Por:
Claudio Mardones
Claudio Mardones
La
historia oficial y autorizada reza que la transformación del arzobispo
porteño Jorge Mario Bergoglio en el Papa Francisco fue determinante para
el ex intendente de Tigre Sergio Tomás Massa. Sus primeros biógrafos
revelaron, en tiempo récord, que el 13 de marzo de 2013 fue un día clave
para el líder del Frente Renovador (FR). Una señal crucial para su
futuro político. Un llamado casi celestial para tomar decisiones y
resolver "el" dilema: lanzarse como candidato y entrar en la Cámara de
Diputados para confrontar con la misma fuerza política que lo cobijó
cinco años antes como jefe de Gabinete de Ministros en la primera
presidencia de CFK. Dentro de un mes se cumplirá un año de esa
autoproclamada iluminación política. Hasta ahora, el jesuita inspirador
del flechazo divino ha recibido en Roma a políticos de todo pelaje,
menos al flamante diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. A
su alrededor, los miembros de su mesa chica admiten que todavía no hay
fecha concreta para que el Vaticano le abra las puertas y para que
"Massita" pueda besar el anillo del único Obispo de Roma nacido en el
barrio porteño de Flores.
La confirmación de los peores temores ocurrió en Madrid a fines de
noviembre pasado, cuando fue recibido por el conservador Partido Popular
como un estadista. También cosechó elogios del PSOE y sendos reportajes
en los matutinos El País y ABC. Ambas planas lo mostraron más parecido a
un candidato presidencial que a un diputado nacional recién electo. La
puesta en escena madrileña era el prólogo de Roma, la segunda escala de
la gira europea, donde el joven político de 41 años pensaba encontrarse
con Bergoglio. Uno de sus compañeros de viaje, José de Mendiguren,
actual diputado del FR, habría sido el emisario que pudo seguir viaje a
Roma, pero sólo para adelantar que el nombre de su jefe de bancada no
aparecía ni en las citas privadas, ni en los besamanos habituales de los
miércoles.
Massa se volvió a Buenos Aires con el incómodo escenario de la
España en crisis, como única escala de su primera gira europea después
de las elecciones del 23 de octubre. "Hay que cuidar a la presidenta",
le diría Bergoglio al "vasco" De Mendiguren, en una cita posterior. El
mensaje estaba dirigido para algunas figuras del oficialismo y tantas
otras de la oposición, con Massa entre ellos. Desde entonces, el joven
dirigente comenzó a entender que el Papa peronista había resuelto
transformar su camino a Roma en una peregrinación escarpada. Dicen que
no terminará en el portazo, pero que le llevará tiempo desandar ese
camino. Más tiempo del que Massa estaba dispuesto a esperar,
especialmente para afrontar el arranque del período de sesiones
legislativas 2014, el universo donde el jefe del FR corre el peligro de
menguar entre tantas estrellas.
"En eso Bergoglio se parece a Cristina: no son rencorosos, pero
tienen memoria", bromea un influyente laico que conoce al ex cardenal
primado en toda la dimensión de su "rosca política" local. Esa red ha
sido históricamente coordinada por el padre Carlos Accaputo, responsable
de la pastoral social del Arzobispado porteño y, también, la sotana
poderosa que le insistió a su amigo Jorge Mario para que recibiera al
hincha del Club Tigre oriundo de San Martín. La respuesta no fue la
deseada, y el amigo papal se fue de vacaciones a Córdoba, a reponerse de
un año intenso. También para guardar silencio, luego de recibir algunos
retos pontificios por aparecer fotografiado sin sotana junto a algunos
dirigentes políticos en un matutino porteño.
Desde que el Vaticano trocó en una esquiva "puertita de hierro"
para Massa, comenzaron a multiplicarse los rastros sobre su desempeño
como jefe de Gabinete de CFK entre julio de 2008 y el invierno de 2009.
Esa hoja de ruta encierra dos malos recuerdos en la memoria de
Bergoglio.
El primero ya es conocido y tiene que ver con Jorge O'Reilly
Lanusse, el rostro público de la desarrolladora inmobiliaria Eidico SA,
considerada la mayor constructora de barrios privados en Tigre y una de
las principales del país. Este empresario, ferviente católico, mantuvo
una estrecha relación política y de negocios durante la intendencia de
Massa. Cuando el mandatario comunal de Tigre pegó el salto a la Casa
Rosada como ministro coordinador, llevó a este padre de seis hijos como
su asesor ad honorem. Ahora, hasta el propio massismo le carga las
culpas a O'Reilly por haberse propuesto ante el flamante ministro como
embajador argentino ante la Santa Sede.
Los registros datan de la época previa a la designación del actual
embajador Juan Pablo Cafiero. Según deslizan en el massismo, O'Reilly,
un hombre vinculado al Opus Dei, recomendó concluir las peleas con el
Vaticano, especialmente la que mantuvo la Casa Rosada con el ex obispo
castrense Antonio Baseotto, quien sugirió "tirar al mar atado a una
piedra" al por entonces ministro de Salud Ginés González García, que se
había mostrado a favor de despenalizar el aborto. Eran los días de la
"guerra fría" entre Bergoglio y Néstor Kirchner, y tanto Massa como
O'Reilly propusieron rodear al arzobispo porteño y acordar con sus
enemigos en la Santa Sede, entre ellos, el embajador de Benedicto XVI en
Buenos Aires, Adriano Bernardinio, y el ex secretario de Estado Angelo
Sodano. El acercamiento, se sabe, incluyó una reunión nocturna en la
nunciatura porteña con Dominique Mamberti, secretario de Relaciones con
los Estados de la curia romana, que estaba de visita en Buenos Aires,
preocupado por la pelea con Basseoto y por la advertencia de la
Cancillería de anular el obispado castrense en el país. Bergoglio se
enteró cuando los hechos estaban consumados y los identificó como parte
de una nueva ofensiva en su contra, aun mayor.
Consultadas por este diario, fuentes cercanas al empresario
O'Reilly, no niegan la existencia de ese acercamiento y la propuesta del
dueño de Eidico, pero niegan su vinculación con el Opus Dei. "Mejor no
te metas en política, que esto no es lo tuyo", le habría dicho Bergoglio
al "entrepreneur" del real state, cuando se reunió con el entonces
arzobispo para aclarar las versiones que circulaban. Después de la
última elección papal, el empresario envió sendas cartas a Francisco
para despejar dudas. Tiempo después fue invitado a distintos eventos
pontificios, "pero la respuesta que recibió de Bergoglio fue que
siguiera participando", grafican desde Eidico.
Distintas fuentes eclesiásticas sostienen que este empresario tiene
una estrecha relación con la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, el
movimiento cismático creado por Henri Lefebvre. Esa razón también habría
multiplicado las tiranteces con el Papa jesuita, pero cerca de O'Reilly
lo niegan, aunque reconocen que forma parte de una "comunidad
parroquial" en la localidad de Ingeniero Maschwitz que adhiere a la
realización del rito romano, la misa en latín que también celebran los
lefebvristas. "Es el único punto de contacto con esa orden cismática”,
aclaran luego de agregar que esa liturgia tridentina es realizada bajo
la autorización del jefe de la diócesis local, el obispo de Zárate
Campana, Oscar Sarlinga, otro añejo enemigo bergogliano.
Dicen que Massa ahora reniega de ese acercamiento con O'Reilly, que
"hace mucho que no lo ve" y que "ya no es la misma relación que antes".
Pero cerca del empresario identifican al líder del FR como "un
desagradecido que desconoce por completo la realidad eclesiástica".
Pero, más allá del nivel de profundidad que tengan las pasiones
adversas que se prodigan estos dos ex socios desconfiados, dentro del
episcopado argentino algunos memoriosos recuerdan que "O'Reilly era sólo
la punta del iceberg" de la maniobra que desató la bronca bergogliana.
La matriz de la movida, con "Massita" como coordinador, buscaba aplicar
la máxima "promover para remover" contra el entonces cardenal y
arzobispo, y llegar a un acuerdo con el gobierno papal de Benedicto,
para que Bergoglio fuera designado jefe de la "Pontificia comisión para
América Latina" o titular de la "Congregación para las obras pontificas
misionales", y así sacarlo con honores de Buenos Aires y depositarlo en
Roma al mando de alguna de esas áreas o de otro importante dicasterio
del Palacio San Pedro. El plan tenía a Massa como impulsor y a los
arzobispos de La Plata Héctor Aguer y de Rosario José Luis Mollaghan,
con el auspicio vaticano de Bertone, Bernardini y el cardenal Angelo
Sodano. Desde el 13 de marzo todos ellos forman parte del sector que
perdió en la interna vaticana. Quizás por eso, como admitió Massa, el
habemus papam le "pegó fuerte" y, como le dijo a su primer biógrafo,
"fue una trompada al medio del mentón". El perdón todavía no ha llegado
y, según dicen en nombre de Bergoglio, demorará.