El panorama es sombrío para el PRO fuera de la avenida General Paz. La estrategia de apostar a candidatos “puros” se golpeó contra una realidad que el macrismo no conocía.
El horno amarillo no estaba para bifes. La ajustada elección que hizo el PRO en su bastión territorial el domingo pasado no puede leerse como un hecho aislado, sino como uno que se inscribe en un escenario más grande en el que sobran las derrotas, las ausencias y ahora también, los sustos. Si MauricioMacri no revalidaba sus credenciales en la Capital Federal, sus aspiraciones presidenciales hubieran quedado al borde del precipicio.
En las elecciones que hubo en 12 provincias, el PRO perdió en cinco, no se presentó en cuatro, apoyó al ganador de las elecciones en una, y ganó ajustadamente en su distrito. “Lo que le está faltando a Macri son aspectos simbólicos y un anclaje nacional. El PRO es un partido de la capital al que, encima, no le fue tan bien en sus propias elecciones”, dijo Roberto Bacman a Letra P.
El golpe más duro al riñón del armado PRO no fue propinado por un kirchnerista ni por un hombre del PJ, como hubiera sido de esperarse. Fue el ingeniero socialista Miguel Lifschitz quien privó al PRO de la única foto relativamente asegurada que tenía para demostrar su potencia como fuerza política nacional. Miguel Del Sel perdió y por ahora no parece dispuesto a dedicarle cuatro años al trabajo de posicionarse como un referente de la oposición santafecina.
Al tratarse de un distrito que representa alrededor del ocho por ciento del padrón electoral y con unas encuestas que daban como ganador a su candidato, la de Santa Fe era la madre de todas las batallas para el PRO. La diferencia fue mínima. El socialismo se impuso por apenas 1776 votos. La derrota fue tan grande que el kirchnerismo apenas tuvo que dar explicaciones por el tercer lugar de Omar Perotti, hoy candidato a senador nacional.
El macrismo decidió acompañar en Mendoza al radical Alfredo Cornejo, luego de que bajara la candidatura de Gustavo Senetiner, el presidente de Jóvenes PRO a nivel nacional. “Rápidamente le hicieron saber que era un socio menor en esa coalición”, sostuvo Bacman. Ese fue el sacrificio que el radicalismo le exigió para poder sacarse la foto y publicitar el triunfo radical en esa provincia como propio. El gesto le abrió las puertas de la intendencia de la capital mendocina al también radical Rodolfo Suárez, que ganó prácticamente sin resistencia alguna.
Córdoba fue un territorio que le rindió buenos frutos al armado macrista. La lista de unidad “Juntos por Córdoba”, un antibiótico de amplio espectro ideológico con el único propósito de derrotar a Schiaretti, logró 24 legisladores provinciales: 16 por distrito único y ocho departamentos. En ese armado, Macripudo imponer a su candidato para acompañar a Oscar Aguad como vicegobernador: Héctor Baldassi.
La elección de “Juntos por Córdoba” no fue mala, y también fue la única experiencia en integrar un actor local que no fuera la Unión Cívica Radical.Aguad perdió frente a Schiaretti por cuatro puntos porcentuales, poco más de 110 mil votos. “En lo general, el PJ en sus dos variantes obtuvo casi el 60 por ciento de los votos en Córdoba. Fue una derrota enorme para el PRO”, explicó Bacman. Más allá de la apuesta fuerte y el saldo legislativo, muy importante para consolidarse como fuerza política en Córdoba, el macrismo no pudo celebrar el triunfo y tener la preciada foto bailando bajo el confeti.
Otro distrito donde perdió el macrismo fue Salta capital. Las fichas amarillas jugaron un pleno en las PASO para el candidato Guillermo Durand Cornejo, pero perdió en la interna de Salta Somos Todos con el actual candidato a vicepresidente de Sergio Massa, Gustavo Sáenz. Se quedó en primera vuelta y no pudo ni siquiera mostrarse en una campaña del norte argentino.
La apuesta fue prácticamente testimonial en Neuquén. El PRO no esperaba ganar. No tenía candidato propio pero igual llegó a un acuerdo con la UCR local para formalizar su apoyo al actual intendente (y candidato por un cuarto mandato) de Neuquén capital, Horacio “Pechi” Quiroga. Pero en la provincia patagónica el Movimiento Popular Neuquino (MPN) es más fuerte que cualquier fuerza nacional y Omar Gutiérrez se impuso inclusive al candidato kirchnerista, que quedó segundo a ocho puntos. Tercero, lejos, quedó Quiroga.
En La Pampa, que no adhirió a las PASO, se votaron las Internas Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (IASO) en las que se dirimen, en realidad, las internas de un mismo espacio político que no han llegado a un acuerdo. Compitieron sólo el PJ kirchnerista y de oposición. El PRO, que tiene acuerdo con la UCR en la provincia, llevará como candidato en las generales aFrancisco Torroba.
Chaco fue otro de los distritos en los que el PRO jugó y perdió. Allí apostó porAida Ayala para las PASO provinciales, quien también contaba con el apoyo de gran parte del arco opositor antikirchnerista. No sólo Mauricio Macri manifestó su apoyo por la candidata radical de “Vamos Chaco”, también lo hicieronErnesto Sanz, Elisa Carrió y hasta Sergio Massa. Ganó Domingo Peppo, del Frente Chaco Merece Más (PJ), en parte por el enorme apoyo de Jorge “Coqui”Capitanich, que puso la cara para las boletas y la campaña.
El triunfo del Frente para la Victoria en La Rioja fue contundente. Sergio Casasse impuso por 16 puntos al radical Julio Martínez, de Fuerza Cívica Ciudadana.Mauricio Macri apoyó la fórmula como parte de su acuerdo con la UCR, pero poco más. No puede decirse que Martínez sea un candidato propio del partido amarillo porteño.
Corrientes celebró elecciones legislativas en junio, y quien resultó victorioso fue el gobernador radical Ricardo Colombi. Si bien él se había expresado a favor del acuerdo UCR-PRO a nivel nacional, en esa elección la fuerza liderada porMauricio Macri estuvo ausente ya que no presentó lista propia de candidatos.
En Río Negro y en Tierra del Fuego, el PRO directamente no presentó candidatos, con lo cual no se benefició ni perjudicó con los triunfos de AlbertoWeretilneck y Rosana Bertone, respectivamente. Tanto en Mendoza como La Rioja y Chaco, el partido de Mauricio Macri no presentó candidatos propios, sino que apoyó a los hombres de la Unión Cívica Radical.
Salvo el ajustado triunfo en la Capital Federal, Mauricio Macri no tiene muchas credenciales para mostrar al electorado. “Macri tiene el 26 por ciento a nivel nacional. Junto a los tres puntos de Sanz y al punto y medio de Carrió –si es que en política se puede sumar–, alcanza cerca del 30 por ciento. No es un valor menor”, explicó Bacman.
Allí donde participó con candidatos propios no pudo ganar la elección y, por otra parte, presentó triunfos ajenos como si fueran de su espacio político. En términos de estructura partidaria tiene una alta dependencia del radicalismo y no parece poder perforar ese 26 por ciento consolidado que le dan algunas encuestas.
El pésimo desempeño del PRO a nivel nacional y el hecho de no crecer en las encuestas explican en parte el timonazo ideológico el jefe de Gobierno porteño pegó el domingo pasado, luego del ballotage. “Macri sabe que tocó un techo y está buscando otros votos. Es muy obvio que está viendo que el segmento de ‘cambio puro’ ya está agotado”, sostuvo Bacman, y también agregó: “no es bueno que de un día para otro se cambie el discurso porque el candidato pierde credibilidad”.
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