“No es el petróleo, ni los bancos, se trata de una crisis de liquidez de los bancos centrales”, afirma el analista Dominic Konstam, que propone medidas para que no explote “la bomba de los 60 billones en derivados”
Sede del Deutsche Bank en Frankfurt.
Todo empezó entre mediados y finales de 2014, cuando llegaban los primeros rumores de una subida de tipos de interés por parte de la Reserva Federal. Esos rumores, por su parte, dieron lugar a un implacable ascenso en el precio del dólar y todas las materias primas, lo que desató la mayor especulación a la baja en el precio de las materias primas de la historia financiera.
La mayoría de los observadores pasó por alto la implicación inmediata de la concurrencia de ambos episodios, aunque Zero Hedge publicó análisis al respecto y predijo sus consecuencias en noviembre de 2014.
La conclusión entonces era simple: el ajuste de la Fed y el consiguiente derrumbe del precio de las materias primas traería consigo (como de hecho sucedió) el colapso del gran ciclo del petrodólar que había funcionado con eficiencia durante dieciocho años, durante los que los países con petrodólares fueron una fuente de demanda para 10 trillones de dólares [el equivalente a 10 billones europeos] en activos de EE.UU. Cuando terminó, resultó en la política de contracción cuantitativa que ha inhabilitado todos los intentos de inyectar liquidez en los mercados. Dicha contracción viene impulsada no solo por la mayoría de mercados emergentes y los exportadores de petróleo, sino, notablemente, por China. Su impacto ha precipitado el descenso en las bolsas y frenado casi en seco el crecimiento económico en todo el mundo.
La segunda novedad, tan importante como la primera, la observó Zero Hedge a principio de 2015, con dos artículos, sobre la escasez de dólares en el mercado mundial, la peor desde 2012. Este problema no ha hecho sino intensificarse, especialmente en África, donde prácticamente todas las naciones exportadoras de petróleo se han quedado sin dólares.
La cuestión es que lo que comenzó con la subida del dólar y la consiguiente escasez de dólares en el mercado global terminó llevando a la Reserva Federal a embarcarse en lo que puede ser el mayor error de un banco central en toda la historia. Las consecuencias son enormes: desde el desplome del precio del crudo a los temblores y devaluaciones que vienen de China, pasando por la creciente rigidez de las condiciones financieras, o la recesión que la industria manufacturera sigue experimentando en EE.UU. La última pieza de ese dominó, por el momento, son los crecientes rumores de que Deutsche Bank, que tiene en su balance 60.000 billones de dólares [60 billones europeos] en derivados financieros, puede ser el próximo Lehman Brothers.
Conviene prestar atención a Dominic Konstam, uno de los analistas de crédito más respetados de Deutsche Bank. Konstam percibe con gran claridad el riesgo existencial no ya para su propia carrera, sino para toda la estructura financiera global. Sabemos esto después de leer su calentón en forma de email el 9 de febrero por la mañana, en el que se aprecia el enorme miedo, o auténtico terror, que tienen los que se dan cuenta de cómo de roto está el sistema financiero en la actualidad.
A continuación, publicamos su mensaje completo. Lo hacemos porque representa la mejor muestra de todo lo que está a punto de desencadenarse, en especial teniendo en cuenta que viene de la perspectiva de alguien que está muy dentro del Deutsche Bank y se da cuenta de lo cerca del abismo que se encuentra el banco alemán.
Lo que Konstam deja claro, sin contemplaciones, es que el problema es precisamente el que señalaba Zero Hedge en noviembre de 2014: “No es el petróleo, ni los bancos, sino que se trata de una crisis de liquidez de los bancos centrales, especialmente los que utilizan el dólar y hay una gran necesidad de liquidez en dólares”.
Konstam deja también muy claro que el miedo de los inversores de que se produzca un contagio está totalmente fundado. Así lo dice:
Se ha tratado de quitar hierro al problema de exposición, pero no cabe duda de que los bancos están enormemente expuestos a Asia y Oriente Medio, y si bien una rebaja del 10% puede ser el peor escenario para China y demasiado alto para el resto, es lo que debería preocupar, y de hecho preocupa, a los inversores – esto traería consigo un contagio a los centros bancarios de Singapur y Hong Kong.
¿Su solución? En realidad es preocupante para todos los que pensaban que nuestras advertencias sobre cómo el dinero en efectivo podía acabar fuera de la circulación no eran un chiste. Para los que se pregunten ¿Qué hay que hacer con todo esto? ahí va una pequeña joya:
Así que volvamos a la pregunta original de ¿qué tenemos que hacer? Es simple:
1. Reconocer el problema. No es el petróleo, ni los bancos, sino que se trata de una crisis de liquidez de los bancos centrales, especialmente los que utilizan el dólar y hay una gran necesidad de liquidez en dólares”. Keynes dijo que para lidiar con un boom de exceso de inversión se recortan los tipos de interés, no se suben. La QE (expansión cuantitativa) es poco práctica, pero hacer que baje el dólar supondría una gran mejora en la liquidez en dólares. Así que, para empezar, la Reserva Federal debería dejar de subir los tipos y señalar claramente que va a darse un largo tiempo muerto.
2. Draghi tendría que abundar en esas medidas con un doble gancho, no bajando los tipos sino abriendo las posibilidades de refinanciación para los bancos y apaciguando sus preocupaciones sobre la liquidez.
3. China tiene que coger el toro por los cuernos. Hacer una devaluación, estabilizar sus reservas y dedicar 1 billón de dólares para mantener a flote instituciones importantes. Debe dejar de intervenir en los mercados de renta variable.
4. Y Basilea 3 (¿o 4?) debería retrasarse, específicamente en lo relativo a las ratios de apalancamiento. Como señal inequívoca, se deben relajar las reglas en torno a la confiscación de depósitos hasta que el Banco Central Europeo deje del todo claro cuáles son las fuentes de liquidez para los bancos con problemas.
5. ¿Para cuándo un estímulo fiscal?
6. Sobre los tipos de interés negativos – En lugar de hacer que sean los bancos los que sufren, permitamos que los bancos ganen dinero con la diferencia entre tipos, para que los que sufran sean los ahorradores. Hay que cobrar intereses al dinero en efectivo: pongamos un microchip en los billetes de gran valor/y cobremos impuestos a las retiradas de depósitos. Debemos alentar el gasto, no el ahorro. Los tipos de interés para las hipotecas pueden ser negativos y que los bancos sigan ganando dinero con el diferencial. El problema es el diferencial [con el tipo al que el Banco Central les presta a los bancos], no los tipos
El miedo existencial del analista del Deutsche Bank es tangible, como también lo es su amenaza implícita: “Si no hacen esto, y explota la bomba de los 60.000 billones en derivados [60 billones europeos], será su culpa”.
Así pues, se lo deja muy clarito a los bancos centrales, que harán exactamente lo que se les ordena, porque el Deutsche Bank es lisa y llanamente demasiado inmenso y demasiado importante para el sistema como para dejarlo quebrar: de hecho, su quiebra sería exponencialmente más costosa y destructiva para los mercados de capitales modernos que la de Lehman.
Por tanto, esperamos que se implementen todas las sugerencias de Konstam, desde una devaluación masiva en China a un frenazo en los intereses negativos, pasando por la aceptación (quizá mañana mismo) de Janet Yellen de que los intereses negativos se transfieran a los ahorradores; así como la introducción de impuestos a las retiradas de efectivo “para alentar el gasto, no el ahorro”; y el resto de su dictado. Todo esto salvo que, como sucedió con Lehman, alguien tenga interés en ver cómo se liquida al Deutsche Bank.
Dicho esto, la última frase de Konstam es la más siniestra:
“Austria, 31 de julio de 1932 fue un gran éxito; El 1 de septiembre de 1933, el principio del fin”.
Se refiere al llamado Milagro de Worgl, en el que, durante 1932 –y durante la Gran Depresión--, la ciudad austriaca puso en marcha un gran experimento monetario en el que se imprimieron “Billetes de Compensación Certificada”, un tipo de divisa conocido como Scrip, o Freigeld. El experimento estuvo influido por las teorías monetarias del ultrakeynesiano Silvio Gesell.
¿Por qué saca a colación Konstam el Scrip como la solución, no solo para los problemas del Deutsche Bank, sino para el gran agujero de liquidez de los bancos centrales, y por ende, su credibilidad? Porque es lo que nos viene, solamente para salvar a los bancos una última vez.
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