La inseguridad y la corrupción como ejes de campaña

Cuando lo que se propone es un estado ausente, un estado que no se pone del lado de los ciudadanos frente a la fortaleza de poderes constituidos como las corporaciones, cuando la propuesta es desregular todo, flexibilizar las relaciones laborales, tomar distancia en salud, educación, vivienda, infancia, previsión social, etc. Cuando la propuesta política apunta a que basta con crear un “buen clima de negocios” para que lleguen las inversiones, cuando hoy dos de los principales de destinos de inversión de capital de riesgo son China e Irak. Y me pregunto: ¿Las inversiones van a China o a Irak, por la seguridad jurídica o la institucionalidad?
Cuando la propuesta política es darle al mercado el rol de la política , la lucha contra el delito se constituye en la “vidriera de la política”. Los únicos ejes discursivos que le quedan a quien propone que un estado “que deje hacer”, son la inseguridad y la lucha contra la corrupción.

La inseguridad genera miedo, el miedo paraliza. Hablarle a alguien que tiene miedo es bastante sencillo. La apertura y receptividad se potencian y cualquier aliciente será bienvenido.

En ese único terreno donde, según estos postulantes,  el estado debería intervenir, es donde estos candidatos entienden que tienen que probar su valía para conseguir votos. Es ahí donde en lugar de plantear, proponer y discutir políticas de vivienda, de inclusión, de educación, laboral, territorial, de promoción de la industria, de medio ambiente, de energía, de discapacidad, de integración regional, de previsión social, etc. Lo que queda es exhibir “dureza” en el abordaje de la inseguridad.

La corrupción del otro genera indignación,  la propia no.. Cuando la otredad, poderosa, aspirada, e inalcanzable, atraviesa los márgenes de la ley proporciona una plataforma poderosa de castigo moral a quien no se quiere. Cuando el ciudadano de a pie, compra un registro de conducir, evade impuestos, estafa a un socio, vende o compra mercadería de dudoso origen, "pasa" por la aduana cosas, trampea, roba, se queda con lo que no es de el en un negocio, no.

Muhos estacionan en un garaje, dejan el auto en segunda fila y lo cierran, estacionan en lugares reservados para discapacitados, y todo eso les parece normal, hasta que se lo hacen a ellos, hasta que le dejan un auto en su garaje,  un auto en segunda fila que obstruye el tránsito, etc.

El que entendía claramente esto era Carlos Menem. En un video que vi hace poco, estaba el entonces presidente siendo entrevistado en el programa de Susana Giménez, y las preguntas y las respuestas fueron:

SG-¿Ud. hizo el servicio militar?

CM- No, mi papá buscó a un general amigo, y le tiró … (sonrisa) unos mangos … (sonrisa) y me salvó.

SG-Dicen que Ud. Es muy mujeriego…

CM- Y io no sé, eso es lo que dicen

SG-¿Es verdad que manejó la Ferrari a 250 km por hora?

CM- y la verdad es que me gusta velocidad.

La gente desea pagar para no hacer el servicio militar, para que no le hagan una multa, y a muchos hombres les gusta o les gustaría estar con varias mujeres. También andar en una Ferrari a alta velocidad. Si le preguntamos a la gente, nadie coimeo nunca a un policía, nadie es mujeriego, nadie viola las leyes de tránsito, nadie “necesita” una Ferrari, pero muchos la desean.

La gente dice y pide lo que necesita, pero vota por lo que desea

La decencia no es dato importante para el elector argentino cuando se siente económicamente bien, pero recurre a ella para acusar desde un pedestal moralizador al gobernante que ya le fastidia. Ocurrió con el menemismo, cuyos casos de corrupción sólo importaron al final de su ciclo. Con De La Rua, que no tuvo cosas buenas que mostrar, ocurrió de inmediato apenas se conoció el escándalo de las coimas senatoriales vía banelco.
Los casos Skanka, valijas venezolanas y demás pasaron sin que pasara nada, pero las denuncias de Lanata, por ejemplo, pegaron en ua étapa de caída de la actividad económica, por eso la herramienta conveniente para castigar al gobierno por la falta de pesos en el bolsillo.

La crítica moral es una crítica al ser, no al hacer. vos SOS corrupto, no es que tenes prácticas corruptas, nada bueno puede venir de ahi.

La gran pregunta para los que hacen política debería ser como transitar para que la queja moral sea otra, sea política, económica, social.

Inseguridad y anticorrupción no suman a menos que sean sean utilizadas en época de vacas flacas, y ahí puedan constituirse en herramientas de castigo y descarga del enojo por la falta de plata.