Una alegría de corta duración


Por David Brooks

Cristóbal Colón tardó 70 días en llegar al Nuevo Mundo. Un poco menos de la mitad tardamos nosotros en cumplir con el calendario de las primarias. Pero llegamos a destino y la gente de John McCain y de Barack Obama se sentirá satisfecha.

Ninguno de ellos planea un giro importante para el otoño (boreal). Confían en que tienen una estrategia para la victoria. Así que hoy mi papel es el del Dr. Fatalidad: el de fracturar la confianza inmerecida y aumentar el nivel de ansiedad de ambos bandos.

Barack Obama perdió siete de las últimas 13 primarias. Los que confían en él dicen que eso no tiene importancia. Es dudoso. Aunque los votantes prefieren las propuestas demócratas en casi todos los temas importantes, por una diferencia que oscila entre los 11 y los 25 puntos, Obama sólo aventaja a McCain en un 0,7% en el promedio de encuestas de RealClearPolitics. Su popularidad entre los independientes ha caído desde el 63% hasta el 49% desde febrero pasado.

Más aún, Obama ha pasado los últimos meses cortejando a la clase trabajadora. No parece funcionar. Hay algo de su magia que encuentra eco entre los que tienen una buena educación, pero no en los menos educados.

Por eso, tenemos los extraños resultados de las encuestas. Los votantes están de acuerdo con la postura de Obama respecto de Irak, pero, según el Pew Research Center, confían más en McCain para el manejo de la guerra.

Peter Hart organizó un focus group para el Annenberg Public Policy Center con votantes independientes de Virginia. Captó reacciones que uno escucha permanentemente. Estos votantes independientes estaban intrigados por el mensaje de "cambio" de Obama, pero no sabían casi nada de él.

Es como si no pudieran identificar la vida de Obama con nada de sus propias experiencias inmediatas y, en consecuencia, el hombre es una abstracción para ellos. Finalmente, la gente de Obama está demasiado convencida de que puede definir a McCain como Bush III. Pero los hechos demuestran que eso es incorrecto. McCain puede referirse a decenas de temas, desde la tortura y el calentamiento global hasta el gasto público, en los que ha estado en desacuerdo con su partido.

Mientras tanto, en el bando republicano existe la convicción de que Obama es un encantador peso liviano. McCain lo critica diciendo que es ingenuo, pero le saldrá el tiro por la culata.

En este clima, un candidato no puede definir al rival, sino sólo a sí mismo. Cuando McCain ataca a Obama llamándolo ingenuo, todos los votantes advierten que McCain es un tipo amargado y negativo. El problema de McCain es que su partido es inepto para gobernar. Tal como han demostrado las investigaciones del encuestador republicano David Winston, cualquier política se torna menos popular en cuanto la gente sabe que los republicanos la apoyan.

Esta elección será asimétrica. Obama tiene que proporcionar un relato con el que los votantes puedan identificarse. McCain tiene que decir por qué representa una ruptura con Bush y un futuro atractivo. Ninguna de las campañas ha hecho esas cosas. No sé por qué están tan alegres.