Menor ritmo en la creación de empleo


Ya advetimos en Ramble que los datos oficiales suministrados por el INDEC muestran que el desempleo se mantiene constante .

En el último año no se generaron ni destruyeron puestos de trabajo de manera estadísticamente significativa. Se observan leves caídas en las tasas de desempleo, empleo y actividad ( menos gente que busca empleo) , junto a un aumento de la tasa de subocupación horaria , en particular la que demanda empleo

Se trata de personas que pasaron de ocupados plenos a trabajar menos de 35 horas semanales por causas involuntarias, están dispuestos a trabajar más horas y lo están buscando activamente .

En líneas generales se observa entonces un empeoramiento aunque leve, efectivo, de las condiciones del mercado de trabajo expresada no en pérdida de puestos, sino en recortes en las horas de trabajo que transformó a un punto de la Población Económicamente Activa (unas 185.000 personas proyectando a total país) de ocupada plena en subocupada demandante.
Sobre el impacto de la AUH y las nuevas escalas de Asignaciones Familiares en el contexto de la problemática del empleo en esta coyuntura, leemos en el newletter de Analytica: 

Como viene sucediendo desde su creación en 2009, la Presidente anunció el miércoles pasado un nuevo incremento en la Asignación Universal por Hijo (AUH) y nuevas escalas para las asignaciones en función de los ingresos familiares. De esta forma, se incorporan alrededor de 269 beneficiarios, pero se excluirían 63 mil personas.
Lo interesante es que se priorizaron criterios de progresividad, pues los mayores incrementos son percibidos por los sectores de menores recursos, especialmente los desocupados y los empleados informales. Sin embargo, la progresividad se da entre trabajadores pues al computar el ingreso familiar (y no el individual) para definir las escalas, se estaría inyectando menos recursos en los segmentos de ingresos medios.
La medida combinada con el congelamiento del piso de ganancias y paritarias que resultaron mucho más moderadas que el año pasado (en promedio de 24%, levemente por encima de la tasa de inflación) están restando capacidad de consumo o ahorro a una parte importante de la clase media.
En el balance final, se estarían volcando $ 5.200 M a la economía real (0,25% del PBI). Esta inyección se suma a los aumentos en jubilaciones y pensiones que comenzaron a regir este mes (casi 12% y 31% acumulado en el año). La política de ingresos del gobierno, en este caso dirigida a los sectores de mayor propensión al consumo, es uno de los drivers centrales para sostener el crecimiento.
La dinámica del empleo, por su parte, está siendo menos auspiciosa. La desaceleración en el nivel de actividad sumada a la caída en los niveles de inversión está afectando la demanda laboral.
Si bien la desocupación en el segundo trimestre del año se ubicó en 7,2%, hay ciertos indicadores que encienden una luz de alerta. La subocupación demandante, quienes trabajan menos de 35 hs semanales y buscan trabajar más, se encuentra en 6,7% un punto por encima de un año atrás. El mayor incremento se dio en la C.A.B.A y el Gran Buenos Aires, donde pasó de 5% en el primer trimestre del año a 7,7% en el segundo.
En los últimos años la capacidad de creación de puestos de trabajo de la economía se redujo sensiblemente. No sólo en términos absolutos sino también a nivel relativo. Esto es, cada incremento en el nivel de actividad se realiza (elasticidad empleo-producto) recurriendo a una proporción menor de trabajadores.
Dejando de lado los años de recuperación de la actividad post estallido de la convertibilidad (2003-2006), en 2007 y 2008 por cada punto de incremento de la actividad el empleo crecía alrededor de 0,29%. En 2011 este registro cayó a 0,21%.
Entre las causas que explican esta mayor reticencia a emplear se destacan una mayor preferencia por la flexibilidad en las empresas, el encarecimiento relativo del salario en relación a la maquinaria y deficiencias en la propia oferta laboral.
En un escenario de incertidumbre, las empresas prefieren cubrir la mayor demanda con horas extras en lugar de realizar nuevas contrataciones. Esto es utilizar más intensivamente los recursos existentes, sin arriesgarse a generar saltos en la escala que luego son difíciles de desarticular. De esta forma, es posible suspender las horas trabajadas por fuera de la jornada regular sin mayores dificultades en un escenario de fuerte desaceleración como el registrado en el primer semestre del año.
Con respecto a los costos, la diferencia es notoria. Entre enero de 2007 y julio los salarios aumentaron en promedio 224% mientras que la devaluación fue de 48%. Como resultado se crearon incentivos para una mayor importación de bienes de capital y nuevas tecnologías, en detrimento del empleo. En algunos casos, directamente implica la reducción en la dotación de personal por la pérdida de ventas al exterior.
En este escenario, lógicamente la demanda laboral sigue anémica. Una encuesta recientemente difundida por Manpower señala que para el IV trimestre del año hay una expectativa de creación neta de empleo de 5%, el indicador más débil desde 2009. Si bien el mayor ritmo de crecimiento esperado para el año próximo permite ser algo más optimista con la dinámica del empleo en los próximos meses, hay señales que requieren atención.