Macri preocupado porque la recesión se extiende más de lo previsto, e impactará electoralmente

Entre la recesión y el rebote, la política


Por Ignacio Fidanza


La recuperación del segundo semestre murió estrujada por los índices del recuperado Indec. Es información oficial. Superado entonces el debate sobre los números–algo se avanzó-, se abre el debate sobre la realidad: ¿Porqué se demora la recuperación?

Es la pregunta que circula en la primera línea del Gobierno. Hay respuestas para todos los gustos. Macri apunta que la creación de riqueza del país está concentrada en la región centro y hasta que no se logren crear polos competitivos en el norte y el sur, será difícil alcanzar un crecimiento genuino. Apuesta a las inversiones en energía y minería para empezar a dar vuelta esa realidad.


Prat Gay y Frigerio, por ejemplo, señalan que la comparación de los índices en términos interanuales es catastrófica porque en esta época del año pasado, el kirchnerismo estaba bombeando al máximo el consumo para ser competitivo en la elección. Sostienen que cuando se miran los números mes a mes, la situación de caída está casi frenada. Es decir, apuestan a que este presente ingrato sea un piso.

No vamos a tener un rebote espectacular como en el 2003, porque acá no hubo estallido económico. De echo evitar ese estallido es tal vez el principal mérito del Gobierno este año y nadie lo va a reconocer, se lamenta un funcionario.


“Pero cuidado, no vamos a tener rebote espectacular como en el 2003, porque acá no hubo un estallido económico. De hecho evitar ese estallido fue uno de los grandes méritos de este Gobierno, que nadie nos va a reconocer”, se sinceró un importante colaborador de Macri.


Con esa moderación, la cuenta optimista que hacen en la Casa Rosada es crecimiento de tres a cuatro puntos para el 2017. Es decir, descontados los dos puntos que probablemente caiga la economía este año, si se cumple ese pronóstico se crecerá entre uno y dos puntos. Parece poco para aplastar en la elección de medio término. Y es poco.

“Mejora del poder adquisitivo por baja de la inflación y crecimiento muy moderado, a lo sumo nos deja la cancha neutra”, reconoce el funcionario. En el mejor de los casos no habrá voto bronca, pero tampoco será una fiesta.



Y es en ese preciso instante que la política mete la cola. Es curioso como se dan las cosas. Macri llegó como la promesa de una gestión eficiente con eje en la economía y termina peleándola por la política. Es decir, el mayor activo que su administración ofrece sobre el final del primer año es simple: Gobernabilidad. Con un Congreso en absoluta minoría, el Poder Ejecutivo logró la sanción de 70 leyes, algunas de ellas muy densas políticamente, como pago a holdouts y blanqueo.



La CGT despedirá un 2016 en recesión, con aumento de la desocupación, caída fuerte de la actividad industrial y pérdida del poder adquisitivo -en manos de un gobierno no peronista-, con el milagro de no haber concretado ni un paro general.


No fue magia. Los sindicalistas consiguieron más de Macri en un año que de Cristina en ocho. Se verá como sigue. Pero hoy, con sus mas y sus menos, la sensación es que Macri está en razonable control de la situación. O mejor dicho, sobrevivir es un activo en un país como la Argentina, donde como suele repetir Marcos Peña: “todo es tan frágil”.

El tema es que esa política que el Gobierno exhibió para darse gobernabilidad, no está encontrando por ahora un correlato de armado electoral. Hoy el Gobierno está tercero en la provincia de Buenos Aires, pierde Córdoba cómodo y no tiene candidato ni alianza cerrada en Santa Fe.

Es la piedra sobre la que repican dirigentes fundacionales de Cambiemos como Carrió, Sanz o Monzó, que a medida que se acerca el 2017, pasó de predicar en el desierto a ser elogiado por Macri en su reciente viaje a Nueva York. Nada como la posibilidad de un desastre para despertar a la gente.Entre la recesión y el rebote, la política


Por Ignacio Fidanza




La recuperación del segundo semestre murió estrujada por los índices del recuperado Indec. Es información oficial. Superado entonces el debate sobre los números–algo se avanzó-, se abre el debate sobre la realidad: ¿Porqué se demora la recuperación?

Es la pregunta que circula en la primera línea del Gobierno. Hay respuestas para todos los gustos. Macri apunta que la creación de riqueza del país está concentrada en la región centro y hasta que no se logren crear polos competitivos en el norte y el sur, será difícil alcanzar un crecimiento genuino. Apuesta a las inversiones en energía y minería para empezar a dar vuelta esa realidad.


Prat Gay y Frigerio, por ejemplo, señalan que la comparación de los índices en términos interanuales es catastrófica porque en esta época del año pasado, el kirchnerismo estaba bombeando al máximo el consumo para ser competitivo en la elección. Sostienen que cuando se miran los números mes a mes, la situación de caída está casi frenada. Es decir, apuestan a que este presente ingrato sea un piso.

No vamos a tener un rebote espectacular como en el 2003, porque acá no hubo estallido económico. De echo evitar ese estallido es tal vez el principal mérito del Gobierno este año y nadie lo va a reconocer, se lamenta un funcionario.


“Pero cuidado, no vamos a tener rebote espectacular como en el 2003, porque acá no hubo un estallido económico. De hecho evitar ese estallido fue uno de los grandes méritos de este Gobierno, que nadie nos va a reconocer”, se sinceró  un importante colaborador de Macri.


Con esa moderación, la cuenta optimista que hacen en la Casa Rosada es crecimiento de tres a cuatro puntos para el 2017. Es decir, descontados los dos puntos que probablemente caiga la economía este año, si se cumple ese pronóstico se crecerá entre uno y dos puntos. Parece poco para aplastar en la elección de medio término. Y es poco.

“Mejora del poder adquisitivo por baja de la inflación y crecimiento muy moderado, a lo sumo nos deja la cancha neutra”, reconoce el funcionario. En el mejor de los casos no habrá voto bronca, pero tampoco será una fiesta.



Y es en ese preciso instante que la política mete la cola. Es curioso como se dan las cosas. Macri llegó como la promesa de una gestión eficiente con eje en la economía y termina peleándola por la política. Es decir, el mayor activo que su administración ofrece sobre el final del primer año es simple: Gobernabilidad. Con un Congreso en absoluta minoría, el Poder Ejecutivo logró la sanción de 70 leyes, algunas de ellas muy densas políticamente, como pago a holdouts y blanqueo.



La CGT despedirá un 2016 en recesión, con aumento de la desocupación, caída fuerte de la actividad industrial y pérdida del poder adquisitivo -en manos de un gobierno no peronista-, con el milagro de no haber concretado ni un paro general.


No fue magia. Los sindicalistas consiguieron más de Macri en un año que de Cristina en ocho. Se verá como sigue. Pero hoy, con sus mas y sus menos, la sensación es que Macri está en razonable control de la situación. O mejor dicho, sobrevivir es un activo en un país como la Argentina, donde como suele repetir Marcos Peña: “todo es tan frágil”.

El tema es que esa política que el Gobierno exhibió para darse gobernabilidad, no está encontrando por ahora un correlato de armado electoral. Hoy el Gobierno está tercero en la provincia de Buenos Aires, pierde Córdoba cómodo y no tiene candidato ni alianza cerrada en Santa Fe.

Es la piedra sobre la que repican dirigentes fundacionales de Cambiemos como Carrió, Sanz o Monzó, que a medida que se acerca el 2017, pasó de predicar en el desierto a ser elogiado por Macri en su reciente viaje a Nueva York. Nada como la posibilidad de un desastre para despertar a la gente.