Siete mitos sobre el sistema educativo Finlandés

El sistema educativo del país nórdico echa por tierra muchas de las soluciones habituales para solucionar los malos resultados de la escuela española. El sistema educativo finlandés, el mejor de Europa según sus resultados en PISA, demuestra año a año que muchas de esas respuestas son erróneas. Son sólo mitos, que nos parecen incuestionables, pero a los que un análisis detallado hace caer por su propio peso. Esto no quiere decir que su formato sea el único que garantice el éxito, pero sí desmonta algunas de esas verdades incuestionables que se repiten año tras año en tertulias y columnas de opinión. ¿Qué hacemos diferente a ellos? ¿Cuál es la diferencia con la que ellos consiguen estar en el podio de la educación y nosotros no lo vemos ni de lejos?


1. A la escuela con siete años: los niños comienzan su educación con siete años. Como nos contaba Hannu Arvio, finlandés profesor en Institut Nordic y padre de dos hijos que han estudiado en su país y en España "la enseñanza obligatoria empieza un año más tarde que aquí. Los alumnos aprenden contenidos parecidos, pero con un año más de edad. Por ejemplo, los niños finlandeses aprenden a leer generalmente a los siete años. Las asignaturas instrumentales tienen más peso en ciclo inicial, y luego, eso va disminuyendo dejando espacio a los asignaturas como lenguas. Resumiendo: empiezas con educación física, finés y matemáticas; y luego continúas con ciencia, historia y lenguas extranjeras. Eso llega más tarde, cuando el alumno tenga la madurez suficiente". Está demostrado, entre otros por los informes PISA, que a pesar de empezar un año más tarde, su nivel es superior al de prácticamente todos los países de la Unión Europea.



2. Menos deberes: además durante la primaria los niños no tienen muchos deberes para casa, lo que les permite realizar otras actividades.

3. Inglés, con 9 años: en España, los niños comienzan a estudiar inglés desde muy pequeños. En Finlandia no es así. El primer idioma extranjero, normalmente el inglés, se empieza a los 9 años. Aún así, con 18 años los finlandeses suelen tener un nivel de inglés muy superior al de los jóvenes españoles. Petja Nyleänen, del Instituto Iberoamericano de Finlandia, nos cuenta que esta diferencia puede ser causada por la diferente metodología que utilizan: "No nos preocupamos tanto por la gramática al principio sino por la conversación, los profesores son bilingües y todos han pasado varios años estudiando en países de habla inglesa. Además creo que al comenzar más tarde y tener algo más de madurez, lo asimilamos mejor".


4. Menos horas en clase: aunque pueda parecer que para conseguir estos niveles de educación pasan muchas más horas en el colegio, no es así. Hay menos horas lectivas que en España. Como nos cuenta Nyleänen, "los niños tienen menos horas lectivas que en otros países. En primaria había días que sólo tenía tres horas". En total, suman 608 horas lectivas en primaria, frente a las 875 horas de España.


5. Adiós a la memorización: la metodología finlandesa ha abandonado las memorizaciones típicas del sistema educativo de la Ilustración y hace énfasis en la discusión y en la reflexión . No es una mera cuestión de memorizar y después transmitir información, sino que, como explica Nyleänen, "desde pequeño te enseñan a aprender a pensar". En las clases normales, "hay unos 20 alumnos, pero luego en las optativas y algunas otras había 8 o 9 personas".


6. A cada uno lo suyo: por otro lado está su organización, como nos indica Javier Melgarejo, licenciado en Psicología y doctorado en Pedagogía: "En Finlandia el que toma la decisión sobre lo que se va a hacer es el municipio, y luego el profesor, por lo tanto hay una autonomía enorme que permite que la educación se centre en las necesidades de los alumnos. En España tenemos la sensación de que si todos somos iguales y hacemos el mismo plan será mejor, pero puede que no, hay que adaptarse a las necesidades de cada uno" y es lo que hace Finlandia. "Aunque parezca mentira salen muy bien preparados y de manera muy homogénea".

7. ¿Todos a la universidad? Otra de las características que nos diferencian de los finlandeses se encuentra al finalizar la educación primaria. Ellos tienen muy claro que cada persona es buena en lo suyo y por ello cada uno dirige su formación donde puede ser mejor. Puedes comenzar la secundaria, que ellos los ven como una formación más teórica, o la formación profesional. Cuando optan por los estudios superiores, pueden escoger entre la universidad o la escuela politécnica. En Finlandia no hay esa sensación de que todos tienen que ir a la universidad. Cada uno hace lo que mejor se le da.

El gran mito: el dinero: éste es el último mito, quizás el que más se repite. El que lo resuelve todo según algunos. El problema de la educación española sería la falta de fondos, lo mal que se paga a los maestros o la cantidad de estudiantes por clases. Pues bien, con los datos en la mano, no se sostiene. Como explicamos en nuestro artículo de este sábado, de acuerdo a los datos de la OCDE, el sueldo medio anual en paridad de poder adquisitivo para un profesor español era en 2010 de 41.339 dólares, frente a los 37,886 dólares de los finlandeses. Y el gasto por alumno era de 9.162 dólares por estudiante de secundaria mientras que en el mismo año, España gastaba 9.608 dólares por alumno. Y en cuanto a la ratio alumnos/profesor, en enseñanza primaria es de 13,6 en Finlandia por 13,2 en España; en secundaria, nos ganan por un poco 9,3 a 10,3. Pero no parecen diferencias significativas para explicar la diferencia de resultados.


¿Cuáles son las razones por las que el sistema educativo de Finlandia se considera el mejor del mundo según la OCDE? 



El sistema que utilizan en Finlandia para impartir educación a sus habitantes ha sido reconocido como el mejor del mundo. Lo anterior fue establecido en los informes PISA, emitidos por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).


Con el objeto de descifrar las razones de esta excelencia educativa de Finlandia, Tony Wagner, Miembro de Educación en Innovación del Centro de Tecnología y Espíritu Emprendedor, de la Universidad de Harvard, viajó a este país nórdico. Tras analizar el sistema educativo finlandés, Wagner determinó que este se encuentra fundamentado en cuatro pilares: la confianza, la transparencia, el respeto y el incentivo a pensar más allá de memorizar.




En cuanto a la primera de estas virtudes, la confianza, Wagner considera que se desdobla en una dinámica en la cual “la comunidad confía en los colegios, la población confía en los profesores y los maestros confían en los alumnos”. Además, cada escuela goza de una cierta independencia, en lugar de estar completamente sujeta a una autoridad central, lo cual también implica una confianza del sistema educativo a los centros que le representan. Esto último, a su vez, también requiere una cierta transparencia en cada uno de los procesos involucrados en las labores educativas, cualidad que permite que, a pesar de ser un modelo relativamente descentralizado, cualquiera de los involucrados pueda conocer a detalle lo que sucede con el resto de los actores.




Otro aspecto de particular relevancia para generar este ambiente pro-educativo tiene que ver con el prestigio y el respeto ante la figura de los maestros. “Los profesores no solo enseñan materias en los colegios. En nuestro pueblo a menudo vamos a pedirles consejos sobre todo tipo de asuntos”, afirma un ciudadano finlandés entrevistado para el documental The Finland Phenomenon: Inside The World’s Most Surprising School System. Para llegar a ser profesor en este país se necesita cursar tres años de licenciatura más una maestría de otros dos años. Posteriormente se selecciona solo a un pequeño grupo, a quienes se acredita para dar clases. En el último año, por ejemplo, de 1.600 solicitudes destinadas a cursar los estudios para formar parte del profesorado, solo el 10% acreditó las pruebas correspondientes.




Y luego de reflexionar en las características propias del sistema educativo finlandés nos damos cuenta de que en la mayoría de los países del mundo se aplican filosofías muy distintas, incluso opuestas, a las premisas que aquí se adoptan. Lo anterior no sugiere que Finlandia tiene mucho qué enseñar al mundo en materia educativa y cuando ello suceda ojalá, por el bien de todos, estemos dispuestos a aprender de este país.