El mapa de arena de la elección visto por el sciolismo y el macrismo

Scioli confía en ganar cómodo el norte y Macri el centro. Y la gran pelea es Buenos Aires.


Daniel Scioli y Mauricio Macri tienen la cancha marcada. En sus equipos saben en qué regiones del país deben ampliar diferencias y dónde tienen que remontar un escenario adverso para ganar la elección presidencial.


Para ordenarse, dividen la elección en tres tercios claves: el norte del país, la franja central y la provincia de Buenos Aires, que concentra dos terceras partes de sus votantes en el conurbano bonaerense. De ahí la importancia de ese territorio en la definición de un nuevo presidente.

El peso de la Patagonia es escaso: en las últimas presidenciales, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Chubut, Neuquén, La Pampa y Río Negro sumaron poco más del 6% de los votantes y como la mayoría de las provincias conservan un bipartidismo marcado y parejo, su incidencia en el resultado final es todavía menor.

Daniel Scioli y Mauricio Macri saben que la pelea está en el resto del país y ya pusieron manos a la obra. En el norte ambos esperan un triunfo del Frente para la Victoria y el dilema es por cuanto.


Se trata de 11 provincias que en 2011 oscilaron 6 millones y medio de votantes: Catamarca, Corrientes, Chaco, Tucumán, Santiago del Estero, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, Salta y San Juan.

En aquella elección Cristina arrasó en casi todas con más del 50%, los gobernadores se consagraron con holgura y la oposición, igual o peor que cuatro años antes, exhibió serias debilidades para fiscalizar los comicios. Son recordados los triunfos oficialistas por casi el 100% en municipios de Santiago del Estero.

Sólo hacen pie los líderes de la UCR, con candidatos que intentan destronar a los gobernadores de siempre, persistencia que más empujó a Macri a aliarse con ellos en marzo.

“El gobierno está muy bien porque hubo una acción del Estado. Mauricio lo notó en cada recorrida y no pudo hacérselo entender al círculo rojo, que diagrama la elección como si esta región no existiera”, admiten en el PRO, en su constante cortocircuito con el establishment.
En cualquiera de esas provincias Macri puede orillar los 30 puntos en las encuestas pero la incógnita es qué pasa con el resto.


El valor de las encuestas es otro aspecto a considerar. Los candidatos dicen que las mediciones se reducen a las capitales de provincias, que si bien suelen representar a la mitad de sus votantes no quita que la otra parte no pueda influir, sobre todo si se vuelca para un solo lado.


“Hay que ganar por 20 o 30 puntos. Es la apuesta para no sufrir en el centro”, le explicó a LPO un legislador norteño del oficialismo. Tal vez con ese objetivo, Scioli y Zannini iniciaron la campaña con muchos actos en el norte. Y los gobernadores parecen los más entusiasmados con la fórmula.

El centro de Macri

Macri se siente cómodo en las provincias centrales, donde descuenta su triunfo, cree no tener problemas para fiscalizar y confían en crecer.

Para el PRO su candidato no tiene techo en Capital Federal y Córdoba, con cerca de 2 millones y medio de votantes cada una. Aunque no se engañan y admiten que Scioli está por encima de las pobres actuaciones de los candidatos locales del FpV, diagnóstico que se repite en toda la región.


En Mendoza y Santa Fe los referentes del PJ ven mucho mejor al gobernador, con esperanza de llegar parejos a agosto y hasta robarle algún punto en octubre.


Para eso ya buscan nuevos aliados como José Manuel de la Sota y Adolfo Rodríguez Saá, candidatos presidenciales cuyo escaso capital electoral se concentra en la región central.

Sergio Urribarri deberá ayudar en Entre Ríos, donde viene de ganar cómodo varias elecciones pero Macri acaparó el voto radical, que nunca dejó de ser la única minoría capaz de copar cada distrito.

En el PRO no observan dificultades para fiscalizar esta zona, porque ya participaron de elecciones provinciales en casi todas las provincias.

Sumados, estos distritos tuvieron casi 10 millones de electores en 2011, un tercio del total del país pero menos que la provincia de Buenos Aires, la madre de todas las batallas.

La patria bonaerense


Con más de 11 millones de electores, Buenos Aires es una vez el territorio en disputa para definir al próximo presidente de los argentinos.


Cerca de 8 millones de esos votantes están en el conurbano, el territorio que bordea a la Capital Federal y aglomera decenas de asentamientos pero también centros urbanos de una heterogénea población.

El resto de los bonaerenses se distribuyen entre La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca, otras ciudades un poco más pequeñas como Tandil, Olavarría y Tandil y decenas de pequeños distritos rurales. Macri le tiene fe a este tercio, pero sabe que no puede imponerse por tanto y menos marcar una tendencia.

La verdad de la Provincia es el conurbano y su influencia en la definición de un presidente tiene antecedentes insoslayables como el de 2003, cuando Néstor Kirchner pactó con Eduardo Duhalde, ganó por cinco puntos en Buenos Aires y se pudo meter en el ballotage con Carlos Menem, que finamente nunca ocurrió.


La primera y la tercera sección electoral, las franjas norte y sur del conurbano, son el territorio en disputa por las próximas semanas y Macri decidió abocarse a él con recorridas diarias.

El Frente para la Victoria cree que saldrá fortalecido por la primaria entre Julián Domínguez y Aníbal Fernández, que logró movilizar a intendentes y gremios como pocas veces estos años.


Fue el objetivo de Cristina Kirchner cuando reunió a ambos y a Fernando Espinoza en la quinta de Olivos, horas después de saber que Florencio Randazzo se había negado a competir. “Arreglen esto”, fue el pedido.

“Cristina sabía que no podía imponer a Domínguez y por eso habilitó la interna. Sabe que para ganar no hay que arriesgar nada en el conurbano”, interpretóun viejo conocedor de estas definiciones.

En el kirchnerismo creen que Scioli llegará 40 puntos en la provincia, aunque las mediciones todavía lo colocan un poco atrás, como si no pudiera acaparar aún al votante herido de Randazzo. Macri llegó a 30 hace tiempo y busca crecer con sus recorridas.


Cada punto son muchos votos y de ahí el valor del aparato y la fiscalización en zonas hostiles muy pobladas. “Los intendentes no pudieron evitar que la Alianza ganara en 1999 y en el primer cordón hasta perdieron las intendencias. Pero en ese época la fiscalización era mano a mano y en muchos distritos se negoció el triunfo de De la Rúa a cambio de conservar la intendencia”, diferencian en el FpV.


La misma fuente recuerda que en 2007 Elisa Carrió mandó fiscales a ciegas a algunos distritos y tuvo la peor de las experiencias. Con estrategias múltiples, hace meses que Macri intenta evitar que le pase lo mismo, pero hasta el 9 de agosto nadie se anima a arriesgar si son efectivas. Experiencias como la reciente elección a gobernador de Chaco, hacen dudar a más de uno.

La otra incógnita es cómo le irá a Sergio Massa y a quien molestará su supervivencia. Darío Giustozzi volvió al kirchnerismo entre otras cosas porque el tigrense se caía a pedazos en el conurbano sur, pero en su norte natal conserva un margen de aceptación. En el PRO creen que el resta al FpV y en el Fpv al PRO.

La mayoría de los intendentes que fueron massistas hoy caminan con Scioli para ayudarlo a ganar. Como hacen con cada peronista que estuvo cerca de llegar a la Casa Rosada.