Lula, filho do Brasil





AMÍLCAR SALAS OROÑO*

La crisis política brasileña. La persecución a Lula, la búsqueda de desestabilización del gobierno de Dilma y las movilizaciones callejeras. La contribución histórica del Partido dos Trabalhadores y la figura de Lula como claves para articular una opción política popular.
Durante las últimas semanas, la crisis política brasileña ha exprimido la verdadera naturaleza de los actores intervinientes: cámaras empresariales que financian el “elemento desestabilizador” que proporcionan las movilizaciones callejeras; medios de comunicación que alevosamente editan, recortan e imprimen noticias que apuntalan a sus voceros más afines; magistrados judiciales que refuerzan sus espíritus corporativos de subsistencia a contramano de sus obligaciones colegiadas de actuación; representantes partidarios que se aferran a sus financiadores y a lo que las circunstancias del momento requieran. Al respecto del último punto, de los 65 diputados de la comisión especial encargada de evaluar el impeachment a Dilma Rousseff, 40 han sido financiados en sus últimas campañas con dinero proveniente de las empresas investigadas en el escándalo de Petrobrás, lo que seguramente condicionará su voto en función de las conveniencias judiciales de sus clientes.

[…] la crisis política brasileña ha exprimido la verdadera naturaleza de los actores intervinientes: cámaras empresariales que financian el “elemento desestabilizador” que proporcionan las movilizaciones callejeras; medios de comunicación que alevosamente editan, recortan e imprimen noticias que apuntalan a sus voceros más afines; magistrados judiciales que refuerzan sus espíritus corporativos […]; representantes partidarios que se aferran a sus financiadores y a lo que las circunstancias del momento requieran.
En un contexto semejante de pulverización del sistema, el único elemento capaz de rearticularlo políticamente desde un punto de vista popular es arrinconado: la arremetida mediática, judicial y política contra Lula es, en realidad, una arremetida contra una visión posible de gobernar Brasil.
Lula y el Partido dos Trabalhadores
Al momento de su fundación en 1980, y como no podía ser de otra manera, los diversos grupos que pasaron a formar parte del Partido dos Trabalhadores (PT) tuvieron – como lo testimonian las actas inaugurales- debates intensos respecto del modelo organizativo que debía asumir: partido de cuadros o partido de masas, expresión auténtica de los movimientos sociales o definición según la actuación parlamentaria, entre otras discusiones. El abanico de posibilidades fue proporcional a la heterogeneidad de quienes se sumaron a la experiencia: ex-combatientes de la lucha armada, comprometidos miembros de pastorales católicas, sofisticados intelectuales universitarios, sectores provenientes de las Ligas Camponesas y los nuevos referentes del sindicalismos post-varguista, entre los que se destacaba Lula.
Todos sectores que, en mayor o menor medida, ya venían dialogando entre sí desde hace algunos años. Si bien la síntesis resultante de aquel momento le imprimió un perfil socialista al partido (“vote 3, vote contra burgués” pasó a ser el slogan inicial del partido) la naturaleza idiosincrática del Partido dos Trabalhadores y su fuerza protagónica siempre estuvo encuadrada por la figura expresiva de Lula. De allí también los esfuerzos permanentes por parte de los sectores conservadores, ya desde los años ‘80, por homologarlo con referentes ideológicamente sinuosos – como, por ejemplo, Lech Walesa- que permitieran su neutralización.

La naturaleza idiosincrática del Partido dos Trabalhadores y su fuerza protagónica siempre estuvo encuadrada por la figura expresiva de Lula.
Las últimas semanas permiten volver a ponderar la relación entre Lula y el Partido dos Trabalhadores. Si bien es cierto que el partido nunca se redujo ni se agotó en la figura del ex presidente, con sus declaraciones, discursos y acciones recientes Lula ha intentado iniciar su regreso al juego político redefiniendo el carácter y la misión del PT; siendo su voz históricamente decisiva en ese ámbito, el sentido de la contribución no es aleatorio. En el preciso momento en el que la dialéctica brasileña se contornea hacia su tradicional salida vía “pacto de elites”, Lula reingresa al escenario político -con su discurso en la Avenida Paulista del 18 de marzo pasado- para explicitar la importancia histórica del proyecto (político) del Partido dos Trabalhadores: ser esa articulación política posible de orientación popular que, a diferencia de lo que han hecho las elites con el país, coloque dentro de los presupuestos públicos a las grandes mayorías tradicionalmente relegadas.

En el preciso momento en el que la dialéctica brasileña se contornea hacia su tradicional salida vía “pacto de elites”, Lula reingresa al escenario político […] para explicitar la importancia histórica del proyecto (político) del Partido dos Trabalhadores: ser esa articulación política posible de orientación popular que […] coloque dentro de los presupuestos públicos a las grandes mayorías tradicionalmente relegadas.
Así, la primera contribución política de Lula ya ha sido dada (más allá de los frenos momentáneos al ejercicio de su nuevo cargo): al definir qué ha sido y qué es el Partido dos Trabalhadores, y qué buscará el partido desde el gobierno, permite establecer una frontera ideológica clara desde la cual convocar, agregar, articular. Sólo con un mapa claro de quiénes están a favor y en contra, la debilidad del Gobierno de Dilma puede ser revertida; en el medio del caos, Lula le agregó un momento ideológico a la disputa, reinterpretando la contribución del partido.
Lula y la desagregación política
Lo que está en juego no es la elección de Lula en el 2018; esta será una circunstancia derivada del proceso histórico que se ha iniciado en este políticamente caluroso marzo de 2016. Lo que está en juego es la posibilidad de establecer una determinada articulación política popular posible y eso es lo que viene a reactualizar el propio Lula al ingresar al gabinete de Dilma Rousseff -y lo que ha despertado tanta inquietud en todas las formas variadas de oposición-. La experiencia de gestión de Lula como articulador de recursos políticos le otorga créditos para la tarea. Es cierto, en sus mandatos como Presidente se le dio entrada a la coalición gubernamental al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), se estilizó la “conciliación de clases” con la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP) y se le rindieron homenajes a Roberto Marinho (fundador del Multimedios Globo), todos aliados de entonces que hoy conspiran en su contra y contra el Partido dos Trabalhadores.

Lo que está en juego no es la elección de Lula en el 2018 […]. Lo que está en juego es la posibilidad de establecer una determinada articulación política popular posible y eso es lo que viene a reactualizar el propio Lula al ingresar al gabinete de Dilma Rousseff […]. La experiencia de gestión de Lula como articulador de recursos políticos le otorga créditos para la tarea.
Pero dado que se trata de un contexto diferente, otras serán las composiciones necesarias y otros los actores a ser interpelados. En esto, quizás sea Lula uno de los dirigentes con mayor perspectiva respecto de las dinámicas políticas en el país. Como primer paso, es importante el hecho de que la articulación se hará desde un determinado lugar ideológico, lo que le estaba faltando al gobierno de Dilma. Es evidente que las soluciones al impasse brasileño no están en los elementos expuestos, sino en aquellos factores que deberán ser convocados. La iniciativa pasa por crear nuevos escenarios. Para esa tarea, Lula se convierte en una pieza clave y su trayectoria lo habilita para poder buscar, como el más federalizado de los dirigentes políticos y sociales, los respaldos que sean necesarios en pos de mantener una articulación de gobierno de signo popular. Si bien el resultado es incierto, al menos hay un sentido compromiso por lograrlo.

*Licenciado en Ciencia Política (UBA), Magister en Ciencia Política (USP-Brasil) y Doctor en Ciencias Sociales (UBA). En el 2012 publicó “Ideología y Democracia: intelectuales, partidos políticos y representación partidaria en Argentina y Brasil desde 1980 al 2003” (Pueblo Heredero).
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