Rusia y China: centros de decisiones del brics




ARIEL NOYOLA RODRÍGUEZ

La pérdida de hegemonía de Estados Unidos y el surgimiento del BRICS. Los motivos de la alianza y las primeras medidas impulsadas por Rusia y China. La apuesta por un gran espacio euroasiático y la construcción de un nuevo orden mundial multipolar.
El sistema mundial es testigo de convulsiones geopolíticas promovidas por elimperialismo norteamericano. Ya sea para garantizar el suministro de recursos naturales de carácter estratégico -petróleo, gas, metales, minerales, agua, biodiversidad-, para socavar el ascenso de las economías emergentes, o para mantener su influencia en la determinación de las políticas nacionales, Estados Unidos se resiste por todos los medios posibles a perder su hegemonía global.
Sin embargo, el desvanecimiento de la unipolaridad estadounidense parece inevitable. Desde el año 2001, cuando el economista de Goldman Sachs, Jim O’Neill, inventó el acrónimo del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), Washington encuentra mayores dificultades para contener el protagonismo económico y geopolítico de China y la Federación rusa, los centros de decisiones del BRICS.

Estados Unidos se resiste por todos los medios posibles a perder su hegemonía global. Sin embargo, el desvanecimiento de la unipolaridad estadounidense parece inevitable.
En la actualidad, ante las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europa (por la incorporación de Ucrania a territorio ruso), la política exterior del Gobierno de Vladimir Putin gira en buena medida en torno al eje
Asia-Pacífico. China por su parte, está temerosa de que con el apoyo de Japón, Estados Unidos incremente su posicionamiento militar en los mares del sudeste asiático.
En consecuencia, tanto Rusia como China encontraron motivos de sobra para articular una alianza de largo aliento que les permita sacar provecho del acoso imperial de Washington y sus vasallos europeos. En ese sentido, no han escatimado energías en impulsar la construcción de instituciones orientadas a erigir un orden mundial multipolar. Es que ante un eventual agravamiento de la crisis global, Rusia y China se han propuesto incrementar los vínculos de cooperación económica y financiera en el seno del BRICS para, de esta manera, disminuir gradualmente el peso de Estados Unidos y la Unión Europea en sus relaciones económicas.
Cabe mencionar que desde que asumió la presidencia del bloque pentapartita en abril de 2015, el presidente Vladimir Putin hizo hincapié de inmediato en la necesidad de acelerar la puesta en marcha del nuevo banco de desarrollo del BRICS, así como del Acuerdo de Reservas de Contingencia (CRA, por sus siglas en inglés).
Ambas iniciativas se anunciaron originalmente en la VII Cumbre del BRICS, realizada en Brasil en 2014. En aquel entonces se había revelado que las consecuencias de la crisis hipotecaria (‘subprime’) estadounidense, no sólo no habían desaparecido, sino que las economías emergentes comenzaban a presentar problemas económicos mayores por el desplome de los precios de las materias primas (commodities).

Tanto Rusia como China encontraron motivos de sobra para articular una alianza de largo aliento. […] En ese sentido, no han escatimado energías en impulsar la construcción de instituciones orientadas a construir un orden mundial multipolar […] como el nuevo banco de desarrollo del BRICS y el Acuerdo de Reservas de Contingencia.
De esta manera, las bolsas de valores de los mercados emergentes fueron incrementando su volatilidad, mientras que sus monedas nacionales perdían terreno ante la divisa norteamericana. Los saldos superavitarios de las cuentas corrientes disminuyeron producto de la caída del valor monetario de las exportaciones de materias primas (commodities) y las tasas de crecimiento se desaceleraron, incluso en muchos casos con el riesgo latente de caer en recesión. Ya a mediados de 2014, de cara a la caída abrupta del precio del petróleo, para Rusia quedó claro que había que tomar medidas que permitieran “capear el temporal económico”.
Mientras que hace apenas unos meses los líderes del BRICS estimaban que quizás en un lapso de 5 años el nuevo banco de desarrollo y el Acuerdo de Reservas de Contingencia serían puestos en marcha, ahora se estipula que el inicio de las operaciones de ambas instituciones tendrá lugar durante el primer semestre de 2016. Ambas iniciativas contarán con un capital de 100.000 millones de dólares, un buen comienzo si se las compara con los recursos disponibles del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Se estipula que el inicio de las operaciones de ambas instituciones tendrá lugar durante el primer semestre de 2016. Ambas iniciativas contarán con un capital de 100.000 millones de dólares.

Por otro lado, no hay que soslayar que Rusia y China vienen promoviendo la integración económica de Eurasia, aquella región que en palabras de Zbigniew Brzezinski (consejero de Seguridad Nacional durante el gobierno de Jimmy Carter), sería el principal escenario de disputa por la hegemonía mundial. En esa región, China apuntala la articulación económica a través del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés) y el Fondo de la Ruta de la Sed (‘Silk Road Fund’).
Rusia por su parte, progresa en la consolidación de la Unión Euroasiática (conformada por Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Armenia y Kirguistán), y la Organización de Cooperación de Shanghái (China, Kazajistán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán), procesos de integración regional que han recibido un nuevo impulso de parte de Vladimir Putin, con vistas a consolidar el protagonismo de Rusia en Asia Central.
En las cumbres de ambas organizaciones, llevadas a cabo en la ciudad rusa de Ufá la semana pasada, se puso de manifiesto que la mira tanto de Rusia como de China está puesta en construir un gran espacio euroasiático, en donde los países emergentes tomen por primera vez las decisiones acerca de su propia integración.

Se puso de manifiesto que la mira tanto de Rusia como de China está puesta en construir un gran espacio euroasiático, en donde los países emergentes tomen por primera vez las decisiones acerca de su propia integración.
En suma, el BRICS se perfila como la punta de lanza de Rusia y China. Y, ya sea para consolidar sus aspiraciones regionales, o bien para contener las embestidas imperialistas dirigidas desde Washington y Bruselas, un nuevo orden mundial multipolar está comenzando a andar.