Llegó el segundo semestre, y se profundizan la recesión, caída del consumo, desempleo, pobreza y tarifazos

Macri y su gabinete pasaron de negar que la devaluación y el ajuste tuvieran efectos negativos sobre la economía a prometer que la reparación del “sinceramiento” llegaría en la segunda mitad del año. Ahora lo estiran a 2017.


El equipo de gobierno, encabezado por Mauricio Macri, sigue con la economía en el túnel, según reconoció Gabriela Michetti.

Llegó el segundo semestre y el macrismo, a la luz de los hechos, tuvo que desdibujar sus promesas económicas. Como viene haciendo desde que asumió, el Gobierno movió hacia adelante la fecha prevista para el despegue económico. Ahora sería durante los primeros meses de 2017, según el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay. El titular del Indec, Jorge Todesca, fue menos optimista. La estrategia comunicacional del Gobierno tendiente a depositar la esperanza en un futuro cercano choca, en el comienzo del ansiado semestre, contra una inflación que es todavía superior a la que existía al momento de las elecciones presidenciales en un contexto mucho peor, con fuerte caída del consumo, la inversión y el empleo.

La expectativa alrededor del segundo semestre comenzó por el lado inflacionario. A mediados de febrero, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, pronosticó que la inflación “se va a ir reduciendo en el segundo semestre”.

Al mes siguiente, el presidente Mauricio Macri reforzó la bajada de línea en dos oportunidades. En una entrevista televisiva, prometió que la inflación en “el segundo semestre va a bajar seguro. Estamos siendo cuidadosos con el gasto, austeros, bajando los enormes bolsones de corrupción que había. Y todo esto va a ayudar a que todo esto baje”. Días más tarde, agregó a un matutino que “en el segundo semestre va a bajar la inflación drásticamente”.

El 5 de abril, Marcos Peña insistió en una conferencia de prensa en que “seguimos creyendo que en el segundo semestre habrá una baja sustantiva de la inflación por las medidas del Gobierno, como evitar la emisión irresponsable, el déficit fiscal y recuperar la confianza de la moneda”. La confianza en la moneda, en los términos que la concibe Peña, es relativa en estos días: en menos de dos semanas el tipo de cambio (precio del peso frente al dólar) subió de 14 a 15,40 pesos y el BCRA debió vender más de 500 millones para bajarlo hasta los 15,20 pesos. Además, las reservas internacionales en poder de la autoridad monetaria están en su nivel más bajo desde comienzos de año.

A fines de abril Macri reiteró que “la inflación va a bajar drásticamente en el segundo semestre. Va a estar cerca del 1 por ciento. Si no baja, será responsabilidad de mi gobierno”. La promesa está todavía lejos de la realidad. La inflación en junio rondó el 2,5 por ciento, un número muy alto a pesar de que representa una desaceleración frente a mayo (5 por ciento), abril (6,5), marzo (3,3), febrero (4,0) y enero (4,1 por ciento), según los datos del gobierno porteño. El Indec hasta ahora solo dio el resultado de mayo, con 4,2 por ciento.

En julio, la inflación estaría muy por encima de lo que prometió Macri. Según Fausto Spotorno, director del Centro de Estudio Orlando Ferreres, la suba de precios inaugural del segundo semestre estará entre 2,5 y 2,8 por ciento. Ese incremento se explica por el aumento de 4,50 a 7,50 del subte porteño (66 por ciento), junto al incremento del 5 por ciento (que se suma al 15 por ciento en junio) de las cuotas de la medicina prepaga. Además, las firmas de telefonía celular aplicarán aumentos de entre el 10 y el 25 por ciento este mes.

A medida que el segundo semestre se acercaba, la dirigencia macrista empezó a suavizar su optimismo. La más poética fue la vicepresidenta, Gabriela Michetti. “El segundo semestre es el momento en el cual aparece la luz en el túnel allá lejos, pero seguís en el túnel. Empezamos a ver pequeñas luces pero no vamos a sentir en la vida familiar un alivio o una reactivación, porque para que el crecimiento de la economía se dé tenemos que esperar hasta el año que viene”, se lamentó.

Días atrás, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, reconoció que las inversiones están en “un proceso de concreción que comenzará a partir de ahora, de manera progresiva”, mientras que el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, admitió que no habrá una recuperación económica “el primero de julio” y recordó que el segundo semestre “termina el 31 de diciembre”. El titular del Indec, Jorge Todesca, admitió ayer que “todavía estamos en la primera parte, en la fase de caída de la economía” y respondió “no lo sé” ante la consulta sobre cuándo llegará la reactivación. “La Argentina, en un futuro no muy lejano, tendría que entrar por lo menos en el período de estabilización”, se limitó.

El economista Guillermo Nielsen, del Frente Renovador, resumió que “hay veces que se lanzan afirmaciones lamentablemente con más esperanza que racionalidad. Esto va a tener un costo político, porque al Presidente le van a facturar esa aseveración de que se salía de la crisis en el segundo semestre”. En una línea similar, José Urtubey, dirigente de la UIA, dijo que “en el segundo semestre del año no se va a experimentar una reactivación económica, lo veo más en 2017”.

Desde que asumió, el macrismo patea para adelante la zanahoria de la mejora económica, particularmente en relación a la prometida baja de la inflación. A comienzos de noviembre, antes de las elecciones, el actual ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, anunció que con el levantamiento de las restricciones cambiarias “va a subir el dólar oficial, que no afecta prácticamente a nadie, y bajará el otro -el blue- que afecta a la mayor parte de la población”. Es decir, anticipaba que la devaluación no tendría impacto en la inflación. También negaba que las retenciones tuvieran relación con los precios internos. Luego de las fuertes subas de precios en el verano, admitió que “el costo de la salida del cepo fue una pequeña joroba en la inflación”, aunque aseguró que “estamos aterrizando en la primera quincena de enero hacia niveles similares a los que teníamos en septiembre y octubre últimos”. El funcionario explicaba que la meta de inflación para este año era del 20-25 por ciento. Los datos volvieron a darle la espalda a Prat-Gay, quien ya admitió que el objetivo de inflación del año no podrá cumplirse y prometió, otra vez, llegar a ese número en el primer trimestre de 2017.