Merkel trabaja en la relación con China

Desde su posición europea privilegiada en los intercambios comerciales con Pekín, la canciller alemana Angela Merkel mira a China con ojos desencantados. La tierra de las grandes oportunidades económicas representa en realidad un reto para los valores del sistema internacional. La defensa de los derechos humanos, la protección del medio ambiente y la responsabilidad global son algunas de las cuestiones que la Alemania dirigida por Merkel está tratando de introducir en el diálogo con China. La visita del Dalai Lama a comienzos de septiembre prueba el cambio de perspectiva de Berlín. Si esta nueva dirección recibiese el apoyo del resto de los países europeos, Alemania podría convertirse en la nación-guía de una política exterior europea.


El recibimiento del Dalai Lama y la irritación china

La visita privada del Dalai Lama en calidad de autoridad religiosa a Angela Merkel ha constituido una ofensa diplomática para China. En respuesta, se ha producido la anulación de la visita del ministro de las finanzas alemán Steinbrück y del ministro de medio ambiente Gabriel. Además, el programa cultural diseñado por ambos países no tendrá la repercusión prevista. El primer ministro chino Wen Jiabao ha pedido a la Canciller como forma de enmienda que considere el recibimiento dado al líder religioso como un error. Esta petición, sin embargo, no es ni conciliable ni realizable.

El Dalai Lama, la máxima autoridad religiosa del budismo, es considerado por el Gobierno chino como el máximo exponente del independentismo del Tibet, región que desde 1951 se encuentra ocupada por la República Popular China. Refugiado en India desde 1959 y galardonado con el premio Nobel de la paz en 1989, es una figura muy mal vista por las autoridades chinas que insisten en reforzar su presencia en la región tibetana. La última demostración de fuerza del Gobierno chino hacia el Tibet ha sido el intento de adjudicarse el derecho de investidura de los altos monjes tibetanos. Esta cuestión, aunque irritada en esta ocasión por la posición alemana, afecta a la diplomacia de la República Popular China desde hace tiempo; no en vano el Dalai Lama ha sido también recibido recientemente por los Gobiernos estadounidense, canadiense y austríaco. En cualquier caso, el recibimiento de dicha autoridad religiosa por parte de Merkel ha sido visto por los dirigentes chinos como un auténtico golpe bajo al que podrían seguir otros. La cuestión del Dalai Lama ha hecho visible un nuevo comportamiento de Alemania en las relaciones con su gran socio comercial. El comportamiento de Merkel parece perturbar las plácidas y cómodas relaciones económicas entre ambos países. Alemania está tratando de insertar en el diálogo con China algunos temas fundamentales como la defensa de los derechos humanos, la protección del medio ambiente o el respeto de la propiedad intelectual. Sobre todas estas cuestiones, sin embargo, China prefiere mantenerse en silencio.

Ampliando la perspectiva, la proximidad de las olimpiadas de Pekín 2008 juega un papel secundario en las relaciones chino-alemanas. Los juegos de agosto de 2008 están dirigiendo los focos de atención también sobre la política interna del país, que ahora es mucho más vulnerable de cara a la opinión pública internacional. Este es uno de los principales motivos por los que China está tratando de asegurarse la fidelidad incondicional de Estados Unidos y la UE y el apoyo de estas grandes potencias occidentales al principio de “una única China”, un principio que sirve tanto para Taiwan como para el Tibet.
Schröder y Merkel. El establecimiento de los intereses alemanes de cara a una China en ascenso

Las líneas de la política exterior alemana en dirección a China se encuentran en una fase dinámica y cambiante. El cambio de cancillería y el avance de China a nivel internacional se encuentran en la base de dicha transformación. Durante la cancillería de Schröder, el principal objetivo del líder alemán fue el de fomentar la aproximación entre ambos Estados para conseguir favorecer que las empresas alemanas alcanzasen una posición relevante en el mercado chino. Entre los actos políticos que trataron de fortalecer esta línea destaca el hecho de que el ex canciller alemán festejase el fin de año en Shangai en el año 2002 o que en el 2004 promoviese, junto con Chirac, la eliminación del embargo europeo de armas a China.

La canciller Merkel está tratando de construir una posición menos cómoda. El pasado 26 de octubre el grupo CDU/CSU presentó en Berlín un nuevo concepto estratégico en relación a Asia que lleva por nombre “China, una oportunidad y un reto para Alemania y Europa”. De forma sintética, establece que los temas a los que la agenda política alemana tiene que dar más importancia en referencia a China son la cuestión de los derechos humanos, la protección del medio ambiente y el respeto a la propiedad intelectual. Durante la visita que Angela Merkel realizó en mayo de 2006 se discutieron las ayudas al desarrollo destinadas a China. Pekín se ha convertido ya en un interlocutor clave para todas las potencias: posee la cantidad más grande de ahorros, es el segundo en emisión de carbón y defiende el yuan devaluado a pesar de las reclamaciones realizadas por los países occidentales. La influencia a escala mundial de China está cambiando y con ella la percepción que Alemania tiene del gigante asiático. Los intentos de reformular los intereses alemanes por parte de Angela Merkel responden, en consecuencia, a esta transformación estructural.

Entre 1997 y 2006 las exportaciones alemanas hacia China han aumentado de 5.800 millones de euros a 27.500 millones. También el valor de las exportaciones chinas ha aumentado, pasando de los 11.000 millones a los 48.800. Desde 1999, Alemania ha sido el principal inversor europeo en China, especialmente en el sector químico y automovilístico y las inversiones chinas en Alemania asciende a los 308.000 millones de euros. Estas cifras han convertido a Alemania en el principal socio de China. Sin embargo, China es cada vez más competitiva a nivel económico. Desde hace ya algunos años la prensa alemana está anunciando que China se encuentra apunto de adelantar a Alemania en materia de exportaciones. Aunque aún no se ha constatado dicho adelantamiento, es más que previsible. Mientras tanto, China exporta a Alemania mucho más de lo que importa, lo que está fomentando el déficit de la balanza comercial alemana respecto a China. China y Alemania compiten y seguirán compitiendo por definir las vías de distribución y el uso de los recursos energéticos. En el plano internacional, China es un interlocutor fundamental en cuestiones de ámbito regional. Además, es la portavoz de un modelo particular de Estado y de desarrollo que en numerosos aspectos difiere del modelo europeo. La posición mucho menos sumisa de Merkel hacia China trata de tener en cuenta qué es exactamente China hoy en día y, también, en qué se convertirá en un futuro próximo. En función de esta percepción está tratando de reformular su propia estrategia. La respuesta consecuente, de ser sostenida por el resto de los miembros de la UE, confirmaría a Alemania como el país-guía de una política exterior común y aumentaría su propio prestigio.
Los obstáculos

La afirmación de la posición alemana en Europa en la formulación de una política menos sumisa hacia China, una política que vaya más allá de la mejora del rendimiento comercial, no es tan inmediata como podría parecer. Desde el punto de vista de la política interna, la polémica entre la canciller Merkel y el ministro de exteriores Steinmeier que siguió a la visita del Dalai Lama, debilitó la posición alemana frente a la determinación china. El ministro de exteriores y desde hace poco también vice canciller, Frank-Walter Steinmeier, miembro del SPD y mano derecha del ex canciller Schröder, ha definido el comportamiento de Merkel como Schaufensterpolitik, es decir, como una actitud indiscreta y casi ingenua de inmiscuirse en los asuntos internos de un socio comercial. El presidente federal Horst Köhler, por su parte, ha defendido la decisión de Merkel. Sin embargo, en estos momentos, las diferencias en política exterior de la Canciller y del Ministro de Asuntos Exteriores podrían debilitar la credibilidad de este cambio de posición, antes incluso de que fuera afirmado internacionalmente.

Desde el punto de vista europeo, el éxito de la visita del presidente Sarkozy es interpretado por muchos alemanes como una ventaja relativa obtenida por parte de Francia a expensas de Berlín. Los veinte mil millones de euros en contratos acordados entre compañías chinas y francesas hacen ver de color de rosa las perspectivas de una asociación comercial entre ambos países. En Alemania, sin embargo, suscitan el temor de una posición desventajosa a la hora de competir como consecuencia del desarrollo de una política que opte por acomodarse y no interferir. Por su parte, China no cesa de especular sobre el escepticismo que rodea a las acciones de Merkel. Pekín está tratando de aprovechar una posible rivalidad entre Francia y Alemania. Aproximándose a la primera, intenta empujar a la segunda a ceder terreno en algunas de las cuestiones más desagradables. Por otro lado, una relación de amistad con Francia es especialmente cómoda, ya que el turno de presidencia europea gala coincide con las olimpiadas chinas. La maniobra asiática puede tener éxito en función de la coordinación que logren establecer ambos países entre sí.
Conclusiones

Frente a una China que ha adquirido un peso relevante sobre la escena internacional, Angela Merkel está probando una nueva estrategia en sus relaciones con Pekín que pueda ser apoyada también por el resto de los miembros de la Unión Europea. Este intento, sin embargo, se está viendo debilitado por la acción pragmática de Sarkozy y, por el momento, ha sido acogido con cierta cautela por parte de Europa. Esto no significa que la nueva línea germana no pueda obtener consenso a medio plazo. La capacidad de liderazgo que Alemania posee en Europa depende también de la voluntad de reconocimiento del resto de los países europeos y, ante todo, del consenso interno a la hora de seguir esta línea.