02 de abril de 1976: Modelo de Valorización Financiera






Un día como hoy, pero hace 40 años, el entonces Ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz lanzó el plan económico correspondiente al modelo de valorización financiera. El mismo significó, para la Argentina, el inicio de una oscura etapa de su historia, protagonizada por el congelamiento de salarios –bajo el discurso de la supuesta necesariedad de mantener un bajo costo laboral-, la eliminación de restricción a las importaciones, la sobrevaluación de la moneda, la desregulación de los mercados financieros. En particular, durante el discurso inaugural del plan, Martínez de Hoz anunció la “liberalización de los precios, el aumento del 30% para los combustibles y el avance de las empresas privadas en la explotación de petróleo” (1).


La puesta en marcha del proyecto resultó de la conjunción de intereses entre el establishment internacional y el local: ellos fueron los “doctores Frankestein” de la criatura “valorización financiera”, la cual centralizó la acumulación del capital no en la actividad productiva sino en la mera especulación. Desde afuera, se quería encontrar dónde volcar la alta liquidez, producto de cuantiosos depósitos de “petrodólares” en bancos norteamericanos. Desde adentro, las elites miraban con buenos ojos a todo negocio financiero que aportara importantes márgenes de rentabilidad.


¿Por qué la implantación del nuevo modelo económico generó un incremento de la deuda externa? Los componentes del plan causaron la enorme fuga de capitales del período la cual desembocó en un crecimiento jamás antes registrado del endeudamiento de Argentina. La máxima expresión de esa fuga resultó ser la tristemente célebre “bicicleta financiera”, práctica que comenzaba con la compra de dólares baratos en el exterior, para luego cambiarlos por pesos y colocarlos en el país. A partir de aprovechar las bondadosas altas tasas de nuestro país, retiraban el dinero, lo transformaban en dólares, reintegraban el crédito pedido en el extranjero y percibían una suculenta ganancia, fugada al exterior. Las altas tasas argentinas nacieron de la “Ley de Entidades Financieras”, la cual eliminó todo tipo de regulación de los mercados financieros.


Los movimientos constitutivos de la “bicicleta” eran facilitados tanto por la libertad de movilidad del capital como por su socia, la “tablita cambiaria”. La misma aseguraba un dólar barato, al dar a conocer en forma previa las futuras devaluaciones del peso respecto del dólar. Otras modalidades de endeudamiento fueron los préstamos en dólares que ingresaban a la Argentina o “fondos negros”, los cuales posibilitaron el juego especulativo descripto; y el endeudamiento por parte de empresas públicas, las cuales tomaban préstamos formalmente, mientras que los dólares ingresados quedaban en el Banco Central y la empresa recibía el equivalente en pesos.


Gracias a los negocios derivados de la “creatividad” de ciertos argentinos adherentes al modelo, la deuda externa se triplicó en cinco años: de 9.149 millones de dólares, en 1975, a 27.162 millones de dólares para 1980.