La inflación, una cuestión de menor peso

Sin una aparente decisión política, el alza de precios se ha desacelerado influida por un enfriamiento de la economía y una baja en el consumo; sin embargo, se espera un índice que rondaría en un 17 por ciento en todo el año

Por Alfredo Sainz

En la Argentina se está aplicando un plan antiinflacionario de facto, al que nadie parece haber elegido y que por momentos entra en colisión con algunos de los dogmas del modelo económico K.

La aceleración en el ritmo de los aumentos de precios que se registró a partir de mayo y que llevó al índice de inflación muy cerca del 2% mensual, terminó prácticamente imponiéndole al Gobierno las medidas que eran reclamadas desde hace tiempo por los economistas más ortodoxos como contener al dólar, autorizar los primeros aumentos en las tarifas de algunos servicios públicos, subir la tasa de interés y moderar, aunque sea un poco, el crecimiento del gasto público. Al menos en un primer momento los resultados parecen darle la razón a los que dictaban los manuales de economía, ya que después de casi un año de subas mayores en septiembre la inflación real volverá ubicarse en torno del 1% o incluso apenas por debajo, algo que no se daba desde mediados de 2007.

De esta manera, no sería descabellado que en el mes confluyan en un mismo número la inflación real y la que mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), después de casi dos años de intervención del organismo por parte del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.

La desaceleración de la inflación ya se siente en algunos rubros. Por caso, el sector de los alimentos y las bebidas aumentan a un ritmo mucho menor. Los analistas privados anticipan que hacia fin de año podría ser más palpable entre los consumidores.

Los más optimistas pronostican que 2008 incluso podría cerrar con una inflación por debajo o en línea con el 17% que, a falta de estadísticas oficiales creíbles, fue la suba promedio en el costo de vida en 2007 que surgió de un relevamiento realizado por LA NACION entre 30 economistas y consultoras privadas.

"A pesar de que no hubo ningún anuncio del lanzamiento de un plan para combatir a la inflación, en los hechos esta política existe. Anclar el dólar y subir la tasa de interés eran medidas que se venían reclamando desde hace mucho tiempo y que finalmente el Gobierno ahora parece tomar en cuenta. El punto que aún está pendiente es el del gasto público, aunque en este punto también se nota un cambio de tendencia", explicó Jorge Todesca, presidente de Finsoport Consultores Económicos.

Entre las medidas más ortodoxas que reclamaban al Gobierno y que en silencio la administración de Cristina Kirchner parece haber aceptado también figura la decisión de dejar de alentar la demanda en materia de consumo. El Gobierno ya dejó en claro que no apoya una reapertura de las paritarias durante este año y ahora acaba de tomar la decisión de postergar la devolución del impuesto a las ganancias para los salarios más altos que se beneficiaron con la reciente suba del mínimo no imponible. A diferencia de muchos de sus colegas que hablan de medidas que le fueron impuestas por imperio de las circunstancias, Aldo Abram sostiene que la desaceleración de los precios se debe más que nada a una decisión política. "La desaceleración viene desde hace varios meses y tiene que ver con que el Banco Central desde fines de 2007 viene bajando el ritmo de emisión de pesos, aunque recién se nota en los últimos meses básicamente porque el contexto interno con la crisis del campo le venía jugando en contra", explica el economista socio de la consultora Exante.

Abram además se muestra optimista que esta tendencia se profundizará durante 2009, si se toma en cuenta que se trata de un año electoral. "La decisión del Banco Central de desacelerar el ritmo de expansión de la base monetaria se va a mantener para adelante. Que la Presidenta haya dicho que no va a subir el tipo de cambio porque acelera la inflación es un espaldarazo tremendo para la política del Central y detrás de esta decisión hay un objetivo político: la inflación les pega con más fuerza a los sectores de menores ingresos, que es la base electoral de este Gobierno. Hay una relación directa entre el apoyo de la población y la inflación, que explica la caída en la popularidad del Gobierno en los últimos meses", explicó el economista.

A las medidas más ortodoxas que vienen ayudando a controlar la inflación también se suman algunas causas internas, ligadas básicamente a la desaceleración de la demanda en diferentes rubros de la economía.

Alarma inmobiliaria
La primera señal de alarma llegó con la construcción, ya que después de tres años consecutivos de fuerte crecimiento, en el primer semestre se desplomaron un 27,7% los pedidos de construcción de obras nuevas en la Capital Federal.

El panorama para la industria automotriz no es mucho más alentador. En agosto, las ventas de cero kilómetro cayeron un 7,3%, en lo que constituyó la mayor caída interanual desde 2003. El freno en la demanda obligó a los fabricantes a retocar a la baja sus pronósticos de ventas para 2008 y el piso de 620.000 unidades se convirtió en el "techo", mientras que algunas terminales, como General Motors, ya iniciaron la suspensión durante algunos días de su producción para adecuarse a las nuevas condiciones del mercado.

Otro rubro que da cuenta de una demanda en baja es el de los electrodomésticos. La decisión de las tarjetas de créditos de suspender la compras en doce cuotas sin interés impactó de llenó en las ventas de los artículos para el hogar y el propio Indec reconoció que entre abril y junio la demanda cayó un poco más de trece puntos.

"Está claro que la demanda está un poco más contenida y, por lo tanto, no convalida cualquier precio y esto se percibe especialmente en el rubro de alimentos y bebidas, que se está desacelerando después de las fuertes subas del segundo trimestre de 2008", explicó Rodrigo Alvarez, economista de la consultora Ecolatina.

La mayoría de los economistas consultados por LA NACION coinciden en que la causa del freno en la inflación no hay que buscarla exclusivamente en medidas proactivas del ministerio que preside Carlos Fernández, sino también en la nueva coyuntura internacional provocada por la crisis del sistema financiero norteamericano.

"Hay una desaceleración importante de la inflación, que llevará el índice al uno por ciento o aún un poco por debajo en septiembre. Y la principal causa de esta desaceleración es la caída en los precios de las commodities , como los granos y el petróleo, que en promedio rondó el 25 por ciento, y que tiene un impacto muy grande en los precios de los alimentos y de los combustibles", explicó el economista Orlando J. Ferreres.

Ya no es un desvelo

En el mismo sentido, Marina Dal Poggetto, del estudio Bein, destaca que en el Primer Mundo la inflación ya dejó el principal motivo de desvelo. "Hasta julio, la preocupación de los Banco Centrales de Europa era la inflación, pero está claro que ahora la prioridad pasó a ser la crisis financiera", explica la economista.

Más allá de que amigos y enemigos del Gobierno reconocen que la desaceleración de los precios es un hecho, tampoco parece haber demasiados motivos para festejar. Los cálculos más optimistas pronostican una inflación real de 2008 de entre el 15 y el 20%, con lo cual este índice seguiría estando claramente por encima del promedio del 9,1% que proyecta el Fondo Monetario Internacional (FMI) para los países emergentes.

"El ritmo actual de la inflación está claramente más tranquilo y hoy se ubica en el 15 o el 16% anual. La desaceleración es especialmente visible en el precio de los alimentos, pero con los salarios creciendo por encima del 20% anual es inevitable que sigan los aumentos en los servicios, en los que el peso de los salarios es muy grande y el ancla del dólar no funciona", señaló Marina Dal Poggetto. La sensación de que la inflación llegó para quedarse, aunque a tasas más bajas, se sustenta en el hecho de que no será tan fácil desactivar las expectativas que lógicamente se generaron entre la población tras dos años de convivencia con una tasa de aumento de los precios de dos dígitos anuales.

"A pesar de que los alimentos muestran una desaceleración importante, la mayoría de los rubros continúan creciendo con subas por encima del 20%, lo que indica que todavía hay mucha inercia en materia de inflación", explicó Rodrigo Alvarez.