Del 'Brexit' al 'Trumpazo', seis meses de vértigo a full






La tediosa fatiga experimentada por la economía global en la primera mitad de 2016 comenzó a evaporarse una vez resuelta la incertidumbre sobre los dos acontecimientos geopolíticos más importantes: el referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea y las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Sin embargo, el referéndum sobre la reforma constitucional en Italia, que medía la fortaleza de Matteo Renzi frente al auge del populismo, dejaba a cierre de año una nueva oleada de inestabilidad en Europa.

El año 2016 comenzó con mal pie y se atragantó rápidamente, generando una dinámica que preocupó a muchos. Con la resaca dejada por la primera subida de tipos de interés por parte de la Reserva Federal desde 2006 y el repunte del dólar, las turbulencias precedentes de China se intensificaron tras el susto anticipado en agosto de 2015.

La segunda mayor economía del mundo, cada vez más interconectada a nivel global, frenó inmediatamente el moderado optimismo heredado en las primeras jornadas del año. Las dudas sobre sus proyecciones de crecimiento, el ajuste en curso y los vaivenes sufridos por su divisa a medida que las fugas de capital se intensificaban, lastraron a los mercados de todo el mundo y hundieron aún más los precios de las materias primas.

De hecho, los precios del crudo, que ya sufrían desde hace tiempo el impacto del desequilibrio entre la oferta y la demanda, llegaron a cotizar por debajo de la barrera psicológica de los 30 dólares, situándose en mínimos no vistos en los últimos 13 años.

Howard Silverblatt, analista de S&P Dow Jones Indices, ya avisó cómo la hecatombe del gigante asiático llegó a borrar más de 2,3 billones de dólares de los mercados globales. Sólo el Dow Jones se dejó 1.764 puntos entre el 4 de enero y el 11 de febrero, eliminando más de un 10 por ciento de su valor y situándose en los 15.660 puntos.

Desde el Fondo Monetario Internacional, su economista jefe, Maurice Obstfeld, advirtió de los "significativos" efectos de contagio de la economía china vistos ya en 2015 y constató el riesgo de "una desaceleración más marcada de lo esperado, mientras China lleva a cabo la transición necesaria hacia un crecimiento más equilibrado".

Mientras tanto, a este lado del Atlántico, los rumores de una posible recesión mundial volvían a ganar fuerza mientras muchos optaron por mantener la calma. "No proyectamos una recesión, la economía de EEUU se encuentra en buenas condiciones", aseguraba el consejero delegado de JP Morgan, Jamie Dimon, quien reiteraba que "los mercados deben ajustarse al debilitamiento en China, no es el síntoma de una situación grave".

La caída de las materias primas y el susto chino pasó factura a muchos países exportadores. Sin embargo, parece que la economía de China está terminando el año sin grandes sobresaltos, pese a los cambios que se avecinan en Washington, bajo la supervisión de la Administración Trump.

Paralelamente, la fortaleza del dólar, así como el atractivo de los activos estadounidenses, han provocado que Pekín controle las fugas de capital echando mano de sus reservas y deshaciéndose de su deuda pública estadounidense. En los 10 primeros meses de 2016, China liquidó 130.400 millones de dólares en bonos del Tesoro, casi el 10,5 por ciento de todos sus activos de deuda pública americana.
La inmunidad de los mercados

Cuando las turbulencias chinas dieron un respiro al mercado, el testigo fue inmediatamente recogido por el referéndum en Reino Unido. La jornada del 23 de junio pasará a la historia, no sólo por su alcance sino por la brecha entre el resultado final y las encuestas.

Tras 43 años de matrimonio con la Unión Europea, los ingleses votaron a favor del Brexit. Una decisión que provocó la dimisión inmediata del por entonces primer ministro David Cameron y dio paso al nuevo Gobierno conservador liderado por Theresa May, quien sigue estando dispuesta a activar el Artículo 50 del Tratado de Lisboa tan pronto como el próximo marzo, aunque el pasado 3 de noviembre el Tribunal Superior de Londres estableció que sólo el Parlamento tiene la potestad para hacerlo.

Mientras tanto, el impacto del voto a favor del Brexit en los mercados fue sólo momentáneo. Donde todavía languidece es en la libra esterlina. La divisa llegó a perder los 1,2 dólares, tocando mínimos de los últimos 31 años, la principal señal de la incertidumbre que todavía está por venir. Dicho esto, la caída de la libra ha otorgado un estímulo extra a la economía de Reino Unido que, de no haberse producido, habría requerido de un nuevo recorte en los tipos de interés. Mark Carney, el gobernador del Banco de Inglaterra, ha defendido su política ultra expansiva y ha dejado claro que está "muy tranquilo".

Tampoco se dejó sentir en los mercados la turbulencia esperada por el resultado del referéndum italiano, que dio la victoria al no y provocó la dimisión de Renzi, abriendo un nuevo foco de incertidumbre política. Al parecer, la digestión de los resultados electorales y eventos políticos se ha convertido este año en rutina para los inversores.

Pero si el referéndum inglés no terminó por minar la dependencia de sondeos y encuestas, las elecciones presidenciales estadounidenses acabaron por dar al traste con la marea de cifras que daban como ganadora a la demócrata Hillary Clinton en las fechas previas al 8 de noviembre. Sin embargo, en una astuta campaña, el controvertido empresario republicano, Donald Trump, consiguió el apoyo de los principales Estados del conocido como Rust Belt, entre los que se incluyen Ohio y Pensilvania, lo que le brindó la victoria en el Colegio Electoral. Pese a que Clinton ganó en número de votos populares, Trump se proclamó una victoria triunfal que vino acompañada de una hegemonía republicana en la Cámara de Representantes y el Senado.

De nuevo, y frente a todos los pronósticos, los mercados no registraron pataleta alguna y activaron un rally que ha sumado 1.581 puntos al Dow Jones y ha hecho que el S&P 500 acumule una rentabilidad del 5,6 por ciento.

Las expectativas de una rebaja de impuestos, especialmente el de Sociedades, la posible la repatriación de beneficios, la relajación regulatoria así como el planeado incremento de las inversiones públicas han despertado la euforia de los inversores. A la espera de que la Administración pueda materializar estas medidas y de que estas surtan el efecto deseado, la Reserva Federal logró el pasado 14 de diciembre activar su segunda subida de tipos de la última década. Una decisión esperada y digerida por los mercados, pero que llegó acompañada de un aumento en las proyecciones para 2017, cuando el banco central observa hasta tres vueltas de tuerca a la manivela monetaria, si el crecimiento y los precios acompañan.

El ajuste? del crudo

En los mercados y en la economía global también ha pesado este año el crudo. Si en febrero el barril llegó a situarse en mínimos de más de una década y perder los 30 dólares, tanto el Brent como el West Texas han recuperado los 50 dólares el barril. En estos menesteres ha jugado un papel importante el acuerdo alcanzado por los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para reducir su producción, algo que no ocurría desde 2008.

Con el objetivo de estabilizar los precios del mercado petrolero y disminuir las exportaciones, la organización petrolera acordó reducir la cuota de producción a 1,2 millones de barriles diarios fijando un techo conjunto de 32,5 millones de barriles diarios, operación que entrará en vigor a partir de enero de 2017 durante seis meses para luego ser revisado y aplicar una renovación. El pacto además está sujeto a la reducción de 600.000 barriles diarios por parte de los productores claves que no son miembros OPEP, varias naciones se sumarán a colaborar con los recortes. Rusia, tercer gran productor mundial, se comprometió a reducir su producción en 300.000 barriles por día y anunció que todas sus petroleras aceptaron la propuesta.