Si ahora ocurriera un Grexit, prepárense para un Italexit el año que viene

El fracaso a la hora de lograr un acuerdo en Grecia trae su causa primera en el error de diagnóstico. Al final, el paciente empeoró y lo que ahora quiere es que dejen de tratarle.



Como ha venido repitiendo desde el comienzo de esta crisis el ministro de finanzas Yanis Varoufakis, Grecia no tenía una crisis de liquidez, sino una crisis de solvencia. Esta última fue causada por una crisis de competitividad y empeoró con la crisis financiera. Y este tipo de crisis no pueden ser resueltas con recortes y más recortes, sino sólo con una estrategia seria de inversiones acompañada de reformas serias –no palabreras— (por ejemplo, en la forma de llevar el Estado y, por consiguiente, de manejar los impuestos) para devolver competitividad a la economía.



Las condiciones del rescate deberían, pues, haber sido condiciones capaces de estimular el tipo de reforma del sector público y de estrategia de inversión que caracteriza a muchas de las potencias competitivas de la Europa septentrional (incluida Alemania). Grecia no debería hacer lo que Alemania dice que hace (austeridad), sino lo que Alemania realmente hace (invertir).



A lo largo de la última década, Alemania ha invertido en todas las áreas clave que no sólo incrementan la productividad, sino que crean también crecimiento inducido por la inversión. Empresas como Siemens son el resultado de una dinámico ecosistema público-privado en Alemania, con un elevado gasto público en vínculos ciencia-industria (Institutos Fraunhofer), la existencia de una grande y estratégica banca pública (KfW) que suministra capital paciente, comprometido y a largo plazo a las empresas alemanes, un tipo de gobernanza empresarial a largo plazo por las partes interesadas (en vez del modelo de accionista cortoplacista anglosajón que la Europa meridional ha copiado), una proporción de I&D/PIB por encima de la media (en vez de la baja proporción que se observa en Grecia, Portugal e Italia), inversiones en entrenamiento vocacional y capital humano, así como una estrategia finalista de "cambio energético" centrada en el reverdecimiento del conjunto de la economía.



Imaginen lo distintos que serían los resultados a que hubiéramos asistido, si las negociaciones hubieran versado sobre una estrategia de inversiones vertidas sobre Grecia, n vez de meros recortes. "OK, te rescataremos, pero reforma tu país, y lanza inversiones públicas (del tipo antes mencionado), de modo que estés preparado para el desafío innovador de 2020".



En cambio, insistir en el statu quo rebosante de austeridad produjo una Grecia cada vez más débil, más desempleo y más pérdida de competitividad. Abandonada a su suerte ahora, la única esperanza será que se preste oídos a la insistencia de Varoufakis en un programa de inversiones a escala europea para encontrar al menos una solución a escala nacional. Tal vez pueda empezar con Grecia instituyendo un banco del desarrollo como el KfW, usándolo como punto de partida del tipo de estrategia de inversiones a largo plazo que deberían haber sido parte del "pacto" desde el comienzo. ¡Ah! y la competitividad de Italia es ugual de mala. De manera que si ocurriera ahora un Grexit y Europa no metiera en la sala a un médico de verdad, prepárense para un Italexit el año que viene.



Mariana Mazzucato es una economista de la Universidad de Sussex, autora de The Entrepreneurial State. Escribe regularmente en The Guardian.



Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench