La deflación sigue siendo problema grave en Japón

Los datos del índice de precios durante el mes de agosto han recreado el fantasma de la deflación, en una economía nipona que lleva tres años sometida a una terapia basada en el costo casi nulo del dinero y que busca llevar el aumento de los precios a un nivel de 2% anual.



Tres años después del triunfo electoral del primer ministro Shinzo Abe y del comienzo de la “Abenomics“, el indicador de precios de Japón mostró en agosto una caída del 0,1% con respecto al mismo mes del año pasado, lo que ha sido visto como un fracaso del plan oficial para fomentar la inflación.

Sin embargo, esa bajada del índice está influida en gran medida por el descenso de los precios de la energía que, de esta manera, configura un factor que contrarresta la tendencia claramente alcista de los precios del mercado interno, entre los que destacan los de los alimentos, servicios y otros bienes industriales de consumo masivo.

La presión al alza de estos productos estaría indicando que la economía japonesa está utilizando al máximo la capacidad instalada de su industria, dijeron algunos analistas, aunque otros se inclinan a explicar la tendencia hacia arriba de los precios por la caída del valor del yen.

En cualquier caso, este último indicador de los precios va a empujar al Banco de Japón a reconsiderar su política monetaria, lo que significa que podría inclinarse a profundizar la emisión para ayudar a que la inflación trepe hasta el objetivo de la institución, que es del 2% anual.

Hasta aquí es claro que hay signos de inflación en el mercado interno, al tiempo que hay un empuje hacia la deflación debido a la influencia de los precios de la energía. A finales del mes de octubre, el Banco de Japón actualizará sus pronósticos económicos, teniendo en cuenta principalmente el lento crecimiento de su producción y el desplome económico en China y en los mercados emergentes de todo el mundo.


Pero, el presidente del banco central nipon, Haruhiko Kuroda, el arquitecto de la “Abenomics”, se mostró optimista a pesar de los datos de agosto y los análisis adversos, y señaló que “la inflación se ha tornado negativa por la influencia de los precios declinantes de la energía, pero la tendencia subyacente de los precios es sólida”. En este sentido, insistió en la eficacia de la política económica y monetaria en vigor al subrayar que los incrementos de los precios internos de una amplia franja de bienes domésticos son un síntoma de que su orientación está funcionando.

En realidad, los cuestionamientos de la “Abenomics” son de larga data, podría decirse que desde su misma instrumentación ha habido críticos acérrimos a estas políticas, como fue el caso de Yoshimasa Maruyama, del Instituto de Investigación Económica de Itochu, quien hace dos años consideró que que el objetivo inflacionario marcado era difícil de alcanzar.

La economía de Japón es la tercera a nivel mundial, detrás de Estados Unidos y China. La cooperación entre el Gobierno y las industrias, la costumbre japonesa del trabajo duro y el dominio de la tecnología han llevado a Japón al éxito económico del que disfruta hoy en menos de medio siglo, a pesar de la deflación que la golpea en las últimas dos décadas.