Por Rubén Weinsteiner
para NEWSWEEK
Una de las dimensiones más importantes para la construcción de
una marca política poderosa, es la arquitectura de un discurso de poder sólido,
en función de un clivaje eficaz.
El clivaje es la división traducida en competencia política,
que construye las singularidades y
particularidades de un liderazgo, permitiendo plantearle a la sociedad en ese
discurso de poder, los cambios propuestos,
construir el debate y estructurar la
competencia con los demás jugadores políticos.
El clivaje permite presentar lo que uno es, reforzado por lo que uno no es, simplificando en un
esquema binario, si-no,
blanco-negro, un planteo fácil de asumir, del tipo “de que lado estás” a los electores.
Organizar el debate y definir un clivaje
Plantear el eje divisorio, el clivaje, es organizar
el debate, y el que organiza el debate acumula poder. Los comentaristas,
los que opinan y reaccionan sobre lo que hace el que organiza el debate y el
clivaje, resignan poder. Gana el que
instala, dirige y por lo tanto controla el debate.
A lo largo de la historia, la construcción de los clivajes
políticos viraron de la clivación por variables duras como religión, etnia o territorio
a establecer clivajes por variables blandas.
Desde los históricos derecha-izquierda, conservadurismo-liberalismo
en Estados Unidos o peronismo-antiperonismo, en la Argentina; a la UCR desarrollando un clivaje en torno a institucionalidad-clientelismo,
Carrió acerca de transparencia-corrupción, Macri; ineficiencia-gerentismo eficiente, el
Kirchnerismo inclusión-exclusión (todos/as-pocos), el sujeto político
agromediático modelo 2008 consolidado en la figura de Cobos en su momento:
consenso-enfrentamiento. Otros probaron mano dura-garantismo, modernidad primer
mundística-atraso (lo viejo), privado-estatal, liberación o dependencia, etc.
Hay clivajes eficaces
y otros que no lo son
En la toma de la iniciativa para la instalación del debate y
en el diseño eficaz del clivaje reside la clave del éxito en la
construcción y acumulación.
Desde el marco
investigativo llegamos a la conclusión que hay ejes que no han servido
para construir poder y votos, como seguridad
y corrupción y otros que si, como economía y formas. Seguridad y corrupción han
sido altamente eficaces para construir malestar, pero no para construir votos.
La disposición y dirección del debate y el diseño,
instalación y gestión de los clivajes son acciones que requieren abordajes permanentes, creatividad, pensamiento
disruptivo y una persistente ruptura de
límites.
Gana el que organiza sostiene y conduce el debate, en torno
al clivaje más eficaz en un contexto de tiempo y espacio.
Rubén Weinsteiner para NEWSWEEK