La columna explicaba el conflicto Gobierno-Clarín, pero "allí sólo se publica el relato de la empresa".
Por Martín Sivak
Ayer Clarín publicó en la página 2 de su suplemento The New York Times International Weekly una nota sobre el primer ministro de Kosovo, Hashim Thaci.
Reemplazó de apuro una columna que escribí sobre los conflictos entre medios y gobiernos en América del Sur en general, y el de la administración Kirchner con el Grupo Clarín en particular. Esa columna, llamada “Inteligencia”, es una sección fija de la edición internacional del diario estadounidense que el diario argentino ha publicado regularmente.
Reemplazó de apuro una columna que escribí sobre los conflictos entre medios y gobiernos en América del Sur en general, y el de la administración Kirchner con el Grupo Clarín en particular. Esa columna, llamada “Inteligencia”, es una sección fija de la edición internacional del diario estadounidense que el diario argentino ha publicado regularmente.
Clarín no observó errores u omisiones ni reclamó mayor inteligencia.
La breve explicación que le dio a The New York Times es que no la
publicaría porque “es un tema muy sensible”. Fue una salida elegante
para no explicitar que sobre ese tema sólo se publica el relato de la
empresa.
The New York Times evaluó que mi columna es equilibrada y respetuosa.
En un hecho inusual, decidió subir a su sitio la versión en español
para que los lectores pudieran leerla.
La columna, en realidad, intenta sintetizar el conflicto con
información familiar para una parte del lectorado argentino. Que las
relaciones entre el gobierno de Néstor Kirchner y Clarín fueron mucho
más armoniosas que conflictivas. Que el Gobierno le concedió favores
estatales, como la fusión de Multicanal y Cablevisión. Que Clarín fue
suave en la crítica y que relegó temas incómodos, como los relacionados
con la corrupción gubernamental. Que cuando empezó el conflicto, ni el
Gobierno ni Clarín dieron explicaciones convincentes sobre la mutua
desilusión. Que la metáfora del divorcio parece mucho más precisa que la
de la guerra. Que Héctor Horacio Magnetto no da entrevistas a medios
argentinos pero sí a extranjeros. El foco de la columna había cambiado.
El editor del diario me dijo que una lectura más matizada sobre las
media wars despertaría mayor interés para los lectores de su edición
internacional (llamada también “Lo mejor de The New York Times”). Tiene
un público de seis millones de lectores de 35 diarios distintos, como el
China Daily de China, El País de España, Reforma de México o
Tages-Anzeiger de Suiza. Debería intentar explicar el conflicto a un
comerciante en Zurich o a un universitario en Shanghái. Cerré los ojos,
pensé en ellos y escribí.
El jueves a la noche, el editor me informó que Clarín no publicaría
la columna. Enterados de la novedad, dos amigos que trabajan en otras
secciones de The New York Times me llamaron escandalizados por la
decisión del gran diario argentino. Me reprocharon que lo tomara como
algo relativamente esperable por el conflicto actual y por la historia
del diario (y que también pusiera en duda la supuesta condición de
diario inmaculado de The New York Times).
Uno me dijo que Clarín estaba haciendo lo que le criticaba al
gobierno argentino. El otro, un viejo columnista que ha recorrido medio
mundo con el diario, habló con un mapamundi en la mano. “Creo que
estamos eligiendo mal nuestros aliados en América latina: que un diario
censure un artículo porque no le gusta es no haber entendido al Times:
les gusta el prestigio que les otorga, pero rechazan el periodismo del
Times cuando habla de ellos”.