tienen desarrollado un mapa interno, con coordenadas más o menos claras, donde el costo del cuestionamiento de esas coordenadas es alto. Por eso las personas desarrollan un proceso de homeostásis, priorizando los mensajes que están en consonancia con las propias creencias.

Esto quiere decir que las personas no cambian? Desde ya que no. Mucho más los jóvenes, con una labilidad en el sistema de preferencias que nos permite operar de manera amplia y eficaz.
Pero la matriz tiene que ver con la exposición selectiva a los mensajes y base emotiva alineada con la cancha interna.
El proceso de retención selectiva, es muy similar al de la percepción selectiva. Las personas tienden a recordar más las cosas que están alineadas con sus predisposiciones.

Los conceptos de exposición, percepción y retención selectivas ya habían sido planteados en la teoría de la disonancia cognitiva de Festinger (1957). Dicha teoría fue la má importante de las llamadas "teorías de la consistencia", que sostiene que los individuos tratan de mantener sus actitudes, creencias y comportamientos alineados. Cuando las personas se dan cuenta que alguno de estos tres elementos no es consistente con los demás, experimente un estado de incomodidad. Este estado es desagradable para la persona, por lo que trata de eliminar la inconsistencia.

Tomemos la situación de Menem en 2003 cuando Menem ganó la primera vuelta y no podía ganar la segunda porque tenía un piso alto pero un techo muy bajo, con una imagen negativa del orden del 65%. El voto a Menem, era un voto absolutamente blando, no era un voto comprometido, no era militante, era un voto que resultaba difícil alimentar y endurecer, porque no era un voto reptiliano, no estaba atado a un reason why emocional, no era profundo, tenía que ver más con la necesidad y la fantasía que con el deseo, estaba conectado a sensaciones muy lábiles y desprovistas de cenestesis, sin mitología necesaria, liturgia, etc. Y fundamentalmente era un voto mayor de 36, los jóvenes no los votaban.

Necesidad, fantasía y deseo:

El voto entre los jóvenes se endurece a través del deseo, la necesidad y la fantasia son constituyentes débiles del sistema de preferencias del #votojoven.

Cuando un taxista nos dice, "hay que rajar a todos los extranjeros" o un mozo tira un "hay que matar a todos los pibes chorros", esas expresiones tienen que ver con la fantasía o la necesidad.
Una fantasía es un deseo que uno no piensa llevar a la realidad. Pegarle una trompada al jefe es una fantasía que realizarla puede costar caro, como tener una aventura con la cuñada. La necesidad consiste en decirle a un amigo que uno le pegaría una trompada al jefe o que tendría algo con la cuñada. Pero para que esa fantasía y esa necesidad se transformen en deseo, la persona tiene que estar dispuesto a asumir los costos.

El sistema de preferencias en el voto joven se estructura a través del deseo, y no de la necesidad ni de la fantasía. En los mayores puede funcionar como motor el combo necesidad-fantasía, por eso Trump ganó entre los mayores y perdió entre los jóvenes.
Un candidato que dice "vamos a deportar a todos los inmigrantes" quizás llame la atención, y entre los mayores coseche votos, pero los jóvenes a la hora de estructurar deseos, se preguntarán "de verdad quiero que deporten a los inmigrantes?"

Tomemos el caso de la década de los sesenta en la Argentina, y observemos la interacción entre elos jóvenes hijos de familias peronistas y los jóvenes de familias antiperonistas, donde la dureza de un peronismo proscripto, atrajo a los hijos de los no peronistas de clase media y los hizo peronistas. La dureza del voto no solo garantiza el voto de los convencidos, sino que trackea en la batalla del día a día, del boca a boca, resiste embates comunicacionales, los enfrenta, se moviliza en forma directamente proporcional a la dureza, y como vimos en el ejemplo de estos jóvenes en los sesenta, la capacidad de atracción y multiplicación del voto, es directamente proporcional a su dureza.

La adhesión joven puede llegar a ser intensa e incondicional, la movilización, el compromiso, el territorio y la logística electoral requieren de altos niveles de compromiso.
El sistema tribal joven le otorga validez y legitimadad a los emisores intratribales, y el fervor, entusiasmo, compromiso hace que estos emisores se vuelvan evangelizadores potentes hacia adentro de la tribu y hacia sus periferias.

El trabajo sobre el espacio propio es un trabajo mas estratégico que táctico, y nadie gana una guerra solo con la táctica. Las acciones tendientes al endurecimiento del voto joven construyen estructuras sólidas que transforman adhesiones en un capital político sustentable, atado a creencias firmes, valores, pasión, voluntad y a intenciones que desde el espacio propio son valoradas como buenas, mas allá de un análisis objetivo. Esto es mucho mas sólido, fuerte y sustentable en el tiempo, que construir simplemente para ganar una eleccón o para que el que otro no gane.

Rubén Weinsteiner