Martín Lucero
Nunca ha sido fácil ser trabajador. Cada reivindicación,
cada derecho, cada conquista ha sido lograda en base a la lucha contra un
patrón siempre renuente a ceder privilegios, alentado por un estado que por
acción y omisión siempre ha optado por el camino fácil del acuerdo con las
corporaciones o los centros de poder extranjeros, siempre más afectos al ajuste
o la “reducción de los costos laborales” que la redistribución de la riqueza.
Al trabajador nadie le ha regalado nada. Quizás porque, si
lo pensamos en profundidad, los derechos no se pueden regalar. Siempre son
preexistentes a su reconocimiento el cual llega indefectiblemente después de
una lucha.
Los gobiernos populares, por ejemplo, son tales no por crear
un catálogo nuevo de reivindicaciones, sino por hacer propia la agenda de los
trabajadores y plasmar en la acción gubernamental el éxito de luchas laborales
anteriores.
Para los que abrazamos de una u otra manera la vocación de
servicio gremial, trabajador y lucha son términos inseparables. El día del
trabajador – decretado en honor a los mártires de Chicago que exigían la
jornada laboral de 8 horas – es la ratificación internacional de este concepto
y sirve de homenaje a los miles de trabajadores que dieron la vida por sus
convicciones colectivas.
Sin llegar a estos extremos el conflicto gremial nunca está
exento de polémicas y cuestionamientos. Para la “opinión pública” los paros
molestan, los cortes de calles enfurecen y los reclamos demuestran
“insensibilidad social”. El apoyo de la “sociedad” siempre es inversamente
proporcional a las “molestias” que generan las medidas de acción directa.
Siempre se cuestionan los “métodos”.Se exhorta a los
trabajadores a buscar otros caminos, otras formas de protesta, otras
soluciones. Paradójicamente poco se le exige a los empleadores que son la otra
parte en conflicto.
Es aquí donde aparecen los llamamientos al diálogo para
resolver conflictos. El problema radica en que los empleadores siempre están dispuestos
a hablar… muy pocas veces a negociar colectivamente.
Como es lógico la mayoría de los conflictos no se cierran
con el diálogo puesto que es muy difícil que quien tiene que ceder algo lo haga
con el solo fundamento de las palabras. Sobre los empleadores recae la
principal causa de la generación de las pujas gremiales. Sin embargo los
estigmatizados son los trabajadores.
Estos pensamientos en víspera del día del trabajador aspiran
ser un aporte parara que reflexionemos sobre la reivindicación el valor de la
lucha por nuestros derechos laborales, la significación de los conflictos y las
responsabilidades sociales emergentes de la puja por una mejor distribución de
la riqueza donde los débiles exigen más hechos y menos palabras. Asumir el
pliego de las corporaciones o de los poderosos como algo inmodificable es
asumir la derrota del movimiento obrero.
Una sociedad que cuestiona la lucha gremial reniega de la
aspiración a la movilidad social ascendente, de la justicia social y de la
inclusión que garantice la igualdad de oportunidades. En definitiva reniega de
un futuro mejor sus hijos.
Es por eso que el 1º de Mayo nos tiene que servir a los
trabajadores para que ratifiquemos la convicción de porque peleamos y hacia
donde queremos ir. Cada vez que le digamos a un compañero “FELIZ DÍA” le
estamos diciendo “FUERZA, SIGAMOS ADELANTE”. Y eso es lo que nos hace
distintos… no creer en nuestro éxito o salvación individual sino en la salida
colectiva.
Por todo eso compañeros: FELIZ DÍA.
MARTÍN LUCERO
Rosario 30 de abril de 2012
PD: Por último y hablando de gremios a los que se les
cuestiona sus conflictos gremiales en este día del trabajador quisiera rendir
un humilde homenaje a los “secuestradores de niños” que cada vez que hacen un
paro “toman a los chicos de rehenes”. A esos “vagos” que trabajan “cuatro horas
por día” y tienen “tres meses de vacaciones”. A esos indolentes que “no tienen
vocación” como los “de antes”. A esos incoherentes a los cuales “si no les
gusta su trabajo” deberían “buscarse otro”. A esos molestos que “se la pasan de
paro” y para los cuales “no hay nada que les venga bien”.
En definitiva a todos esos
maestros y profesores argentinos que a pesar de las descalificaciones y los
prejuicios siguen sosteniendo la educación popular contra viento y marea FELIZ
DÍA… o FUERZA, SIGAMOS ADELANTE…. Falta mucho pero vam