En 1991 caía la URSS, el 56% de los rusos dice tener nostalgia por el comunismo


En 1991 caía la URSS, los rusos se lamentan
"Una nueva Unión Soviética es posible", sostuvo Gorbachov
- La mayoría de los rusos, lejos de considerarla historia pasada, se lamentan por su disolución.

"Quien no tenga nostalgia de la Unión Soviética no tiene corazón; quien quisiera resucitarla no tiene cerebro", reza un célebre aforismo recitado varias veces por el presidente de Rusia, Vladimir Putin. Según un sondeo publicado recientemente por el centro Levada, la mayoría de los rusos "tiene corazón". En síntesis: se estaba mejor cuando se estaba peor. Con el debido respeto de las conquistas democráticas. De acuerdo a los datos relevados por Levada, el 56% de los rusos confiesa tener nostalgia por el comunismo mientras que solo el 28% asegura no extrañarlo. Un 16% ni siquiera tiene una opinión al respecto. La encuestadora subraya que entre los "nostálgicos" el 53% de los entrevistados recuerda favorablemente la economía centralizada mientras el 43% lamenta la pérdida del primer plano en el mapa geopolítico internacional. No es, por tanto, casualidad que hoy, en Rusia, el debate en torno a este aniversario gire alrededor de una sola pregunta: ¿la Unión Soviética podía ser preservada?.

El ex presidente de la URSS, Mijail Gorbachov, está convencido que sí. "Combatí para salvarla hasta el final", dijo recientemente en una entrevista con la agencia Tass. "Reformar la Unión Soviética era posible y necesario", sostuvo. Según el padre de la "Perestroika" (Reconstrucción Económica), el fin llegó con el intento de golpe del 19 de agosto de 1991 -en manos de un grupo de funcionarios del gobierno y la KGB-, "una reacción de la burocracia".

De ahí en más fue solo una cuestión de tiempo. Quien aceleró el proceso fue Boris Yeltsin, presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFS), a quien Gorvachov definió como un "hambriento de poder".
El golpe de gracia llegó el 8 de diciembre con la firma del Tratado de Belavezha, en el que el líder del Soviet Supremo bielorruso, Stanislav Shushkevich, y los presidentes de Rusia y Ucrania, Yeltsin y Leonid Kravchuk respectivamente, declararon el "fin de la Unión Soviética como entidad jurídica y política".

El resto, como suele decirse, es historia: el 25 de diciembre de 1991, a las 18 (hora local), Gorbachov renunció y declaró abolida la oficina de la presidencia. Todos los poderes pasaron a Yeltsin como líder de Rusia, Estado "continuador" de la URSS.
A las 18.35, la bandera soviética que flameaba sobre el Kremlin fue arriada y sustituida por la tricolor. Finalmente, el 26 de diciembre, el Soviet Supremo reconoció formalmente la disolución de la Unión Soviética. El 1° de enero de 1992 el premier Igor Gaydar introdujo la liberalización de los precios, llevando de hecho la economía de mercado a los rusos. Fue el inicio de los "salvajes años noventa", una época de gran transformación -y caos- signada por las privatizaciones, el nacimiento de la clase oligarca, guerras entre bandas criminales y el colapso de la calidad de vida para la mayoría de los rusos.


El pasaje de una economía centralizada al modelo capitalista no fue indoloro.
Sin embargo, ahora que el recuerdo de los años difíciles y crepusculares del comunismo se ha desvanecido, el escritor Mijail Veller hizo un ejercicio de memoria en su programa "¿Es tal vez posible?" que se transmite por la radio Echo de Moscú. "Nadie -advirtió- quería conservar la Unión Soviética en 1991: los operarios y los campesinos querían ganar el mismo salario que sus colegas estadounidenses y alemanes; los directores de fábricas deseaban privatizar y tener una vida de bienestar. ¿Y qué deseaban los líderes del partido? En pocas palabras, apropiarse de lo máximo posible y transmitírselo a sus hijos...".
Ningún complot, solo el normal curso de la naturaleza humana.
Pero en la ideología neta y en el puño de hierro de Moscú aquella idea de una confederación de Estados, sobre todo ahora que la competencia se da entre bloques cada vez más grandes, vuelve a asomarse. "Una nueva URSS, de naturaleza voluntaria, sería posible", explicó Gorbachov. ¿Se trata de una idea absurda? Quien lo sabe. La Unión Económica Euroasiática promovida por Putin va en esa dirección. El modelo de la Unión Europa, hoy tan vapuleado, podría al fin de cuentas redescubrirse como "interesante" donde menos se lo espera.

Fuente ANSA