Fernando Paulsen Silva (55
años) ha transitado por distintos terrenos en su carrera, desde hacer lo
que llama periodismo de emergencia en la revista Análisis, durante la
dictadura, cuando según declara se arriesgaba la vida por publicar lo
que quería ocultar el Gobierno, hasta ser director del diario La Tercera
-’97 al ‘99-. Ha conducido varios noticiarios televisivos, formato
donde ha realizado la mayor parte de su carrera; hoy se luce cada
domingo en Tolerancia Cero. A continuación, lo que nos dijo una estrella
de la fauna periodística nacional, quien se reconoce miembro del decil
más rico de la sociedad.
–
Una columna publicada hace unas semanas en el diario electrónico El Mostrador,
sentenciaba que tanto Paulsen como Alejandro Guillier habían “perdido
su derecho a ser periodistas”, cuando opinaron sobre algunos errores con
que han actuado desde el Gobierno ante el tema de la Educación.
”Reconozco que me reí bastante con la
columna porque tiene ciertas cosas que son francamente impresionantes
(…) No entiendo muy bien la lógica, pero después, pensándolo bien, me
dije: ¡Bueno, okey!, El Mostrador necesitaba
responder a las acusaciones que yo había hecho sobre sustracción de
contenido, y escogieron a una persona que estaba dispuesta a poner su
firma para que lo hiciera”, dice.
Y cuenta que justo cuatro o cinco días antes de que apareciera la columna firmada por el periodista Iván Weissman, en que apela a la escuela de periodismo anglo-sajona para sentenciarlos, se había desatado una polémica en que Paulsen acusó al mencionado diario electrónico porque usaron declaraciones de una columna editorial de Guillier y otra de él y las presentaron en forma de una entrevista que nunca se hizo.
Weissman sentencia que Guillier planteó que el Presidente Piñera era “bipolar” y señaló al ministro de Educación, Felipe Bulnes,
“de tener una actitud fría y provocadora durante la mesa de diálogo con
los estudiantes”; y en el caso de Paulsen dice que lo impropio es que
haya dicho que “el país está ‘secuestrado’ por un grupo pequeño de
‘ricos’ que se opone a una Reforma Tributaria. Además, según la columna,
acusó al Gobierno, al oficialismo y al empresariado de
que al difundir la idea que la universidad gratis es subsidiar a los
más ricos, lo que realmente quieren evitar es que les suban los
impuestos, “porque para ellos es más barato pagar la universidad que
contribuir realmente de acuerdo a sus ingresos”.
-Según Weissman, los dos
“perdieron el derecho a ser periodistas”, puesto que al opinar se alejan
de la objetividad que se le pide a un profesional del oficio.
”Los periodistas objetivos no solamente
no existen, no han existido jamás en la historia. La objetividad como
concepto periodístico se destruye en el momento mismo que -salvo que tú
seas el asaltante- llegas después del asalto al banco. Y por lo tanto
tienes que reconstruir una historia sobre la base de fragmentos
parciales de la realidad”, explica Paulsen.
“El punto es que históricamente hay
vertientes muy definidas en el periodismo, que podríamos establecer. A
grandes rasgos, lo que se ha denominado en algunas escuelas como
periodismo informativo y periodismo interpretativo. Yo nunca, desde que
ejerzo el oficio, he sido solicitado de realizar periodismo
estrictamente informativo.
Cuando partí con La Red, el noticiario lo hice yo, y exigí dar opinión. Después, lo mismo ocurrió en Medianoche (TVN); en Última Mirada (Chilevisión, CHV), y lo mismo en el noticiario matinal (CHV). Exactamente eso hice en la revista Análisis, donde estuve 10 años, en el periodismo del diario La Tercera
-donde fui director-, yo tenía las columnas del director para dar mi
opinión, y nunca jamás dejé de darla. Por lo tanto, esta asociación
entre interpretación y opinión fundada, y la ausencia de periodismo,
francamente no entiendo para nada en qué se puede basar”, señala.
EL PERIODISMO FRENTE A LOS ACONTECIMIENTOS EN LA CALLE
Paulsen reconoce que hay un
legítimo derecho de las personas a disgustarse porque no ven reflejado
lo que sucede en las marchas, pero opina que eso debería manifestarse en
la acción de cambiar de canal. Eso es una sanción al noticiario, pero
no sucede, según dice.
”Yo entiendo cuando a veces hay personas
que sienten que hay una desproporción en las coberturas,
particularmente televisivas, de los hechos marginales de los
encapuchados versus el hecho global, general, de la marcha antes de que
llegaran ellos a la manifestación.
“Si es que las personas no quisieran ver
los noticiarios porque los encuentran malos, pencas, sesgados, todo lo
que tendrían que hacer es mirar otro noticiario o cambiar de canal y
automáticamente, dentro de los próximos dos minutos, todos los canales
de televisión reciben el mensaje, por el People Meter On Line (medidor de raiting)”, agrega.
-¿Considera que el periodismo
escrito sí responde a esa demanda por explicar lo que está pasando y por
qué está pasando en Chile?
-En general el periodismo escrito es de bastante buena calidad en Chile.
Los factores ideológicos, los de sesgo son introducidos básicamente por
dónde se pone el énfasis, dónde se pide que el ojo vaya. Pero si tú
quieres encontrar los datos básicos, incluso aquellos que perjudican a
las opciones ideológicas de los dueños, los vas a encontrar.
-¿Influye en algo la concentración de la propiedad de los medios de comunicación en la calidad del periodismo actual?
-”Yo pienso que eso no es tan así. Si
por concentración económica consideramos que hay dos grupos que
controlan la gran mayoría del mercado, eso se da muy fuerte en los
diarios. Pero se da mucho menos en las radios, porque hay muchas más.
Mucho menos que en el caso de los medios de comunicación escritos, donde
Copesa (La Tercera), efectivamente, y El Mercurio,
tienen el 80% del mercado de los diarios nacionales. No sólo es clara
la concentración de mercado, sino que además hay una concentración en
términos de mirada. Por primera vez coinciden miradas gubernamentales
con miradas ideológicas de los dueños. El caso de las televisoras están
mucho más separadas porque tienes Mega, La Red, Chilevisión, Televisión Nacional y Canal 13,
donde hoy día las competencias son brutales. Si tú me dices que la
concentración es que hay cinco canales de televisión, eso no es
concentración.
-¿Pero afecta o no en la calidad del periodismo esa concentración de miradas?
-”Yo no escucho mucho periodista diciendo, ‘a mí me censuraron’. Lo que sí escucho es que me dice: ‘Fernando,
en el título y la foto yo no tuve nada que ver’. ‘Lee mi crónica, y
verás que está ajustada a los datos’. Y probablemente es cierto. Lo que
sí ocurre es que donde más competencia hay entre periodistas por las
notas, a mi modo de ver, es en radio y prensa escrita; en televisión hay
muy poca, eso afecta también.
-Pero hay periodistas que han señalado que hay temas que no se pueden tocar en los diarios del duopolio.
-Mira, si hay una cosa que yo no le
perdono a un periodista, es que si le están coartando la libertad de
información, lo diga pa’ callao. Eso sí que no lo puedo entender. Yo
provengo de la educación en que nosotros arriesgábamos la vida para
decir las cosas contra un poder bastante más poderoso que un dueño. Si
eso está pasando, lo deberían decir, porque el país y la gente necesita
saberlo.
-¿A qué se refiere con la falta de competencia en el periodismo televisivo?
-Van a los mismos lugares, registran las
mismas cuñas, tocan más o menos los mismos temas. A pesar de que hay
una total y absoluta diversificación en materia de dueños, la televisión
es la que entrega menos valores agregados específicos en materia de
cubrimiento de las noticias y casi siempre en el mismo lugar. Yo lo
llamo reportear en manada.
-¿Falta agenda propia. Diferenciadora?
-Falta mucha agenda propia. Durante casi
15 años, después de la dictadura, toda la investigación periodística
que se hacía, seguía teniendo que ver con temas de derechos humanos.
Recién ahora está empezando a surgir la investigación en profundidad
aplicada a otras áreas, como en energía, de grandes empresas, del área
del retail, minería, siendo un país minero, con las dependencias que
Chile tiene. Hay, por cierto, un déficit en términos de menú de noticias
a transmitir.
-¿Considera entonces que hay una deuda con el lector por parte del periodismo?
-En general, el periodismo chileno no ha
estado en falta en términos institucionales con el país. Por el
periodismo chileno se han sabido algunas de las cosas que de otra forma
no se habrían sabido. No se supieron por la justicia, ni por los
gobiernos, ni por los parlamentos, ni por las empresas.
Lo que sí creo es que no ha madurado, a
mi modo de ver, a un mayor interés por ser una herramienta de servicio
público más que una herramienta que reportaba o registraba la lucha por
el poder.
RECUERDOS DE ANÁLISIS
-Al preguntarle por la revista
Análisis cambia su postura corporal. Señala que fueron sus mejores años
en el ejercicio profesional.
-Ese es un periodismo que se le llamó de
trinchera, pero yo lo llamo más bien de emergencia. Porque no tenía
necesariamente como objetivo las normas clásicas, típicas de todos los
medios de comunicación: Educar, informar, entretener. El periodismo de
emergencia que devino durante la dictadura tenía como propósito el que
se develaran cosas que la dictadura no quería que se supieran. Y por lo
tanto hay un sesgo, si tú quieres, por un tipo de información, que era
la desconocida, porque no salía en los medios uniformados.
Investigaciones que tenían que ver con derechos humanos; con
privatizaciones o concesiones económicas que no salían en ninguna parte.
Si tú miras a la Análisis, Cauce, Fortín Mapocho…
son revistas que tienen una cantidad enorme de espacio dedicado a lo
que no aparece en términos estándares en los medios de comunicación
televisivos todas las noches, o en El Mercurio o La Tercera todas las
mañanas.
-¿Qué significó para usted la muerte de Pepe Carrasco?
-Bueno… Pepe Carrasco
no solamente fue una persona que tenía la oficina al lado de la mía en
la revista Análisis, sino que me consiguió mi casa cuando me separé, muy
cerca de la suya. Era una persona muy entretenida. Era tremendamente
inteligente, muy agradable, creativo, y fue asesinado en la forma en que
fue asesinado. Y a mí me tocó probablemente la tarea más brutal que he
tenido en mi vida: Comunicarle a Silvia Vera, su viuda, que la persona con 13 balazos en la cabeza era su marido.
¿POR QUIÉN VOTA?
Frente al escenario político de cara a las elecciones, el periodista dice que sólo la derecha tiene candidatos nuevos: Laurence Golborne y Andrés Allamand, quienes no estaban antes.
Y plantea que en la oposición se presentarán dos tipos de candidatos: Uno es ME-O, quien puede volver a irrumpir como una alternativa independiente, y el otro puede ser Girardi,
tratando de generar algún grado de cercanía con lo que se conoce como
el mundo progresista, o sea, más ME-O; y el resto, en la Concertación, es básicamente esperar a ver si Michelle Bachelet
decide competir de nuevo. “Si ella considera que es conveniente volver a
presentarse, nadie se presenta contra ella”, sentencia.
-¿Adelantaría una hipótesis de lo que va a pasar al respecto?
-No. Porque no tengo cercanía personal
con Michelle Bachelet y no tengo idea qué puede estar pensando. Me
imagino que ella tendrá que responderle a su gente, en algún momento, si
va o no va.
-¿Y si Bachelet no va?
-Ahí sí que tienes un problema serio de
figura. Porque tú tienes que todas las figuras en el sector
concertacionista, son lo que podríamos denominar ‘promesas que están
derivando muy rápido en viejos cracks’. La Carola Tohá, que tendría que enfrentarse muy probablemente con un Girardi en una primaria; Ricardo Lagos Weber, también podría querer meterse en una interna del PPD. Por el lado de la Democracia Cristiana no tengo la más leve idea de quién puede ser; hubo una época en que se decía que las nuevas figuras tenían que ser los Claudio Orrego o los Alberto Undurraga. Ellos, si no se toman la posibilidad, como lo hizo Marco Enríquez-Ominami, violando incluso hasta las directrices e instituciones y escalas de su propio partido, nadie va a ir a golpearles la puerta.
El panorama se puede poner desordenado
si Michelle Bachelet no va en la Concertación. Probablemente sería lo
más atractivo desde el punto de vista periodístico.
-Y si ella se presenta ¿Usted vota por ella?
-Yo no tengo ni un problema en decir por
quién voté, pero sí por quién votaría, porque considero que eso es una
cosa que induce a la persona que me sigue a determinada cosa. Yo voté en
segunda instancia por Michelle Bachelet, en su momento, y en primera
vuelta por Marco Enríquez-Ominami… –ríe-, perdón, en esa voté por Tomás Hirsh en primera.
EDUCACIÓN
-El Gobierno ha dicho que financiará la educación hasta el sexto decil. ¿Le parece bien?
-Para mí, el problema del financiamiento
parte de una pregunta anterior. ¿Estamos hablando de algo que se va a
financiar porque no se tiene la plata para financiarlos a todos? ¿O
porque no se quiere financiar a todos? Hay una gran diferencia en eso:
La diferencia entre que la Educación sea gratuita o en que solamente
pueda ser gratuita sólo para determinado sector. Probablemente los más
vulnerables.
-¿Hay que preguntarse algo más?
-La segunda pregunta que hay que
dilucidar es: ¿Se quiere financiar la educación para todos los que
componen los primeros seis deciles? O ¿Solamente para los más
vulnerables dentro de los primeros seis deciles? Porque es totalmente
distinto, y esa es la diferencia entre que se esté hablando en serio o
que se esté hablando con letra chica. Cuando los ministros, incluyendo
al ministro de Educación, Felipe Bulnes, habla de que se va a financiar
el 40% más vulnerable, la mayoría de la gente piensa que se habla del
40% del total de la matrícula: ¡No, es bastante menos!
Se está hablando de que todas las
personas que tienen un ingreso hogar menor a 700 mil pesos, tienen
educación gratis en escuela pública. Si eso es así, me parece bastante
razonable y cabe otra pregunta: ¿Va a continuarse, si es que los
recursos existieran y están disponibles, con toda la educación o el
sexto decil es el límite? ¿Esos seis deciles es lo que se cree que es lo
que se debiera financiar y no más? Y yo pregunto ¿Por qué no más?
-¿Usted piensa que debería ser gratuita?
-¡Totalmente gratuita! Y además pienso que por donde se mire los argumentos son razonables.
Lo que confunde este debate es cuando
alguien dice una falacia tal como: Lo que pasa es que si tú le das a los
ricos la educación, los pobres terminan subsidiándolos. Pero a ver:
¿Cuál es el piso, o sea la línea de abajo, del último decil? De los más
ricos. El techo es ilimitado, no se, Andrónico Luksic tendrá unos 4 mil,
5 mil millones de pesos, no tengo idea. Por definición, el último decil
no tiene techo, puede ser todo lo rico que sea.
En Chile el ingreso de entrada en el
último decil es de 2 millones 650 mil pesos de ingreso hogar. Ese está
en el mismo club que Andrónico Luksic, que Roberto Angelini, que el presidente Piñera, dentro de los cuales estoy yo.
Paulsen dice que no es justo que ese
grupo de personas deban gastar alrededor del 40% de sus ingresos en la
educación de sus hijos, y todavía debe comer, pagar vivienda, transporte
y otras cosas. Además, asevera que quien se educa, en cualquier parte
del mundo paga más impuestos, y esa es una forma de devolver a la
sociedad esa inversión.
-Además, la idea es financiarlo por medio de una reforma tributaria donde quien más tiene pague más…
-¡Obvio! Pero incluso te lo pongo al
revés. ¿Cuántos son los que realmente pueden financiar la carrera de sus
dos-tres hijos y les sobra todavía la plata para comprarse lo que
quieran, y viajar por el mundo todo el tiempo. ¡Es muy poca gente! Es
menos del uno por ciento de la población. El Estado puede darse el lujo
de financiarle incluso a esos ricachones la gratuidad, si recibe a
cambio muchos más beneficios. Si cambias las leyes que permiten hoy día
eludir el pago de impuestos legalmente, otorgas la gratuidad y se te
acabó el problema.
¿Cuál es el dilema del rico? Del
rico-rico, del 1% del último decil: Le sale más barato seguir pagando la
educación de sus hijos que aceptar una reforma tributaria que le
signifique pagar los impuestos que realmente debiera pagar… Y eso me
parece muy injusto.