Elecciones y consumo








Un estudio del economista Fabián Amico demuestra que el salario real actual es el mayor de los últimos 25 años y, más importante, que a partir de 2002 se quebró una tendencia a la caída del salario real que venía desde 1975.
En diálogo con Tiempo Argentino, Amico explicó que "el saldo más importante del estudio es que queda demostrado que se revirtió una tendencia a la caída del salario real a partir del piso mínimo histórico del año 2002. La curva para arriba del salario real ha ido en estos últimos años a una velocidad muy rápida."
Amico afirmó que ese ritmo ha sido muy dinámico, comparable con el de los salarios de China, aunque aclaró que estos últimos arrancaron de un piso mucho más bajo que los de la Argentina.


Amico no usó datos del Indec sino de trabajos académicos previos a su estudio.

El trabajo también deja una reflexión de cara al futuro: "Es importante que los sectores políticos que especulan con ajustar salarios sepan que cuando las mejoras salariales se incorporan al patrón de consumo del asalariado, es muy difícil que se pueda hacer un ajuste sobre esas remuneraciones. Es decir, se agrega una restricción política a la capacidad de hacer política económica. Esos sectores políticos van a tener mucha resistencia, no sólo en el terreno gremial sino también en el social más general. No se le puede pedir a un asalariado que acepte retornar a su patrón de consumo de años y décadas atrás", sentenció.

Factores

Amico identificó tres razones por las que se quebró la tendencia al descenso salarial que predominó en el período que va desde 1975 a 2002. En primer lugar ubicó la caída en la tasa de desempleo. "Existe una relación directa entre una tasa de desempleo alta y un salario real bajo", indicó. "En épocas de alto desempleo, el trabajador no discute salarios sino la estabilidad de los puestos de trabajo. Esto se vio con fuerza en los años de la convertibilidad, en los que no había reclamos de los sectores sindicales sobre los aumentos nominales de salario y sí planteaban en cambio un debate sobre los puestos de trabajo", agregó.


En forma empírica se puede mostrar como la curva que refleja el gran salto en la tasa de desempleo, entre 1989 (venía de antes la tendencia a la suba del desempleo) y 2002, se cruza con la curva descendente de los salarios reales en caída en esos mismos años.
El segundo factor que explica el cambio de tendencia en los salarios reales se encuentra en la modificación de la capacidad real de discutir salarios por parte de los asalariados. Durante la convertibilidad, la discusión colectiva estaba centrada en la mejora de la productividad sobre la base de la caída del costo unitario de producción, cuya base, a su vez, era la caída del llamado 'costo salarial' con especial predilección por la represión del salario nominal. La estrategia antiinflacionaria descansaba en el ancla salarial.
"Esta situación se modificó desde 2003 porque se estableció una nueva realidad, una nueva relación de fuerzas, por la caída sistemática del desempleo y por la recuperación económica", señaló Amico. "El restablecimiento de las paritarias fue esencial para el cambio de tendencia", sentenció. El envión de las paritarias de 2003 vino de la mano, también, de los sucesos de fines de 2001, cuando se quebró la cadena de contratos y relaciones comerciales y el sistema de conjunto tendió a su desintegración. El resultado político de ese desmadre, el Argentinazo y sus consecuencias, marcaron a fuego las decisiones políticas de los gobiernos que siguieron.


"El restablecimiento de las paritarias fue esencial para el cambio de tendencia".

El tercer elemento que marca Amico es el del crecimiento del PBI por habitante. "Se produce una mejora en la calidad de vida del conjunto", señaló Amico. "Un cambio en la evolución de los salarios, si es lo suficientemente persistente, puede inducir un cambio en los niveles de consumo habituales, y conducir a una ampliación de la canasta de bienes, modificando los 'hábitos y costumbres'. Este efecto es particularmente relevante cuando la economía crece sostenidamente y por ende se incorporan nuevos patrones de consumo", expresa el trabajo de Amico publicado por el centro de estudios Cefid-Ar.

En el balance. Amico remarcó una advertencia para gobernantes: "Más que enfatizar un control sobre el aumento nominal de los salarios, lo que sí es imprescindible hacer es solucionar la restricción externa, ya que mientras el primero hace a una puja distributiva entre empresarios y asalariados que debe ser acotada por el Estado pero que no tiene consecuencias en el conjunto de la economía, la segunda puede derivar en una recesión y una caída general de ingresos. En 2014, a la caída del salario real hay que agregarle los costos de la devaluación en términos de estancamiento que no resolvieron la retricción externa. Para salir de ese problema no hay que mirar los salarios."