Sujetos de elección, memoria y agenda







La edad de los que deciden


Del total del padrón de electores , un 30% tiene menos de 30 años, el 50,2% no llega a cumplir los 40 años de edad y 6 de cada 10 electores tiene 45 años o menos . Esto convalida la creciente participación que los jóvenes tienen en la política desde 2003.






La incorporación de los jóvenes a la política es un fenómeno contundente en términos cualitativos, típico de la repolitización de la sociedad Argentina post crisis del 2001.




El 8,6% de los votantes tiene entre 16 y 19 años mientras otro 10,9% recorre el tramo etario que va entre los 20 y 24 años. Completando el tramo de menores de treinta años un 10,5% adicional de electores cursa edades entre los 25 y 29 años.




Dada la estructura etaria que lo segmenta, para el 50% del padrón de electores el gobierno de Raúl Alfonsín y los ciclos hiperinflacionarios de los años 1989 y 1990 no resultaron experiencias vividas, e incluso buena parte de la década de los año noventas tampoco lo fue en plenitud.




Más aún, la crisis del año 2001 fue vivida con menos de 15 años de edad por el 25% de los empadronados, que inician su adolescencia y los primeros contactos con la realidad política nacional ya con el kirchnerismo gobernando el país.


En sentido contrario, solo el 20% de los electores efectivos tenía 15 años o más en la década de los años setenta y vivieron con conciencia plena los gobiernos de Cámpora, Perón e Isabel y el último golpe cívico militar.

El voto joven a partir del cambio de paradigmas de 2001, ha dejado de organizarse a partir de identidades sociales tradicionales permanentes: la sociedad individualista arrasó durante la década del 90 con esas identidades, las cuales se volvieron múltiples volátiles y complejas, difíciles de organizar alrededor de variables duras, como edad, lugar de residencia, años de escolaridad, y mas organizables por variables blandas, como temas de interés y convocatoria, es decir, más lo que la gente hace, que lo que la gente es.


Esto impone en el escenario, como consecuencia, una elevada volatilidad del voto del electorado joven de elección en elección.


La fijación de temas de agenda que se anclan demasiado rígidamente en experiencias del pasado, aún las más convulsionantes, estrategia tan recurrente en buena parte de la oposición e incluso un recurso que sobre utiliza algún sector del oficialismo, no parecen poder interpelar de manera exitosa a una mayoría de electores sencillamente porque no forma parte de su experiencia de vida, y, si bien es cierto que la historia se transmite entre generaciones, nunca es bueno para la dirigencia política abusar de esa circunstancia confundiendo lo dicho con lo vivido.