Oporto: “Tiene que haber más horas de clases”


En su segunda gestión como director general de Educación y Cultura bonaerense, Mario Oporto considera que quedó atrás el período de crisis y que viene ahora una etapa de desarrollo. Y en ese contexto de mejoría económica del país, la escuela “es la que va a hacer sustentable el crecimiento en el largo plazo”.

El funcionario y profesor de Historia destacó que uno de sus desafíos, puertas adentro de la escuela, es “empezar a trabajar sobre la extensión horaria de las jornadas de clases”.

“Ir extendiendo las horas de clases es un objetivo que plantea la ley de educación nacional y es la única manera de prolongar la escolaridad, porque no podemos seguir discutiendo sobre 180, 182 o 184 días de clases”, dijo, al mencionar uno de los temas que pretende resolver en los próximos cuatro años.

En la provincia de Buenos Aires, al igual que en todo el país, la mayoría de los 3,5 millones de alumnos reciben unas 720 horas de clases, una cantidad bastante menor que la que se dicta en Estados Unidos (958), Holanda (950), Francia (936), Chile (878) y Brasil (800), entre otros países.

La nueva ley de educación nacional establece que las escuelas primarias serán de jornada extendida o completa, es decir, con una duración superior a las actuales cuatro horas de clase por día, que en muchos casos son menos.

Según Oporto, la escuela "no puede ser la compensadora de un sistema social injusto; debe ser la formadora de los hombres y mujeres para una nación que crezca".

Esta idea, la apuesta al diálogo y el trabajo conjunto con el gobierno nacional conforman el perfil que el gobernador Daniel Scioli pretende dar a todas las áreas de su gestión.

Oporto recibió a LA NACION en el despacho que ya había ocupado entre 2001 y 2005. En dicho período, consideró, se forjaron varios cambios que su sucesora, Adriana Puiggrós, concretó en los últimos dos años, cuando él se desempeñó en la Jefatura de Gabinete.

-¿Con qué se encuentra al regresar a la cartera educativa?

-Con un programa educativo claro, que es la nueva ley provincial de Educación. No vengo con afán de generar cambios sino de ejecutar aquellos que la comunidad bonaerense determinó a través de la ley. Mi programa es la ley provincial de Educación. El gobierno de Scioli (Daniel) pone énfasis en el tema productivo. Aquí juega un papel importante la escuela técnica, a la que el gobernador decidió equipar.

-¿En dichas escuelas la inversión debe ser desde cero?

-No. Desaparecieron casi, las redujeron a un polimodal que no daba cuenta de las necesidades. Pero no hay que empezar de cero. Además, hay una ley que fija presupuesto para equiparlas.

-¿Cómo podrá revertirse la deserción escolar?

-El país tuvo cuatro años de crecimiento continuo; ahora viene la segunda generación de ese modelo, que es trabajar en temas estratégicos como educación, cultura, ciencia y tecnología. De todas maneras, sigue habiendo núcleos duros de injusticia. Habrá que trabajar más profundamente. El gran desafío es la retención, y eso implica sólidos programas sociales para aquellos que tienen mayor dificultad en permanecer en la escuela. Y mucho apoyo pedagógico para aquellos que unen a la dificultad social el fracaso escolar.

-¿Qué otros objetivos se plantea?

-En primer lugar, quiero llegar a cumplir con la obligatoriedad de la escuela inicial, desde la sala de jardín de cuatro años, y del secundario. Hay una meta social: que los chicos lleguen desde temprano a la vía escolar como experiencia de aprendizaje. Otra prioridad es ir extendiendo las horas de clases. Hay que empezar a trabajar para ello.

-¿Existen los recursos necesarios?

-Hay que construir escuelas: edificios y servicios. Y hay que hacerlo en estos cuatro años. Según un relevamiento de los gremios docentes, existen problemas de infraestructura en 1375 establecimientos, 400 de los cuales son graves.

-¿Cómo van a resolverse las tardías soluciones que las escuelas reciben para sus edificios, pese a que, en muchos casos, los recursos económicos existen?

-Tiene que ser más eficiente el rol del Estado en ese sentido. Hay que descentralizar más para que la decisión esté más cerca del lugar donde ocurren los hechos. Hay que descentralizar fondos y no problemas; profesionalizar la institución y tener un gran sistema de control. El control no sólo para la transparencia y la honestidad en el manejo de los fondos, sino también para la eficiencia.


Dos años menos de clases que en Francia
Los chicos franceses asisten a la escuela 936 horas por año

En las recientes pruebas internacionales de evaluación, la Argentina compartió los últimos lugares con Brasil, Colombia, Qatar y Azerbaiján. En el tiempo dedicado al aprendizaje escolar, sus compañeros de ruta son Turquía, Eslovenia, Paraguay y El Salvador.

Muy lejos de Finlandia, Hong Kong y Corea, los tops en calidad educativa, y también de Francia y Holanda, cuyos alumnos, a lo largo de todo el trayecto escolar, tienen el tiempo equivalente a dos años más de clases que cualquier estudiante argentino, en igual cantidad de años.

Así lo reflejan datos de la Oficina Internacional de Educación de la Unesco (IBE, por sus siglas en inglés), que obtuvo LA NACION. En los nueve años de enseñanza básica, las escuelas argentinas ofrecen unas 720 horas de clase por año en la primaria y unas 900 anuales en el primer tramo del secundario.

En el mismo período (nueve años de escolaridad), los chicos pasan 8514 horas en las escuelas de Francia y 8267 en las de Holanda.

Más que un complejo problema matemático, la ecuación arroja un resultado más que evidente; la abismal diferencia en el tiempo de exposición de los alumnos al aprendizaje.

Si se toma como referencia el sexto grado, contrastan con las 720 horas de clase por año de la primaria argentina, los casos de Liechtenstein (1020), Estados Unidos (958), Francia (936), Portugal (930), Italia (917), Gran Bretaña (893), Chile (878), Austria (870), Holanda (850), Canadá (846), Alemania (816), México (800), Brasil (800) y España (788), entre otros.

Un vistazo al estudio de la Unesco permite advertir que la mayoría de los países aumenta progresivamente las horas de clase a medida que pasan los años. Por ejemplo, los chicos de Austria tienen 630 horas de clase en primer grado; 750, en tercero; 870, en quinto; 960, en sexto; 990, en octavo (primer año del secundario), y 1020, en segundo año. Es decir, a los 14 años dedican a la escuela el doble de tiempo que en primer grado.

En la Argentina, en cambio, el régimen es más estático: 720 horas por año, de primero a sexto grado, y 900 entre séptimo grado y segundo año del secundario.

Tienen más carga horaria en el secundario México (1167), España (1120), Irlanda (1080), Holanda (1067), Francia (1026) y Austria (1020), entre otros. Y los vecinos de Chile llegan a 965 horas de clase por año.

Pérdidas efectivas

El informe del IBE recoge datos de febrero de 2007 y se basa en el tiempo dedicado por cada país al aprendizaje. Por cierto, no toma en cuenta los casos de escuelas o distritos afectados por prolongadas huelgas docentes, lo que disminuye aún más el tiempo real de enseñanza que reciben los alumnos.

Como ya publicó LA NACION, unas 14 jurisdicciones no pudieron garantizar el mínimo de 180 días de clases previsto por ley. Los casos más significativos son Salta, Neuquén y Santa Cruz, donde se perdieron 32, 39 y 45 días de clase, respectivamente.

La necesidad de ampliar la jornada escolar es admitida por el propio ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, que durante la discusión de la ley de educación nacional propició la inclusión del artículo 28, que fija el compromiso de establecer en las escuelas primarias la "jornada extendida o completa".

Ello quiere decir pasar de las clásicas cuatro horas de clase a un mínimo de seis, como ya ocurre en muchos colegios privados. Además, hay varios casos, en zonas castigadas por la pobreza, donde las cuatro horas de clase incluyen el tiempo destinado al comedor y tareas de asistencia social, con lo cual el tiempo de aprendizaje efectivo es bastante menor.

Pero la educación también tiene paradojas. Finlandia, el mejor en calidad educativa, tiene 542 horas, en primer grado; 684, en sexto, y 855, en noveno (siempre menos que la Argentina). Y otros países (Benín, Mauritania, Marruecos y Egipto), que no aparecen en las evaluaciones internacionales y pocos apostarían a tener como modelos, tienen tanto tiempo escolar como los más desarrollados.



Por Ximena Linares Calvo, Mariano de Vedia y Pablo Morosi