Por Rubén Weinsteiner para EL PAÍS
Con el voto a los 16 años se incorporan 1,2 millones de nuevos votantes
al padrón nacional. En el nuevo escenario el 36% de los votantes tiene
menos de 30 años, lo que llamamos voto joven.
Obteniendo una victoria del 50% en este segmento se obtendrían 18 puntos
en el total nacional, lo que junto a un despliegue moderado en el resto
de los segmentos se construiría una ventaja indescontable en cualquier
escenario.
En las elecciones de 2008, Obama derrotó a Mc Cain 52,9 % a 45,7, la
diferencia que le permitió compensar derrotas en segmentos importantes
y construir esos 7 puntos fue el 68% de apoyo entre los menores de 30
años.
En las elecciones de 2012 volvió a conseguir una importante ventaja en
ese segmento frente a Mitt Romney, quedandosé con el 60% de los votos
sub 30, y también ahí construyó la diferencia que le permitió consolidar
su victoria .
Tanto es así que Obama alcanzó los diferenciales mayores en el segmento
joven y de esa manera consiguió la victoria en cuatro de los estados
clave por la cantidad de electores para el colegio electoral que
asignan, sin los que no hubiera alcanzado la presidencia: Florida,
Ohio, Pennsylvania y Virginia.
En la provincia de Buenos Aires, cada año son 250.000 los chicos que
hacen el cambio de documento al cumplir los 16 años. En Córdoba 112.000
jóvenes estarán en condiciones de votar a partir de la nueva ley. En
Santa Fe un total de 107.433, en Mendoza 64.000 jóvenes, en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, unos 62.000 jóvenes. En Santiago del Estero
57.000, en Chaco se incorporarán 49.302, en Entre Ríos 46.500, en
Tucumán 56.000, en Salta 50.000, en Misiones 30.000 jóvenes. En Formosa
no hay información oficial, pero serían 27.000.
El voto jóven recrea mecanismos de tensión joven-adulto y esta tensión
se focaliza desde lo emotivo en el planteo y posible enrolamiento en
conflictos y luchas contra poderes importantes y con final abierto.
Desde lo funcional la acumulación en términos de preferencias en este segmento se apoya en 2 clivajes específicos:
a)prohibido-permitido
b) institucionalizado-desinstitucionalizado
El joven pone en emergencia conductas “asociales” que muchos viven y
practican subterráneamente; constituyendo "lo que viene", "la próxima
cultura" más que una contracultura.
Los jóvenes barometrizan el cambio, por eso lo demandan, y el cambio lo
anclan en el límite de lo que la ley habilita y lo que prohíbe.
La demanda implícita es permitir lo que está prohibido pero como dice la
marcha de la bronca de Pedro y Pablo “haré de cualquier modo” .
La otra demanda fundamental de este segmento es la institucionalización de soluciones.
Esta institucionalización conlleva una legitimación implícita demandada, de valores, sentimientos, necesidades, etc.
El segmento demanda ocupar el imaginario de la clase política. A este
segmento el discurso de los de 50 les resulta ajeno emocionalmente,
lento conceptualmente y aburrido discursivamente, pero la zona donde la
brecha mas se profundiza, es en la credibilidad, los jóvenes no le creen
a los mayores.
Esa linealidad de las series de los setenta y ochenta donde todo está
demasiado claro, lo bueno, lo malo, los buenos y los malos, lo que está
bien y lo que está mal, no resulta creíble en este segmento. Esa
unidimensionalidad bajada al discurso resulta inverosímil, “careta”, y
sus emisores “truchos y gatos”.
Desde la emergencia, la organización del debate para el segmento se da
en torno al clivaje “gato”-autentico. Los otros son la impostura, los
que dicen una cosa pero son otra, contra eso, se plantea un modelo
normativo de autenticidad, sencillez y transparencia.
No ser “careta”, no ser “gato”, no ser “trucho”, ser o en realidad
parecer verdadero, transparente. El marco de referencia está afuera pero
dentro del círculo tribal, esa figura referencial emerge por un
cualidad específica, ser por ejemplo, el líder de la banda que más le
gusta, pero además validar su autoridad con un discurso que se
retrolegitime con los valores de la tribu, de autenticidad, y los
proyecte hacia afuera.
Las experiencias de voto a los 16 en los diferentes países donde se
habilitó ese derecho, marcan tasas de voto altas, los jóvenes “quieren
usar la credencial”, son votantes comprometidos y convencidos, despegan y
con facilidad del mandato de voto familiar.
Demandan convocatorias a enfrentar y forzar, reconocimiento legitimación
e institucionalización. Satisfacer deseos antes que necesidades. Es un
voto emocional, complejo inteligente y definitorio en cualquier
elección.
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