Las seis claves de las elecciones en Uruguay

Por Emiliano Guido

El voto Buquebús y la macartización de La Cámpora. Un nuevo Congreso con más rosca política. Los jóvenes y Montevideo migran su voto.  Mujica, candidato a senador, banca los trapos. La influencia de los comicios brasileños.






La elección presidencial uruguaya de hoy es la más cerrada de la última década. El gobernante Frente Amplio admite a la prensa en off que la pérdida de la mayoría legislativa y la instancia del balotaje son “inevitables”. Por su parte, los partidos opositores Nacional (segundo en todos los sondeos) y Colorado recuperaron la autoestima perdida en las encuestas y, bajo el guión de una campaña marketinera “por la positiva”, apuestan a cerrar el ciclo  iniciado por Tabaré Vásquez en el año 2004. Por lo tanto, en el contexto de un padrón electoral pequeño acorde a un país chico, cada voto cuenta, cada voto es estratégico para definir la compulsa.

El gobernante Frente Amplio admite a la prensa en off que la pérdida de la mayoría legislativa y la instancia del balotaje son “inevitables”. 

1. El voto Buquebús. La diáspora uruguaya es significativa. El golpe militar y las posteriores crisis económicas precipitaron un gran desplazamiento de la población oriental hacia países vecinos. Una importante porción de ese flujo migratorio recaló en la Argentina, claro está. Se calcula que alrededor del 1% del padrón electoral uruguayo reside en Buenos Aires y el conurbano bonaerense. No es un número despreciable para subir las acciones partidarias en un comicio parejo. El Frente Amplio siempre militó el voto de los residentes uruguayos en Argentina y, para ello, tendió puentes con el kirchnerismo para hacer viable el viaje del “ferry de la victoria” hacia el otro lado del Río de la Plata. Si bien Argentina y Uruguay no atraviesan su mejor momento en la relación bilateral, la Casa Rosada y varios movimientos sociales K pusieron el hombro los últimos días con varias iniciativas: asueto laboral de dos días para los residentes uruguayos, préstamo de un bunker partidario con un call center gratuito en las calles porteñas, subsidio de pasajes. En consecuencia, los candidatos del Partido Blanco acusaron en el cierre de su campaña a “La Cámpora de lanzarse contra el Partido Nacional” y ganaron algo de centímetraje en los medios gráficos montevideanos de poca sintonía con la presidenta argentina.

2. El nuevo quórum. El Frente Amplio está mal acostumbrado en su gobernabilidad parlamentaria. Es decir, las últimas dos administraciones frenteamplistas, la encabezada por el oncólogo moderado Tabaré Vásquez y la liderada por el ex guerrillero tupamaro José Mujica, tuvieron mayoría legislativa en el Congreso. Esa relación de fuerzas evitó contratiempos y ceder cuotas de poder a las bancadas “colorancas”, en referencia a las grandes similitudes de los dos partidos tradicionales conservadores. Pero, la elección de este domingo probablemente dibuje otro tablero político. Vásquez, y la totalidad de los sublemas oficialistas que pulsan por una banca parlamentaria, difícilmente lleguen al 45% de los votos. No hace falta consultar al matemático Adrián Paenza para concluir que los futuros diputados y senadores frenteamplistas serán menos que los legisladores blancos y colorados. “Quizás, ese escenario sea mejor. Habrá que negociar con la oposición. El Frente venía muy encerrado en su interna parlamentaria”, admite  un diputado frenteamplista con chances de ser ministro en un hipotético gobierno de Tabaré Vásquez.

3. La sangría frenteamplista. ¿Cómo explicar el supuesto bajón electoral del Frente? Con una matriz no populista y componedora con las elites locales, el centroizquierda uruguayo logró cimentar una década de crecimiento económico con ampliación del welfare state local, que tenía tamaño pigmeo en la era bipartidista coloranca. En consecuencia, los uruguayos pusieron, mayormente, la boleta del Frente en cada convocatoria a los cuartos oscuros. Pero, advierten los especialistas, esa moda política estaría perdiendo su encanto. Según la consultora Factum, el desenamoramiento con el Frente está prendiendo fuerte en la capital nacional; paradójicamente, la plaza distrital donde comenzó la luna de miel entre el electorado y el progresismo uruguayo cuando la izquierda cantó bingo, por primera vez, al ganar la principal alcaldía del país en noviembre de 1989. “En Montevideo, tradicional reducto electoral de la izquierda, el Frente perdió siete puntos en el último año, y en el interior bajó apenas dos. Según nuestros estudios, las fortalezas del Frente Amplio están hoy entre las personas mayores y los niveles sociales bajo y medio bajo.” La disección del desertor frenteamplista tiene un identikit social para nada críptico: es capitalino, posee estudios, llega a fin de mes con cierta holgura, y aún está lejos de jubilarse.

4. El País miente. Los medios uruguayos conservadores están jugando, por primera vez en mucho tiempo, un papel fuerte en la campaña electoral. La narrativa de la prensa oriental siempre pretendió mostrarse como autónoma y alejada de la pelea en el barro político. Acorde con una cultura política nacional institucionalista, moderada y prolija, los diarios y la TV uruguaya más hegemónicos intentaron construir un relato “independiente” para no de­sen­tonar en el cuadro de la supuesta “Suiza de América”. En definitiva, los intereses y la bajada de línea de las corporaciones mediáticas no intoxicaron demasiado el tratamiento informativo de la agenda nacional durante la década frenteamplista. Pero, en la última campaña, medios influyentes como el diario El País cambiaron significativamente el tono de sus titulares y editoriales. El apoyo a Lacalle Pou junior, candidato blanco e hijo del ex presidente, de los grandes medios ha sido más que evidente. “Los medios no votan en el cuarto oscuro. La campaña anti Tabaré no tendrá peso en las urnas”, especula un dirigente de la corriente mujiquista MPP en declaraciones al portal electrónico La Diaria.

5. Mujica sale a la cancha. José Mujica prometió volver a cultivar las acelgas de su quinta cuando abandonase la presidencia. Quizá, tenga tiempo a partir de diciembre para recuperar su oficio de labriego pero, igualmente, el “presidente más pobre del mundo” deberá darles un espacio en su agenda a sus futuras labores como senador nacional. “El próximo Congreso va a ser difícil. Habrá que tener mucho espíritu de bajar la pelota al piso para lograr los consensos necesarios”, justificó el jefe de Estado cuando admitió, públicamente, su deseo de competir por un curul en la Cámara alta. El ex guerrillero tupamaro conoce los pasillos legislativos. Es más, la mística campechana del Mujica democrático se inició cuando llegaba en jeans y motoneta al Congreso para defender las leyes de Tabaré Vásquez presidente. Sin embargo, para la base frenteamplista, la importancia de Mujica senador no está en el futuro sino en lo que puede aportar el Pepe en la campaña. Si bien su comportamiento malevo y descontracturado irrita al ala conservadora del Frente, Mujica imanta adhesiones, entusiasmos, votos. De alguna manera, Mujica es al Frente lo que Inácio da Silva al Partido de los Trabajadores. Sí, pese a los años, el Pepe y Lula son dos grandes viagras electorales.

6. El efecto Brasil. Hoy es un súper domingo electoral latinoamericano. Brasil define su presidente en ballottage y los uruguayos comienzan su comicio nacional, que tendrá seguramente otra instancia a fines de noviembre. El peso económico del gigante verdeamarelho en la región y en Uruguay es determinante.

Durante el lulismo, Brasilia expandió su proyección internacional sin abandonar la contención política del Cono Sur. El candidato del PSDB, Aécio Neves, advirtió en el último debate televisivo con Dilma Rousseff que “el Mercosur ya está muerto”. Amparado en el lobby de la poderosa burguesía industrial de San Pablo, el candidato tucano proclama abandonar el “enfoque ideológico” de la política exterior lulista.

Toda esa letra es música para los oídos de Lacalle junior, que también propone “más apertura” para las relaciones de Uruguay. Si Neves triunfa, los “colorancos” llegarán a noviembre como los voceros de la “nueva ola su­damericana”. Por lo tanto, un triunfo de Rousseff es vital para convencer a la ciudadanía uruguaya de que Tabaré camina políticamente en sintonía con la región.