La rival de Obama

Michele Bachmann y Sarah Palin, las mujeres que buscan tumbar a Obama en 2012. Ambas son atractivas, con experiencia, una política basada en valores cristianos y desconfían del ‘big government’


Las dos son mujeres atractivas, con experiencia de gobierno, una política basada en valores cristianos y desconfianza hacia el big government y ambas tienen el visto bueno del verdadero hacedor de reyes del Partido Republicano, el movimiento espontáneo Tea Party. Pero Michele Bachmann y Sarah Palin tienen un problema que probablemente haga naufragar sus cordialísimas elecciones: para competir con Obama por la Presidencia en 2012, como en Los Inmortales, “sólo puede quedar una”.
En el principio fue Sarah. La ex gobernadora de Alaska era elegida por el candidato republicano en las elecciones de 2008, John McCain, como número dos de su ticket y una buena parte de la América profunda caía a los pies de esta madre de cinco hijos, pequeña empresaria, cazadora, desinhibidamente cristiana y más all American que la tarta de manzana. Y, last but not least, con un físico que conservaba buena parte del atractivo que la había hecho Miss Wasilla.
Durante la campaña, Sarah se metió a media América en el bolsillo con un estilo directo y cómplice, tan alejado de la habitual retórica de Washington como se pudiera desear. Incluso su derrota frente a un arrollador y mesiánico Barack Obama fue vista como una bendición a medias por muchos. ¿John McCain y Sarah Palin? ¿Y por qué no al revés?
Nacía entonces el Tea Party, una red de asociaciones y movimientos de ciudadanos hartos con un gobierno federal elefantiásico que parecía dispuesto a acabar con el modo de vida americano y Sarah Palin se convirtió inmediatamente en su musa. Los demócratas, por su parte, se encargaron de demonizar a Sarah, en una campaña que tenía y tiene mucho de aborrecimiento visceral.
Pero entonces empezó el declive de Palin. Algunas egregias meteduras de pata –como considerar a Corea del Norte un aliado de Estados Unidos–, que la prensa izquierdista amplificó, hicieron pensar incluso a sus partidarios que había un tanto de superficialidad en su reina y una falta de preparación.
En 2010 Palin publicaba Going rogue, una mezcla de autobiografía e ideario, y el hecho de que se mantuviera durante semanas como superventas da idea de que el atractivo de la ex gobernadora de Alaska estaba lejos de haber desaparecido. Pero incluso la promoción del libro y las posteriores giras políticas por Estados Unidos la hacían parecer más una narcisista estrella del rock que una política seria.
Nace una nueva estrella
Fue por entonces cuando empezó a brillar claro en el firmamento de la política nacional una nueva estrella, hija ideológica de la propia Palin: Michele Bachmann, congresista de Minnesota.
Nacida en Michele Amble en Waterloo, Iowa, de una familia de noruegos luteranos y demócratas, Michele parece tener todo lo que atrae de Palin sin sus problemáticas carencias, y si Palin tiene cinco hijos, Bachmann iguala esos cincos y suma 23 adoptados. Lleva en la política desde 1980, desde 2003 como cargo electo por su estado de adopción, Minnesota, donde vive con su marido Marcus, terapeuta clínico, y toda su extensa tribu.
Sobre todo, Michelle Bachmann se ha alzado con la victoria en el straw poll o la consulta informal de Iowa de los candidatos del partido republicano a las presidenciales del próximo año, seguida de cerca por Ron Paul, mientras su todavía no rival Palin se ha dado hasta septiembre para decidir si entra o no en liza para ser la candidata republicana a la Presidencia. Son la propia Palin y otro ajeno a Iowa, Rick Perry, gobernador de Texas, quienes podrían arrebatarle el triunfo.
Pero la prueba definitiva de su ascenso ha sido el hecho de que los demócratas han centrado todos sus cañones en ella. Lo último fue una portada de la revista Newsweek en la que aparecía con el gesto más desfavorecido posible y ojos de loca bajo el titular: “La Reina de la Indignación”.
Bachmann es una Palin con sustancia y más saber hacer en las distancias cortas, evitando cuidadosamente las meteduras de pata que han hecho tristemente célebre a su mentora. Incluso cuando se le pregunta por Palin, sólo tiene palabras de elogio para la ex gobernadora, y se limita a decir que su decisión de competir por la candidatura republicana no tiene nada que ver con el resto de aspirantes.
Quizá no, pero si al final Palin se decide a entrar en la carrera, es seguro que van a saltar chispas entre las dos antiguas aliadas.