Los únicos periodistas independientes, son los periodistas desocupados

¿Por qué es la BBC un vocero del poder ? ¿Por qué engañan a sus lectores el New York Times y el Washington Post?

¿Por qué no se enseña a los jóvenes periodistas a comprender los propósitos de los medios y a cuestionar las pretensiones y las malas intenciones de la falsa objetividad? ¿Y por qué no se les enseña que la esencia de una parte tan importante de lo que se llama medios no es información, sino poder?


La propaganda ya no es, como la llamó Edward Bernays, un “gobierno invisible”. Es el gobierno. Dirige directamente sin temor a contradicción y su principal objetivo e la construcción de "el sentido común", lo que está bien y lo que está mal.


La era de la información es realmente la era de los medios. A través de los medios se hace la guerra, se ejecuta la censura, se imparten la retribución y la diversión, una cadena de montaje de clichés y suposiciones.

Este poder de crear una nueva “realidad” se ha hecho durante mucho tiempo. Hace 45 años, un libro titulado The Greening of America causó sensación. En la portada estaban las palabras: “Viene una revolución. No será como las revoluciones del pasado. Se originará con el individuo”.

El autor, Charles Reich. Su mensaje era que decir la verdad y la acción política habían fracasado y que solo la “cultura” y la introspección podían cambiar el mundo.¿Qué habría pasado si los medios en el mundo hubieran cuestionado seriamente a George Bush y Donald Rumsfeld en 1991, e investigado sus afirmaciones, en lugar de transmitir lo que resultó ser propaganda?”


En otras palabras, si los periodistas hubieran cumplido su tarea, si hubiesen cuestionado e investigado la propaganda en lugar de amplificarla, cientos de miles de hombres, mujeres y niños estarían todavía vivos; y millones de personas no habrían huido de sus casas; la guerra sectaria entre suníes y chiíes podría no haber estallado y el Estado Islámico podría no existir actualmente.

Se dice que Rupert Murdoch es el padrino de la mafia de los medios, y nadie debe dudar del aumento del poder de sus periódicos, 127 en total, con una circulación combinada de 40 millones, y su red Fox. Pero la influencia del imperio de Murdoch no tanta, sus medios, muy fanantizados no perforan a la gene linda.


La propaganda más efectiva no se encuentra en el Sun o en Fox News, sino tras un halo liberal. Cuando The NewYork Times publicó afirmaciones de que Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva, se creyó en su falsa evidencia, porque no era Fox News, era el New York Times.



Lo mismo vale para el Washington Post y el Guardian.

En las noticias se hacen desaparecer países enteros. Arabia Saudita, el lugar de donde salierron los 19 suicidas del 11S, fuente de extremismo y terror respaldado por Occidente no interesa, excepto cuando hace bajar el precio del petróleo.

Después del crack económico de 2008 quedó al descubierto un sistema . En un segundo los bancos pasaron a ser mafiasde delincuentes con obligaciones hacia el público que habían traicionado.

Pero a los pocos meses –aparte de unas pocas piedras lanzadas por excesivas “bonificaciones” corporativas”– el mensaje cambió. Las fotos de archivo policial de banqueros culpables desaparecieron de los tabloides y algo llamado “austeridad” se convirtió en el agobio de millones de personas de a pie.

Actualmente muchas de las premisas de vida civilizada en Gran Bretaña se están desmantelando con el fin de pagar una deuda fraudulenta, la deuda de unos delincuentes. Se dice que los recortes por la “austeridad” ascienden a 83.000 millones de libras esterlinas.



Es casi exactamente la suma de impuestos evitados por los mismos bancos y por corporaciones como Amazon y por News UK de Murdoch. Además, los bancos deshonestos reciben un subsidio anual de 100.000 millones de libras en seguro gratuito y garantías, una cifra que financiaría todo el Servicio Nacional de Salud.



¿Quién defiende a la mayoría? ¿Quién cuenta su historia? ¿Quién hace constar la realidad? ¿No es lo que supuestamente deben hacer los periodistas?

En 1977 Carl Bernstein, famoso por el Watergate, reveló que más de 700 periodistas y ejecutivos de las noticias trabajaban para los servicios de inteligencia. Incluye a periodistas del New York Times, Time y las redes de televisión. En 1991, Richard Norton Taylor del Guardian reveló algo similar en este país.

Assange generó tanta bronca porque WikiLeaks arrancó la careta de una elite política sostenida por los periodistas.

“Cuando la verdad es reemplazada por el silencio”, dijo el disidente soviético Yevtushenko, “el silencio es una mentira”.

Este tipo de silencio es el que deben romper los periodistas.

En el Siglo XVIII, Edmund Burke describió el papel de la prensa como el Cuarto Poder que controla a los poderosos. ¿Fue verdad algún día?

Hace 100 años desde la Primera Guerra Mundial, los periodistas han sido recompensados y honrados por su silencio y colusión. En el clímax de la matanza, el primer ministro británico David Lloyd George dijo en confianza a C.P. Scott, editor del Manchester Guardian: “Si la gente realmente conociera [la verdad] la guerra se pararía mañana, pero por supuesto no la conocen y no pueden conocerla”.