“El principal logro del gobierno de Evo es el empoderamiento del sector indígena”

Por Tomás Eliaschev


El periodista Tomás Astelarra se dedicó a recorrer Bolivia en profundidad y analiza en su libro cómo es el país donde Evo Morales acaba de ser reelecto. Los pros y los contras de un fenómeno político: el MAS.









Tomás Astelarra no es un periodista cualquiera. Además de dedicarse a escribir crónicas sobre la realidad social, es músico y viajero empedernido. El camino lo llevó a conocer muchos rincones de Latinoamérica. Uno de los lugares donde más profundizó sus recorridos fue Bolivia, un territorio que conoce en detalle y cuyo proceso político viene siguiendo, en contacto permanente con movimientos sociales, intelectuales y funcionarios del Movimiento al Socialismo que gobierna hace una década el vecino país. Fruto de estos viajes nació el libro La Bolivia de Evo, Diez años en el país de las mamitas, publicado por la editorial Sudestada.

“Es una edición independiente, sin financiamiento. Se pudo hacer gracias a amigos que me hospedaron, trabajando con la música en restaurantes. Todo a pulmón, llevando libros en la mochila para vender en quioscos de diarios y librerías. Esto te da otra perspectiva. Me pasó que entrevistaba a funcionarios y después me los cruzaba en los restaurantes donde yo estaba tocando música”, contó Astelarra.

–¿Cómo analiza el triunfo de Evo?

–Era cantado que Evo iba a ganar por goleada, no había otras opciones. El apoyo popular es muy grande. Hay críticas por izquierda, pero los que sostienen esas posiciones no pudieron crear un partido o lograr la comunicación necesaria. Y la derecha está demasiado ligada con el pasado.

–¿Cuáles son los logros que destaca en estos diez años?

–El principal logro es el empoderamiento del sector indígena, tanto a nivel nacional como internacional. Hay una distribución bastante importante de la riqueza que vino también de la mano de la infraestructura moderna.

–¿Cuáles son las principales contradicciones que observa en el proceso boliviano?

–En lo que se refiere al buen vivir y a la Pachamama, el gobierno de Evo se quedó en el discurso. En la práctica, ejecutan un pragmatismo vinculado a un neodesarrollismo productivo y a las inversiones en infraestructura ligadas a las multinacionales y a países imperialistas. Es cierto que hay un cambio de matriz de los negocios. Ya no es más con Estados Unidos y Europa sino con China y Brasil. Hubo un gran acceso de muchas capas del campesinado a la acumulación capitalista. Ya empiezan a tejer alianzas con oligarquías de Santa Cruz. Esto produce una ruptura con algunas organizaciones de base que pasan a estar en la oposición y a estar criminalizadas, se producen numerosos conflictos territoriales a causa del extractivismo. Lo que sucede es que es muy difícil acceder a determinados patrones de consumo sin recurrir al extractivismo y a la soja. Pero hay que destacar que Evo tiene el apoyo del pueblo que cree en estas medidas.

–¿Hay una mirada idealizada de lo que sucede en Bolivia?

–Viajar por Bolivia implica un cambio de paradigma. Lo que reflejo en el libro es que se puso una esperanza muy grande en el movimiento indígena. Pero lo que se ve hoy en Bolivia es que cualquier persona con acceso al consumo y al desarrollo va a adoptar esa lógica. Si uno quiere un cambio social no hay que desligar la propia responsabilidad en otras personas, sino ejercitarlo uno mismo. Lo mismo frente a los gobiernos. Hay un montón de críticas para hacerle al gobierno de Evo, pero criticar es muy fácil, gobernar no tanto.