Pichetto y Weretilneck: una historia de acuerdos y traiciones

Por: Ariel Boffelli | Para Letra P

La aplastante victoria de Alberto Weretilneck desempolva una serie de hechos que marcaron a fuego la gestión. El sentimiento de traición que desata la furia de los allegados al senador.


La aplastante victoria de Alberto Weretilneck desempolva una serie de hechos que marcaron a fuego la gestión. El sentimiento de traición que desata la furia de los allegados al senador.


Lágrimas. El llanto de algunos militantes, que buscaban una explicación, no inmutó a Miguel Ángel Pichetto. Con un gesto paternal, trató de consolar a los que se acercaban a saludarlo luego de que una opaca conferencia de prensa que oficializara lo inevitable: una histórica derrota en manos de un partido que apenas tiene meses de vida. Lejos de recibir el respaldo de la campaña, donde se mostró con los presidenciables del Frente para la Victoria Daniel Scioli y Florencio Randazzo, apenas estuvo con el dirigente del Movimiento Evita, Femando ¨Chino¨ Navarro en el anexo del hotel Austral.


Lejos, en el Alto Valle, esa región que puso en duda la celebración de las elecciones por los reclamos de los productores de pera y manzana, Alberto Weretilneck celebraba el triunfo que rediseñó el mapa político en Río Negro.

Desde la muerte de Carlos Soria, la vida de Weretilneck tuvo un giro interminable. Con la provincia conmocionada por la muerte del dirigente que llegaba a terminar con 28 años de radicalismo, soportó la constante presión de Pichetto que se mostraba como el único capaz de mantener el acuerdo de gobernabilidad peronista que se ideó.


Desde aquella calurosa mañana de enero de 2012 que entró a la Gobernación, el ahora mandatario electo comenzó una batalla contra el justicialismo que se había unido bajo el paraguas de la fórmula valletana. Fue así que la táctica de desgaste de los díscolos se utilizó a la perfección para dejar a la deriva a un gobernador sin estructura ni bendición de los propios.


Con el recuerdo de la derrota en 2007 en manos del radical Miguel Saiz, Pichetto quería sacarse la espina en su tierra, a la que nunca pudo manejar oficialmente por el notable peso morado, que marca una línea de votación difícil de romper. Y la reducida performance de Horacio Massaccesi, resistido hasta por varios de sus correligionarios (sin importar el manejo orgánico del partido), demostró que la vieja guardia debía volcarse a favor de Weretilneck sino quería más años de peronismo kirchnerista.


Viedma, epicentro de un gran acuerdo para que Juan Manuel Pichetto (Jr) no comience a forjar una oleada favorable al FpV, que no paró de mutar luego de que volara por el aire el bloque legislativo cuando Weretilneck "era parte", sirvió como punto de partida a favor de una jugada clara: que gane el oficialismo provincial.


La decisión de bajar al candidato de Juntos Somos Río Negro (JSRN) en los comicios municipales del 3 de mayo marcó el avance de los consensos que fueron clave en la Legislatura, terreno complejo cuando el pichettista Ariel Rivero se hizo cargo tras el fallecimiento de Carlos Peralta. Así fue entonces como se inició la puja por la renegociación de los Contratos Petroleros.


En una guerra sin fin con el heredero de la familia Soria, y la estructura de Pichetto con línea directa en la Rosada, tuvo que recurrir a un sector de la UCR que poco a poco fue mostrando sintonía e interés. De tal grado se estableció esa relación por conveniencia, que hasta un sector importante de la estructura radical (luego de que Massaccesi ganara la UCR) se puso a disposición para efectuar una de las mejores demostraciones de habilidad política: suspender las PASO. En un momento crítico de la gestión, logró que las elecciones primarias se anularan por un año con el único objetivo de tomar aire ante el bajón en las encuestas, gracias a la gestión de su principal aliado, el vicegobernador Pedro Pesatti.


Los beneficios de las regalías hidrocarburíferas, más la reestructuración política luego de despegarse de Sergio Massa, al que apoyó y posteriormente evitó (según los propios para hacer ruido en Nación), llegó fortalecido al 14 de junio a pesar de que los sondeos los dejaban muy lejos de su principal oponente. Fue así que dio un golpe certero al imponerse en San Carlos de Bariloche, la capital, toda la Línea Sur y hacer fuerza en distritos como San Antonio Oeste o General Roca.


Furioso, un activo militante del senador nacional y dirigente político de Viedma, no dudó en apuntarles a Martín Soria y María Eugenia Martini por el resultado que demostró las miserias del partido. "Siempre pasa lo mismo con estos tipos. Los Soria no cambian más", comentaba enojado con el recuerdo latente de la elección en 2007, cuando ¨El Gringo¨ comenzaba la gesta del PJ. Sobre Martini, que deberá afrontar elecciones en unos meses, fue igual de duro. "No se merece la ayuda de nadie", repitió sacado.


Ese es el sentimiento reinante en el kirchnerismo viedmense, que todavía no puede entender el destino de Pichetto y el de Weretilneck. "Esto no se puede explicar", volvió a decir el mismo dirigente sobre la avenida 25 de mayo, cuando toda la militancia se dispersaba.


Ahora, con la Legislatura netamente a favor de Juntos Somos Río Negro (pasará de 14 a 26 diputados y será la primera fuerza) se espera el avance de los dirigentes sub 40 del PJ que se respaldan en Soria, Maru Martini y el hijo de Pichetto, que debe correr desde atrás. Todo indica que el roquense comenzará a diagramar el operativo retorno para 2019 mientras Pesatti, que atrajo a un importante sector del peronismo a favor de JSRN, espera el momento para salir a caminar los distritos con el objetivo de que se repita un viejo apotema futbolero: una victoria trae otra victoria.