Neuropolítica y gestualidad






Cuando nos enfrentamos a los estímulos del día a día, nuestro cerebro tiene una interacción con el entorno, nuestros órganos y sentidos nos informan de nuestro alrededor, gracias por ejemplo a las caras de la gente que nos transmiten una serie de información. También nos advierten de una posible amenaza. La imagen es muy importante. La predominancia de las emociones lleva a la persona a actuar sin una razón lógica. A veces no se sabe explicar por qué votamos a un partido y no a otro, por ejemplo, y esto también pasa con muchas cosas. Apelando a las emociones, se trata de buscar que una persona indecisa acabe tomando una decisión más que convertir un votante de una tendencia en otra.


Tecnologías como la codificación facial, biofeedback -técnica que se emplea para controlar las funciones fisiológicas del organismo humano- y de imagen cerebral han sido utilizadas por las empresas con la esperanza de ampliar los límites del marketing. Pero su uso por los partidos políticos y los gobiernos es un fenómeno creciente, evocando escenas de la película futurista «Minority Report», escribía recientemente «The New York Times». El reportaje citaba los casos de Enrique Peña Nieto, en México, y de Juan Manuel Santos, en Colombia, que se dejaron asesorar por un equipo de neuropolíticos en campaña electoral. La investigación neurocientífica es especialmente valiosa porque nos ha permitido descubrir con mayor precisión y objetividad qué piensa la gente, cómo percibe las cosas y cómo las siente.


El diario neoyorquino citaba a Marca Política :«La tecnología permite que una maquina pueda leer las emociones, y ahí se desarrolla el campo de reconocimiento. Es una mezcla de visión artificial, con algoritmos matemáticos», «Hablamos del concepto de credibilidad, no de oratoria solo, sino esta aplicada a poder ser creíbles. La oratoria tradicional no acaba de pulir en cuanto a cómo de creíble resulta el lenguaje del candidato y reduce sus oportunidades».

La inclusión de las emociones no es un fracaso de la racionalidad, sino una ampliación del conocimiento humano. Corremos el peligro de que la emoción se asocie a la política espectáculo Cuando Sánchez atacó a Rajoy con la corrupción tenía la opción de apelar a varias emociones: La duda está en si recurrir a la ilusión o la ira asco y desprecio, todas las emociones juegan un papel y el candidato socialista optó por la emoción negativa. En cambio, las emociones no se pueden entrenar, sino se trata más de una predisposición interna, la de meter caña o ilusionar. La clave parece consistir en activar la emoción correcta.


Vemos un choque generacional entre la forma de comunicar de los partidos de la Transición y los emergentes. Si PSOE y PP no cambian su forma de comunicar, perderán un sector importante entre los más jóvenes. Vemos los esfuerzos del equipo de Sánchez, quien acude siempre acompañado de su mujer, ella con chaqueta de cuero rojo y él con la corbata del mismo color socialista. Pedro Sánchez encarna la figura del gentleman. Ahora bien, ¿se puede entrenar el carisma?.



Análisis emocional de las marcas políticas españolas

—Mariano Rajoy: es el mayor de los cuatro, tiene una actitud paternalista. Incluso su reclamo electoral es "España en serio", es decir, frente a los jóvenes, el de la colita, nosotros tenemos experiencia en gestión, mas edad.
—Pedro Sánchez ha tenido una evolución desde el hieratismo, la rigidez facial, hacia un estilo más comprometido emocionalmente, pero dentro de las emociones negativas.


—Albert Rivera ofrece una perspectiva muy reformadora, planteando siempre el diálogo social, no se ven actitudes enconadas, sino que siempre se preocupa por emplear argumentos.
—Pablo Iglesias: mayor apelación a lo emocional todo el tiempo, a las emociones positivas, que cuentan en el discurso. Insiste mucho en hablar de la sonrisa y de las emociones para diferenciarse.


Tanto Iglesias como Rivera tienen una comunicación emocional muy acompasada con el discurso.


El caso Putin

Vladimir Putin camina enérgico, marcial como si desfilara liderando al Ejército ruso hacia las cámaras en el salón de San Jorge del Kremlin. Pero solo se impulsa con su brazo izquierdo: el derecho permanece inmóvil, colgante, relajado. Sus andares desafiantes alimentan su imagen icónica de líder de Rusia ¿Por qué? Los continuos rumores sobre la maltrecha salud del presidente ruso señalaron esta vez que su particular gesto podría indicar un estadio preliminar de la enfermedad de Parkinson. A cada duda sobre su entereza, Putin responde haciendo judo, hockey sobre hielo o montando a caballo. Esta semana un equipo de neurólogos europeos interesados en desórdenes del movimiento y motivados por la rumorología ha determinado que sus andares son resultado de un entrenamiento militar continuado o de los servicios de inteligencia. Putin fue oficial de la KGB y ahora lidera su país con mano de hierro.