Cumbre de París acordó “cero emisiones netas”

La fuerte inversión hacia las energías alternativas ocurre cuando la demanda energética global se duplica en 20 años.





La Convención de París de 196 países sobre cambio climático (COP21) acordó mantener el alza de la temperatura global por debajo de 2°C con relación a los niveles preindustriales, y procurar limitarla a 1,5°C por encima de esos niveles, en el sobreentendido de que es ineludible luego “cero emisiones netas” de dióxido de carbono (CO2) a partir de 2030.

En los próximos 15 años, el objetivo de la sociedad global es necesariamente “cero emisiones netas” de CO2, lo que obliga a eliminar de la actividad productiva a vastos sectores que queman combustibles fósiles – carbón, petróleo, gas – y a convocar a los inversores para que se vuelquen a los sectores de bajo contenido carbónico (solar, eólica, mareomotriz).

Equivale a desatar una gigantesca transición histórica que exige inversiones por US$13 billones en 2030 (Banco de Inglaterra), acompañada por la clausura de un tercio, o más, de las actuales reservas de carbón, petróleo y gas.

El vuelco de la inversión hacia las energías alternativas tiene lugar cuando la demanda energética global se duplica en 20 años, y los combustibles fósiles cubren todavía 80% de la oferta mundial. Las plantas de carbón construidas o planeadas en este momento –2/3 en Asia– agregarán 1.800 millones de productos carboníferos adicionales en 2030, con un aumento de la emisión de CO2 de un tercio o más.

La temperatura mundial aumentó 1°C desde la primera revolución industrial (1780-1840). Implica que, aun logrado el objetivo de 2°C por debajo de los niveles preindustriales, alcanzaría a 3°C en 2050. Se ingresaría entonces en una crisis sistémica, que golpearía ante todo a Africa Subsahariana y Sur de Asia.

Moody’s señala que tres industrias –generación de energía, carbón, terminales carboníferas– poseen deuda por US$512.000 millones sometida a “… un inmediato y elevado riesgo de cambio climático”; y que otros 8 sectores (encabezados por automotrices, mineras, refinerías de petróleo) están endeudados en US$1,5 billones con “ … alto y creciente riesgo climático”, y que otros 18, con deuda por US$7 billones, enfrentan “… riesgos climáticos de mediano término”.

Allianz – mayor grupo asegurador alemán – ha resuelto “… no invertir en compañías que deriven más de 30% de sus ingresos de la industria del carbón”, lo que obliga a una desinversión inmediata de US$238 millones.

Las energías alternativas generan ya la mitad de la generación adicional (sería 70% en 2030). Las pérdidas por el cambio climático se han triplicado desde 1980; eran US$10.000 millones anuales y aumentaron a US$50.000 millones en la última década. Lloyd’s advierte que el cambio climático puede aumentar 30% el riesgo de la seguridad alimentaria a fin de siglo.

El calentamiento de la atmósfera está más allá del ciclo de los negocios (3 / 5 años) y del crédito (10 / 15 años). Pero después de la COP21 se ha convertido en la cuestión fundamental de la estabilidad financiera global. La nueva direccionalidad de las inversiones globales hacia las energías alternativas obliga a revaluar a todos los activos, y fijar costos y oportunidades acordes con la nueva situación. “El pasado no es prólogo”, dice el Banco de Inglaterra, y el futuro presenta riesgos catastróficos sin precedentes.

La Cumbre de París es un ejemplo extraordinario de gobernabilidad del sistema mundial. Es una decisión política, no técnica. El siguiente paso –“emisión cero”– obliga a establecer un Estado mundial, una autoridad política capaz de conducir a la sociedad global en la resolución del cambio climático, el daño principal infligido al planeta por el desarrollo industrial de los últimos 200 años.
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