Los atributos de consumo y empleo constituyen dos de los pilares
de la fortaleza del modelo iniciado en mayo de 2003. Concurren para
sostenerlos muchas alternativas de gestión y desiciones de política
económica heterodoxas, la mayoría criticadas severamente por los gurúes
que, con sus saberes llevaron al país a 24% de desempleo, 54% de pobreza
y 27,6% de indigencia en la crisis del neoiliberalismo en el año 2001.
Adicionalmente ya observamos en Ramble que en líneas generales, empleo y consumo son los motores del acompañamiento electoral contundente de 2011, a
punto que el 50% de los votos obtenidos por el FPV son volátiles y
consecuencia directa de la robustez de ambos indicadores observadas
desde 2003 y en particular , su recuperación tras la caída de 2009.
Para observar la marcha de la generación de empleo y su desagregado por
rama , así como la perspectiva de este singular indicador de cara a
2013, leemos en Analytica una visión de la coyuntura.
La actividad económica lentamente gana velocidad pero el empleo sigue
muy rezagado. El frenazo del primer semestre está condicionando uno de
los principales pilares de expansión del mercado interno. El desempleo
no aumenta significativamente, pero tampoco baja, lo que empieza a
reflejar ciertos límites del actual modelo.
Un repaso de los principales indicadores laborales da cuenta de esta
realidad. Las suspensiones y despidos de trabajadores (medidos por
Tendencias Económicas) durante el tercer trimestre han cedido respecto
del turbulento segundo trimestre, pero todavía se ubican muy por encima
de 2011. A diferencia de lo ocurrido en la crisis 2009 los despidos
ahora son sistemáticamente inferiores a las suspensiones, lo que refleja
la percepción empresaria de que se trata de un fenómeno más transitorio
que permanente.
Igual lectura generan los datos de ocupación en la industria, ya que
las horas trabajadas caen (+1,9% en el tercer trimestre) pero el empleo
sigue aumentando (+1,2%), aunque a un ritmo cada vez más bajo.

La EPH (Indec) da cuenta de una suba marginal de la desocupación
entre el primer y segundo trimestre (de 7,1% de la PEA a 7,2%) pero
refleja un aumento significativo en la población subocupada (de 7,4% a
9,4%). En otros términos, hay más personas ocupadas que podrían trabajar
más horas y no lo puede hacer.
La lectura es coincidente.
En el caso de una reciente encuesta elaborada por Manpower este
enfriamiento en la demanda de empleo se mantiene. Según el estudio, sólo
12% de las empresas espera aumentar su dotación en 2013, mientras 9%
proyecta una caída y 78% no espera cambios. El saldo neto positivo (+3%)
es el peor desde la crisis 2009 y se ubica 14 puntos por debajo del
registro del cuarto trimestre del año pasado.
La encuesta indica que en 4 de las 6 regiones del país se prevén
incrementos en las dotaciones. Los planes de contratación más
optimistas pueden observarse en la Patagonia (+22%) y en la región del
NEA (+11%). Las proyecciones para el NOA (+7%) y el AMBA (+5%) son mucho
más modestas. En tanto, los empleadores pronostican reducciones en Cuyo
(-4%) y la región Pampeana (-2%).
En cuanto a la tendencia, es interesante notar que las expectativas
para la Patagonia son las mejores de los últimos cuatro años, lo que
ratifica la proyección de crecimiento que tiene la industria petrolera a
partir del nuevo impulso generado por YPF. Para las restantes regiones
la tendencia es preocupante: las expectativas se ubican en los mínimos
post crisis 2009.
A nivel sectorial, la lectura es muy consistente con los tiempos que
corren. Entre los más segmentos mas dinámicos en materia de creación de
empleo se ubica la Administración Pública y Educación (+9%), seguida
por servicios (+8%) y Manufacturas (+6%). El Estado se ha convertido en
un demandante activo, el sector servicios se beneficia del sesgo pro
consumo y la industria parece estár un poco más pujante de cara a 2013.
Un peldaño por debajo se ubican Comercio y Transporte y Servicios
públicos (+5%). Los más golpeados son Finanzas, Seguros y Bienes Raíces
(+2%), Agricultura y pesca (0%) y Minería y Construcción (-4%). Era
previsible, el sector inmobiliario tiene que achicarse para sobrevivir
en un entorno de muchos menos negocios y la construcción no termina de
asimilar la falta de dólares.
El problema de fondo es que en todos los sectores las perspectivas
para el cuarto trimestre se ubican en los niveles más bajos desde la
recuperación post Lehman.
En síntesis, no estamos viendo un proceso de destrucción de empleo
generalizado sino problemas puntuales en algunos sectores. Nos preocupan
otros factores. Por un lado, la subocupación asociada a la fuerte
desaceleración en la actividad, que debería atenuarse en los próximos
meses cuando la economía vuelva a crecer en un entorno de entre 3% y 4%.
Por el otro, la baja capacidad de generación de nuevos puestos de
trabajo asociada a problemas mucho más difíciles de desactivar.
Concretamente la caída en la inversión (IBIF). Los datos oficiales
del segundo trimestre dan cuenta de una baja de la IBIF de casi 4 puntos
porcentuales con respecto a igual trimestre de 2011 (de 25% a 21%). Si
bien en la segunda mitad del año se estaría recuperando, difícilmente
supere 22% del PBI en el promedio del año. Un retroceso muy
significativo respecto a los más de 24 puntos registrados un año antes.
Éste es el principal desafío del gobierno. Reactivar la inversión
requiere, no sólo concentrarse en su financiación, sino también en otras
problemáticas. Por caso, el margen de rentabilidad de muchas empresas
sigue en baja desde el pico alcanzado en 2010. Las ganancias de las
compañías que cotizan en el Merval se redujeron 20% en el último año y
paralelamente el costo del capital se encareció significativamente. Más
percepción de riesgo y menos rentabilidad es una ecuación que
evidentemente deprime los “animal spirits” inversores.
Si no se trabaja sobre estos, y otros aspectos, el crecimiento del
año próximo puede terminar impulsando sólo modestamente los niveles de
empleo.