Guerra contra la obesidad en Gran Bretaña

Por Graciela Iglesias

La imagen que se tiene de los británicos -flacos, parsimoniosos y con una taza de té en la mano- parece estar ya muy lejos de la realidad. Hoy en día se enfrentan al peligro de una "epidemia de gordura". Y el cuadro es tan alarmante que el gobierno lanzó esta semana un plan de batalla que incluye el dictado de clases de cocina para los chicos en las escuelas y, eventualmente, incentivos especiales para mantenerse en forma.

Alrededor de una cuarta parte de la población del Reino Unido sufre de sobrepeso y el porcentaje de niños obesos aumentó en más de 40% entre 1995 y 2004. De no ser revertida esta situación, para 2050 el 60% de los hombres, el 50% de las mujeres y un 25% de los niños padecerán "obesidad mórbida", un estado de salud con alta incidencia de casos de cáncer, enfermedades del corazón, hígado y diabetes.

Para evitar la catástrofe, los chicos de entre 11 y 14 años deberán asistir obligatoriamente a tres clases de cocina semanales. Un 85% de las escuelas comenzarán a dictar las clases en septiembre próximo y el resto hacia 2011.

La iniciativa oficial no busca convertir a los jóvenes británicos en grandes chefs, sino reducir los niveles de obesidad entre los adolescentes al hacerles entender los riesgos para la salud de los aditivos agregados a las comidas preparadas y las ventajas de comer productos frescos.

Al poner el acento en la educación, las autoridades británicas siguen la tendencia lanzada por varios programas de televisión, como el protagonizado por la cocinera Delia Smith, que dedicó una serie completa a explicar "cómo hervir un huevo", y por Jamie Oliver, el chef joven e informal que denunció la escasa calidad de la comida que les sirven a los chicos en el colegio. Oliver no dudó en poner dinero de su propio bolsillo para enseñar el abecé de comer sano tanto al personal como a los alumnos de varias escuelas.

La obesidad cuesta enormes cantidades de dinero tanto al sistema nacional de salud (NHS), que tiene que lidiar con las consecuencias, como a las empresas porque ocasiona enfermedades que generan un gran ausentismo.

Estrategias aplicables

Es por eso que el gobierno está tentado en tomar prestada una idea de la Asociación Británica del Corazón, la cual, bajo el plan " Well@Work " (Bien en el trabajo) da bonos salariales y tickets de descuento en shoppings y tiendas a aquel empleado que mantenga su peso óptimo o que pierda los que tiene de más.

"Los beneficios alcanzados son excelentes, pero antes de empezar a distribuir dinero como si fueran caramelos emprenderemos un programa piloto similar y, si funciona, entonces lo adoptaremos a nivel nacional", advirtió Johnson.

La estrategia gubernamental también prevé una inversión de 60 millones de dólares para convertir todo centro urbano en " healthy towns " (ciudades saludables) mediante el tendido de vías para ciclistas y otras medidas destinadas para evitar el sedentarismo.

El sector de la alimentación será, además, invitado a establecer un "código de práctica ética" para evitar transmitir publicidad de la llamada "comida basura" (alimentos ricos en grasas y azúcares) dirigida a los niños. De acuerdo con un reciente informe publicado por el matutino The Times , la cadena norteamericana de comida rápida McDonald s recibió en Gran Bretaña un total de 88 millones de visitas en 2007, 10 millones más que en el año anterior, lo que da un promedio de 28.000 nuevos clientes diarios.

"Esperar que la industria abandone voluntariamente las ventajas de las cuales goza es pecar de inocencia. El gobierno debería ser más firme en este terreno", criticó Richard Watts, coordinador de la Campaña para la Comida Infantil ( Children s Food Campaign ).

Expertos del Queen s Medical Center , en Nottingham, sugirieron gravar con un impuesto los alimentos con un alto contenido de grasas, azúcar y sal, una medida que al restarles incentivo económico permitiría salvar cada año más de 3000 vidas, al reducir el número de enfermedades cardiovasculares.

Esta propuesta tampoco ganó terreno entre los políticos. El gobierno, en cambio, se apresta a gastar 150 millones de dólares en campañas de divulgación masiva para animar a los británicos a que dejen de llevar a sus hijos a la escuela en auto y se sumen al esfuerzo de adoptar un estilo de vida saludable.

Esto puede ser crucial porque el gran dilema no consiste tanto en educar a los niños, como en persuadir a los padres. En una de las escuelas donde Jamie Oliver enseñó a los chicos a comer ensaladas, pastas y carnes asadas, se descubrió que un grupo de madres hizo un hueco en un paredón para "contrabandear" hamburguesas y papas fritas con sus hijos porque el chef los "mataba de hambre".

"El eje del problema es fácil de comprender: comemos mucho y no hacemos suficiente ejercicio. Pero la solución es mucho más compleja -destacó Johnson-. Tenemos que apuntar tanto a los jóvenes como a los padres, y a los maestros, porque la verdad es que tenemos varias generaciones de británicos que han perdido toda noción de cómo comer sano y de cómo mover su cuerpo."