Grecia vota

Por James Mackenzie y Angeliki Koutantou

Los griegos votaban el domingo en unas elecciones en las que se espera un triunfo del partido de izquierda Syriza, que se ha comprometido a renegociar las condiciones impuestas al país por sus prestamistas internacionales.

Una victoria de Syriza implicaría el primer Gobierno en la zona del euro abiertamente comprometido con la eliminación de las condiciones de austeridad establecidas en un rescate de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.

"En Grecia, la democracia va a volver", dijo el líder del partido, Alexis Tsipras, tras votar en Atenas. "El mensaje es que nuestro futuro común no es el futuro de la austeridad", sostuvo.

Un triunfo de Syriza además representaría otra sacudida para Europa, después de que el Banco Central Europeo (BCE) anunció esta semana una enorme inyección de dinero al bloque de la moneda única.

Las mesas de votación se cerrarán a las 1700 GMT y 9,8 millones de griegos tienen derecho a voto. El primer sondeo a boca de urna se conocerá inmediatamente después del final de la votación, mientras que las primeras proyecciones oficiales serán reveladas dos horas y media más tarde y se actualizarán durante la noche.

Las últimas encuestas de opinión difundidas el viernes dieron al partido liderado por Tsipras, de 40 años, una ventaja de hasta 6,7 puntos con un rango esperado de votos de 31,2 a 33,4 por ciento, muy cerca del nivel que se requiere para una victoria rotunda.

Syriza parecía estar ampliando su ventaja frente al partido de centroderecha Nueva Democracia, del primer ministro Antonis Samaras. "Soy optimista porque creo que nadie quiere arriesgar el curso europeísta del país", dijo Samaras tras votar en la región occidental del Peloponeso.

Después de su crisis más severa desde la caída de la junta militar de 1974, la economía griega se ha contraído cerca de un 25 por ciento, con una deuda pública de un 175,5 por ciento del Producto Interno Bruto en 2014 desde el 146 por ciento de 2010.


"ES SUFICIENTE"

La economía griega emergió de la recesión el año pasado por primera vez en seis años y el desempleo comenzó a caer levemente, aunque pueden pasar años antes de que el país se recupere del todo.

Tsipras prometió mantener a Grecia dentro de la zona euro y ha descartado la amenaza de romper con los requerimientos pactados para el rescate de 240.000 millones de euros que recibe el país.

El líder izquierdista se ha comprometido a renegociar un acuerdo con la "troika" de prestamistas de Atenas, formada por la Comisión Europea, el BCE y el Fondo Monetario Internacional.

Miembros de Syriza han dicho que pedirían una "tregua" de seis meses con la cual el programa de rescate, cuya fecha de término es el 28 de febrero, entra en una pausa mientras comienzan los diálogos con los acreedores.

Pero el resto de Europa se resiste a las demandas de Syriza de que a Grecia se le amortice la deuda, lo que hace temer que si no llegan a un acuerdo el país sea expulsado de la zona euro.

Syriza necesitaría alrededor del 40 por ciento de los votos para garantizar una mayoría pero podría ganar con menos dependiendo de los resultados de los otros partidos.

Si no, deberá formar una coalición con partidos pequeños o, establecer un Gobierno en minoría, confiando en apoyos puntuales con el resto de las agrupaciones.



Ni siquiera la zanahoria de los estímulos del Banco Central Europeoha hecho moverse un ápice de sus tesis a Syriza, que insiste en respetar el mandato popular a la hora de gobernar. Lo dijo Tsipras en un artículo publicado esta semana en el diario Financial Times: “La austeridad no es parte de los tratados europeos. La democracia y el principio de soberanía popular sí lo son. Si el pueblo griego me respalda con su voto, la aplicación de nuestro programa económico no será una práctica ‘unilateral’, sino una obligación democrática”. Su equipo de asesores confía en alcanzar un acuerdo con la troika antes del verano.







Las propuestas de Syriza, por tanto, erizan a Bruselas y a Berlín, y pueden dar ideas a otros países con escenarios parecidos, como España y los del sur de Europa, víctimas de una crisis algo menos pavorosa que la griega. Porque votando a Syriza –pero también a otros partidos tan dispares como el neonazi Aurora Dorada, el comunista y el nacionalista Anel, en torno al 12-14% de los votos-, los griegos se pronunciarán fundamentalmente contra unas recetas de austeridad que han dejado calcinado el país, con más de 200.000 jóvenes emigrados al extranjero (el 9% de los licenciados universitarios) y un incremento de los suicidios de un 45% desde que empezó la crisis, en 2009.
Tras las 24 horas de silencio impuestas a las encuestas, en vigor desde la medianoche del sábado, la actividad electoral prosiguió ayer a medio gas por la lluvia y el cansancio en las casetas que los partidos tienen repartidas por todo el país, una imagen que tiene mucho de canto de cisne. Porque también el juego político quedará transformado radicalmente: tras el aviso de 2012, cuando Syriza se convirtió en el segundo partido más votado –y en principal fuerza de oposición, con 71 diputados-, entre los tradicionales ND y el Pasok, los comicios de hoy enterrarán definitivamente el bipartidismo imperante desde la restauración de la democracia, en 1974, y contribuirán en teoría a ‘sanar’ la crisis de legitimidad política que la recesión, pero también el lastre de la corrupción y el clientelismo del sistema, han hecho aflorar a la superficie.
Una tercera vía se abre pues en Grecia, así como una decantación de la miríada de partidos que provocó centrífugamente el colapso del sistema tradicional. De las 22 formaciones que concurren, unas 15 –como el que fuera socio de Gobierno hasta 2013, el moderado Izquierda Democrática- ni siquiera lograrán según los sondeos entrar en el Parlamento al no superar el mínimo del 3% de los votos que marca la ley electoral, pero el total de votos que cosechen sí influirá en el balance final para Syriza y ND, segundo partido en apoyos (entre el 26% y el 30%).