La carrera por el auto 2.0

Thomas L. Friedman

The New York Times

uando pienso en nuestro rescate de las Tres Grandes de Detroit, no puedo evitar reflexionar sobre aquello que, en mi opinión, es la regla comercial más importante en el mercado global integrado y digitalizado de hoy, en el que los instrumentos de conocimiento e innovación están tan difundidos.
Se trata de esto: lo que pueda hacerse se hará. La única pregunta es si lo harán ustedes o se lo harán a ustedes. Pero no hay que pensar que no se hará. Si alguien tiene una idea en Detroit o en Tennessee, debe prometerme que tratará de concretarla, porque alguien en Dinamarca o en Tel Aviv la pondrá en práctica un segundo más tarde.
¿Por qué saco el tema? Porque alguien en Dinamarca o en Tel Aviv ya está desarrollando una alternativa concreta al modelo comercial de Detroit. No sé si esa alternativa a los autos impulsados por combustible funcionará, pero sí sé que es posible ponerla en marcha? y Detroit no lo está haciendo. Y por lo tanto, alguien la pondrá en marcha y eventualmente, apuesto, traerá buenas ganancias.
Cuando eso ocurra, nuestro rescate de Detroit será recordado como el equivalente de poner miles de millones de dólares del dinero de los contribuyentes en el negocio de los catálogos por correo en la víspera de la creación de eBay. Será recordado como verter miles de millones de dólares en la industria del CD de música en la víspera del nacimiento del iPod y de iTunes.
Será recordado como poner miles de millones de dólares en una cadena de librerías en la víspera del nacimiento de Amazon.com y Kindle. Será recordado como invertir miles de millones en mejorar máquinas de escribir en la víspera del nacimiento de la PC.
¿De qué modelo comercial estoy hablando? De la empresa de autos eléctricos de Shai Agassi, llamada Better Place, con base en California, que anunció la semana pasada una sociedad con el estado de Hawai para probar su plan comercial allí después de haber firmado acuerdos con Israel, Australia, el área de la bahía de San Francisco y, sí, Dinamarca.
El sistema de carga de Better Place se basa en generar electrones de tanta energía renovable (eólica y solar) como sea posible y después alimentar con esos electrones limpios una infraestructura nacional de carga para autos eléctricos.
Esta infraestructura está formada por sitios de carga con puntos de venta -los primeros pilotos se inauguraron esta semana en Israel- más estaciones de recambio de baterías en cada uno de los países. Luego, todo el sistema es controlado por un centro de control de servicio que integra las prestaciones y hace la facturación.
Según el modelo de Better Place, los consumidores pueden comprar o alquilar un auto eléctrico de la planta automotriz francesa Renault o de empresas japonesas como Nissan (General Motors rechazó con desdén a Agassi) y después comprarle a Better Place kilometraje para las baterías de sus autos eléctricos de la misma manera que usted compra ahora un teléfono celular a Apple y los minutos a AT&T.
Así, Better Place, o cualquier empresa automotriz que se asocie con ella, se beneficia con cada kilómetro que usted recorra. GM vende autos. Better Place está vendiendo kilómetros de movilidad. Se prevé que los primeros autos eléctricos Renault y Nissan lleguen a Dinamarca e Israel en 2011, cuando todo el sistema ya esté establecido y en funcionamiento.
El martes, el Ministerio de Medio Ambiente de Japón invitó a Better Place a unirse al primer proyecto de automóviles eléctricos encabezado por el gobierno, junto con Honda, Mitsubishi y Subaru. Se prevé construir una estación de cambio de baterías de autos eléctricos en Yokohama, la Detroit de Japón.
Lo que me resulta interesante de Better Place es que se trata de una empresa automotriz construida a partir de la nueva plataforma industrial del siglo XXI, no de la plataforma del siglo XX? exactamente lo mismo que hizo Steve Jobs para revolucionar la industria de la música.
¿Qué fue lo que Apple entendió antes que nadie? Uno, que la plataforma tecnológica de hoy le posibilitaría a cualquiera grabar música con una computadora. Dos, que Internet y el MP3 le permitirían a cualquiera transferir música en formato digital a cualquier persona.
Lo que nos dice Agassi, el fundador de Better Place, es que hay una nueva manera de generar movilidad, no sólo música, usando esa misma plataforma. Sólo hacen falta el tipo adecuado de batería para autos -el iPod de esta historia- y una red nacional de recarga -la tienda de iTunes- para hacer que funcione el modelo para autos eléctricos a un precio de seis centavos la milla (1,6 km). El estadounidense promedio paga en este momento unos 12 centavos por milla de combustible, lo que, además, contribuye al recalentamiento global y fortalece a los petrodictadores.
No hay que esperar que esta innovación provenga de Detroit. Recordemos que en 1908 el Ford T tenía mejor rendimiento que muchos modelos de Ford, General Motors y Chrysler fabricados en 2008.
Pero no se sorprendan cuando esta idea venga de otro lado. Puede hacerse. Y se hará. Si perdemos la oportunidad de ganar la carrera del auto 2.0 porque nos dedicamos insensatamente a rescatar al auto 1.0, sólo habrá un responsable: los nuevos accionistas de Detroit.
Es decir, nosotros, los contribuyentes.