La salida del closet de los gerentes wannabe y la zona roja de los presidenciables


  Por Alejandro Bercovich

El mail llegó el lunes al círculo DirCom, que integran más de cien gerentes de comunicación e imagen de grandes empresas. “¿Van a IDEA? ¿Van con sus CEOs? Avisen, así armamos un cafecito entre ellos”, proponía el remitente. Raudas, las respuestas negativas se apilaron en su pantalla: Unilever, Procter&Gamble, Danone, Mc Donald´s, Farmacity y varias más cantaron el ausente con aviso. Dow Chemical y Axion sólo enviaban a sus voceros institucionales. Muchos otros ni siquiera contestaron. “¡Al final no va nadie!”, se lamentó el que invitaba el café. Fue en la antesala del 50º coloquio que cierra hoy en el Sheraton marplatense, con asistencia récord de mandos medios y managers pero casi nula representación de los verdaderos dueños del país, que critican al Gobierno y protestan por la recesión pero no comparten la visión apocalíptica que sobrevuela ese foro.

Los habitués del coloquio se sorprendieron apenas arrancó, anteanoche, por la virulencia del discurso que desgranó el economista peruano Hernando de Soto, antiguo asesor del autogolpista Alberto Fujimori y consultor del ultraconservador Cato Institute. “Hay que robarle los pobres a la izquierda”, propuso, y contó cómo había enfrentado en su tierra a la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso. En un país con alta inflación, crisis de deuda y corrida cambiaria pero sin el menor rastro de enfrentamientos entre grupos armados y el Estado, la alusión sonó al menos extemporánea.

Lo llamativo, más que la indisimulada impronta neoliberal de los discursos y la nostalgia por altri tempi -a fines de 2010, los asistentes al coloquio eligieron por abrumadora mayoría al de Carlos Menem como el mejor gobierno democrático de la historia-, fue la locuacidad de los managers que convocó el coloquio a la hora de denunciar los atropellos kirchneristas contra la Constitución, la libre empresa y hasta “el sentido común”, como sostuvo su presidente Miguel Blanco, de Swiss Medical. “Ahora todos salen del closet, pero cuando había que pelearse en persona con (Guillermo) Moreno estaban debajo de la cama pidiendo a los periodistas que cuiden el off the record”, sintetizó ante BAE Negocios el presidente de una cámara que viajó a “la Feliz” aunque ya no se toma demasiado en serio a IDEA.

La misma sensación le quedó al CEO de Shell, ‘Juanjo’ Aranguren, ante la postrera reivindicación que sintió al entrar a los salones del Sheraton y escuchar las ovaciones que le dedicaban los asistentes como si se tratara de una estrella pop. Son los mismos ejecutivos que lo trataban poco menos que de loco cuando confrontaba con Néstor Kirchner, Julio De Vido o Guillermo Moreno en sus respectivas cumbres en el poder. Para el petrolero, que asesora en las sombras al radicalismo y hasta acudió a una reunión en el Comité Nacional la noche previa a la votación en el Senado de la ley de hidrocarburos, el desagravio no compensa las horas que debió pasar en Tribunales a raíz de esas peleas en solitario.

Si IDEA se expresa a través de qué oradores extranjeros elige, la presencia estelar de De Soto contrastó esta vez con el mensaje conciliador que trajo apenas dos años atrás el brasileño Luiz Lula Da Silva. Quizás haya sido un reflejo de la escasez de divisas que afecta al mundo corporativo: un orador de la trayectoria del peruano no cobra más de 10.000 dólares, al margen del habitual alojamiento VIP y pasaje en primera. Escuchar en vivo a un expresidente como Lula cuesta hasta quince veces más.

Lo encendido de los discursos opositores propalados desde los estudios montados en el Sheraton por medios de gran audiencia fue inversamente proporcional a la legitimidad de quienes los pronunciaron. La presidenta del coloquio 2014, Isela Costantini, dirige una de las plantas automotrices con menor integración de piezas nacionales (General Motors), que debió ser rescatada de la quiebra en 2009 por la ANSES. Su vice, Gabriel Martino, lleva las riendas del HSBC, investigado por la Justicia por lavado de dinero. Blanco, el jefe de IDEA, administra los sanatorios de Claudio Belocopitt, instigador en las sombras de la reciente amenaza de lock-out de los prestadores médicos que terminó por torcerle el brazo al Gobierno y forzar otro aumento de las prepagas.

El verdadero poder real de la Argentina ya no cree que la tenida marplatense pueda depararle algún beneficio. “Desde que no va nadie del Gobierno, se desdibujó. Antes los empresarios aprovechaban para acercarse a los funcionarios, familiarizarse con ellos y hacer algo de lobby. Hoy sólo van consultores y directores de comunicación para resolver sus negocios, y donde la prensa sigue yendo como acto reflejo, pero no mucho más”, comentó anoche un economista que dictó varias conferencias para IDEA en su apogeo. Acaso la expresión más acabada de ese declive haya sido el faltazo que pegó el magnate en desgracia Enrique Pescarmona, que llevaba casi dos décadas de asistencia perfecta y que presidió el coloquio que Roberto Lavagna eligió para desmarcarse de Kirchner, en 2005. En medio de sus intentos para que el fisco rescate a su empresa de una bancarrota largamente anunciada, el dueño de IMPSA optó esta vez por no levantar el perfil.

Lo peor, para los patrones que piensan más en los cuatro años que vienen que en los últimos doce, es que IDEA le viene como anillo al dedo al kirchnerismo para seguir mostrándose como enemigo de “las corporaciones”, en otro año de ganancias récord para la banca y de un recorte del salario privado real que la CTA estima en 6,2%. Tanto rédito le genera esa esgrima verbal a la Casa Rosada que improvisó por primera vez un “contracoloquio” al que acudieron el presidente del Banco Central y el viceministro de Economía. Que la figura convocante a esa cumbre alternativa haya sido el pintoresco tambero morenista Íder Peretti, incapaz siquiera de hacer llegar el pongui pongui a los inundados de La Plata en tiempo y forma, habla también de las dificultades del Gobierno para identificar interlocutores empresariales para gestionar la transición.

El cóctel explica por qué la sociedad muestra escasa empatía con el empresariado. Lo detectó la consultora Edelman con su barómetro global de confianza 2014: según esa medición, sólo el 58% de los argentinos confía en las empresas, mucho menos que el 70% de Brasil o el 73% de México.

Pese a su notoria pérdida de influencia, los mandos medios de bancos y multinacionales acudieron a IDEA atraídos por el potencial de networking que le queda y la prensa que aún convoca. Y como en la vieja zona roja de Amsterdam, algunos presidenciables se ofrecerán esta mañana al mejor postor desde la vidriera marplatense. En un país donde las empresas no pueden donar dinero a las campañas desde la reforma política de 2009, los aportes en negro son un secreto a voces en todo el establishment, acaso tan peligroso para la democracia como el difundido uso de dineros públicos para propaganda partidaria. De momento, lamentablemente, no cunde en el empresariado la idea de discutir nada de eso.