Nueva York: análisis de datos, clave en una política de seguridad

El año pasado tuvo el menor número de asesinatos desde 1963

Por Rafael Mathus Ruiz

 A mediados de febrero, Eric Roman, un residente del barrio de Queens de 28 años, fue acribillado a balazos. Para muchos, su muerte hubiera pasado inadvertida de no ser porque marcó un hito en la historia de Nueva York: puso fin a una racha de 12 días sin asesinatos, la más larga desde 1994.

Nueva York ha derrotado al crimen violento. El año pasado hubo 333 homicidios, el número más bajo desde 1963, cuando empezaron las mediciones. Este año la ciudad se encamina a tener una cifra aún más baja y a terminar de dejar atrás la violencia que la azotó durante los 90, cuando había seis asesinatos por día.

Durante mucho tiempo, la caída del crimen, que se replicó en otras ciudades del país, estuvo vinculada con la política de "mano dura". Pero un nuevo estudio, del Centro Brennan de la Universidad de Nueva York, ofreció otra explicación: no fue el "encarcelamiento masivo" lo que puso fin a la ola delictiva, sino la modernización del manejo de la policía y el uso de análisis de datos.

"Encarcelar a una persona cuesta entre 30.000 y 40.000 dólares por año. Tan caro como Harvard. Hay alternativas más baratas", dijo Lauren Brooke-Eisen, una de las investigadoras.

Según el informe del Centro Brennan, el aumento de los encarcelamientos "tuvo poco efecto en la disminución de la delincuencia violenta en los últimos 24 años".

En las últimas tres décadas, Estados Unidos puso tras las rejas a más gente (en su mayoría, afroamericanos) que cualquier otro país del mundo. En el caso de Nueva York, el estudio dio cuenta de cómo lograron aniquilar la ola delictiva tres alcaldes de vertientes políticas distintas: Rudolph Giuliani, Michael Bloomberg y Bill Di Blasio. Este último, el actual alcalde, tuvo recientemente una crisis con la policía por un caso de "gatillo fácil".

La "mano dura" o "tolerancia cero" de la policía de Nueva York se ganó fama mundial. Sin embargo, el estudio revela que una nutrida lista de razones alternativas, como por ejemplo el fin de la epidemia de "crack", explica el giro. Los expertos que trabajaron durante dos años en el informe de la Universidad de Nueva York destacaron cuatro: el aumento del ingreso, el envejecimiento de la población, la disminución en el consumo de alcohol y, sobre todo, la tecnología aplicada al manejo de la policía, en particular, el uso de una técnica de administración llamada CompStat.

Esta innovación, que tuvo un impacto más significativo en la caída del crimen, según el estudio, es una técnica para administrar la policía que implementó por primera vez en 1994 el comisionado de la policía William Bratton, visto aquí como el padre de la "tolerancia cero" que dio fama a los hombres de azul que custodian Nueva York. Otras ciudades norteamericanas y del mundo copiaron la estrategia.

A grandes rasgos, CompStat es una técnica que se basa en el análisis de datos para reunir información sobre patrones delictivos -para construir, por ejemplo, "mapas del crimen"- y ayudar a los jefes policiales a diseñar una respuesta rápida y efectiva para romper esos patrones.

En Nueva York, CompStat comenzó a aplicarse junto con la política de "ventanas rotas", la táctica de castigar crímenes menores, como el grafiti, el vandalismo o el desorden en la vía pública, para prevenir crímenes más serios.

El estudio no dio un veredicto sobre esta política, cuya efectividad es tema de debate: sus detractores sostienen que lleva a violaciones de libertades y derechos civiles y no previene delitos; sus defensores argumentan lo contrario. "Las dos cosas pasaron al mismo tiempo. Es difícil decir qué parte merece un mayor crédito", dijo a LA NACION Eric Piza, profesor de la Escuela John Jay de Justicia Penal.

Tanto él como Eisen coincidieron en que no existe una única razón que explica la caída en el crimen. Afirman que Estados Unidos ha dado pasos hacia un cambio de paradigma: enfocarse más en la prevención del crimen y el desarrollo de "policías predictivas" que en el castigo.

Las críticas al encarcelamiento masivo, un fenómeno que alcanza sobre todo a las minorías y que tuvo su apogeo en los 80 y los 90, se intensificaron en los últimos años. "La justicia penal ha estado basada en el castigo al crimen. En eso nos enfocamos por mucho tiempo. La noción de prevención es bastante nueva", dijo Piza. Eisen agregó que cada vez hay más estudios que dan sustento a la noción de que los agentes de seguridad pueden trabajar en la prevención del delito como alternativa. "Hay pasos en la dirección correcta", concluyó la investigadora del Centro Brennan.

La baja de la violencia ya influyó en los hábitos cotidianos de los neoyorquinos. El subte, uno de los pocos lugares donde convive toda la diversidad de la ciudad, era territorio de crimen, vandalismo y grafitis. Allí la policía fue contra las ofensas menores, como pintar grafitis o "saltar" el molinete, para prevenir crímenes más serios. Ahora, el subte, que funciona las 24 horas, es visto como un lugar seguro para moverse a cualquier hora.

En Manhattan había rincones "vedados" después del atardecer en algunos barrios, como Harlem, el East Village o el Lower East Side. Esos rincones se recuperaron. Justamente el Lower East Side es hoy un barrio popular de bares y restaurantes. Los neoyorquinos aún evitan Times Square, pero lo hacen por los turistas y no por el crimen.

El parque Bryant, pegado a la Biblioteca Pública, era una zona liberada para la venta y el consumo de drogas. Ahora, alberga un "cuarto de lectura" al aire libre, un festival de cine por la noche todos los veranos y una pista de patinaje en el invierno. Con todo, hay aún "zonas calientes", sobre todo en Staten Island, el Bronx y algunas partes alejadas de Brooklyn.
La limpieza de la Gran Manzana

333

Homicidios

Hubo en 2014. Es la cifra más baja de homicidios desde 1963, cuando comenzaron a medirse

12

Días sin asesinatos

Se registraron en Nueva York a principios de año. Es la racha más larga en más de 20 años

6

Asesinatos en los 90En la década de los 90 eran asesinadas seis personas por día, durante la ola más crítica de la violencia en Nueva York