El cerebro y la estructuración del sistema de preferencias electoral

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Aunque, por supuesto, tomamos decisiones conscientes, nuestro cerebro desarrolló un mecanismo que muchas veces está basado en memorias y emociones previas. Gran parte de nuestras decisiones se hace en forma automática y no llega al nivel de la conciencia.

En todos los procesos de decisión participan dos componentes: el emocional y el racional. Depende en cada caso cómo se muestren los datos. Entonces uno decide votar por consideraciones emocionales o necesidades como la seguridad o beneficios familiares.

En cada decisión se consideran argumentos racionales y emocionales. Ambos procesos activan la parte de la corteza frontal más cercana a la frente (corteza prefrontal) pero lo hacen de manera distinta. Cuando priman los aspectos emocionales de una decisión se activa más la parte medial de la corteza prefrontal. En cambio, cuando priman las consideraciones racionales se activa en mayor medida la parte lateral de esa corteza.

En el corte interior, en el medio del cerebro, en el plano que separa los dos hemisferios, se pueden identificar subdivisiones de la corteza frontal. Por ejemplo, la corteza ventromedial prefrontal y la corteza orbitofrontal, que coordinan distintos elementos de la toma de decisiones. De manera imperceptible, como si cada alternativa decantase naturalmente, comparamos el universo de opciones posibles en una balanza mental, lo ponderamos y finalmente decidimos. Sobre esas alternativas ponemos en acción los circuitos cerebrales que conforman la maquinaria de la decisión.

Son varias las zonas involucradas en la toma de decisiones, la corteza frontal desempeña un papel clave. Esta área cerebral permite integrar la información del contexto, recibe la información de los cambios que se producen en el organismo y participa en la regulación de los estados de ánimo. Se trata de la parte del cerebro que tiene que ver mayormente con nuestra identidad. Las personas que sufren una lesión en esta zona, cambian su comportamiento: prefieren la recompensa inmediata y no piensan en las consecuencias a largo plazo e hipotecan su futuro.

En el caso de las elecciones presidenciales, habrá quienes decidan su voto recién a último momento y esto puede ocurrir por una situación de incertidumbre provocada porque las propuestas se parecen mucho, entonces racionalmente se dificulta tomar una decisión y pasa a jugar un lugar fundamental las emociones y la intuición. Muchas veces ocurre lo mismo cuando estamos bajo el dominio de alguna situación límite o estrés,  al tomar una decisión, además de ejecutar la opción elegida, el cerebro genera una creencia. Es lo que percibimos como confianza o convicción en lo que hacemos.
El cerebro toma microdecisiones que luego toman la forma de la gran decisión, la decisión definitiva.

Entre la razón y la emoción

Según algunas teorías neurocientíficas, es en el inconsciente donde residen los mecanismos que condicionan nuestras decisiones, los factores causales de nuestros actos, es decir, que una persona toma decisiones en un ambiente emocional y después las justifica racionalmente. Sin embargo, dicha teoría se enfrenta a otra en la que la razón es protagonista y la conciencia tiene poder de veto y puede frenar a la decisión emocional. Se trata de una discusión que se está dando en la actualidad.

El juego entre consciente e inconsciente, razón y emoción, se da de forma constante. Uno puede analizar de forma racional las propuestas políticas, pero también se encuentra condicionado por las ideas políticas, su historias de vida, las posturas y gestos del candidato, si habla mal de sus oponentes (lo cual genera hostilidad), incluso hay estudios sobre como los humanos percibimos los rostros y estos nos parecen más atractivos y amigables.

En 2005, Alexander Todorov, psicólogo búlgaro de la universidad de Princeton, Estados Unidos aseguró que los rostros de los políticos podían otorgar una percepción sobre su competencia. En el mismo sentido,  el jefe del laboratorio de psicología experimental de Fundación INECO, Agustín Ibáñez, demostró que el cerebro detecta automáticamente (en menos de 170 milisegundos) si un rostro integra o no el propio grupo de pertenencia y le asigna una valoración positiva o negativa mucho antes de que la persona responda.

Las emociones son claves para todas las decisiones de la vida y también para las políticas,  en 2004 durante la campaña presidencial de Estados Unidos se investigó a un grupo de simpatizantes demócratas y republicanos. Los observaron mediante un resonador funcional mientras escuchaba discursos de los candidatos Bush y Kerry en los que se contradecían entre ellos. Entonces, los republicanos fueron críticos con Kerry y los demócratas con Bush; sin embargo, los dos grupos fueron benévolos con sus propios candidatos. Estos estudios mostraron que las áreas más activas durante el estudio fueron las vinculadas con el procesamiento emocional. Las áreas racionales se mantuvieron sin mucha actividad.

Similar a la intención de compra

La intención de compra tiene algunas similtudes con la intención de voto.

Para analizar ciertos cruces y puntos de contacto, se utiliza -entre otras técnicas- la resonancia magnética para leer las reacciones cerebrales de los compradores y lo mismo realizan con los votantes. A través de una pantalla se les  muestran imágenes de los distintos candidatos y  se estudia su mapeo cerebral, qué sucede cuando ven a cada uno. Lo que se nota en la mayoría de los casos es que las emociones cumplen un papel fundamental.

El político que no lo entiende así tiene pocas chances de ganar. Los que comprenden este punto incluyen en sus discursos temas que apelan a la familia, el futuro de los hijos, para de alguna manera tocar las emociones.

El cerebro político

La motivación es un factor clave para que la obtención de información política ascienda en la lista de prioridades del cerebro
Las estrategias de búsqueda del cerebro son dos. Una es la focalización sucesiva sobre la totalidad de los atributos de cada uno de los candidatos, y la otra es la comparación entre todos los candidatos en base a sus atributos.

Decodifica la información y lo hace siguiendo el mapa de la realidad construido por cada persona. Produce una decisión primaria de voto que se deriva de los juicios establecidos acerca de los candidatos. Esta decisión primaria está intensamente teñida de factores emocionales, buena parte de ellos de carácter inconsciente.