El límite político que la UE no logra borrar

SLUBICE, Polonia.- A la 0.01 de ayer, la frontera entre Polonia y Alemania, uno de los límites con mayor índice de violencia sobre la Tierra, fue abierta de par en par. Sin embargo, en su mayor parte, las barreras cayeron más con un susurro que con un estallido.

A lo largo de los 450 kilómetros de la frontera, lo más notable es la relativa indiferencia al cambio.

Durante varios siglos, Polonia fue el terreno de marcha de Europa, cuando no era desmembrada y borrada del mapa por alguna combinación de Alemania, Austria y Rusia. El reino de Polonia combatió a los caballeros teutónicos incluso desde tiempos que se remontan a la Edad Media, en tanto la ofensiva relámpago de Adolf Hitler, en septiembre de 1939, aún vive en las mentes de los ancianos y en la imaginación de los jóvenes.

Cuando el ejército de Hitler fue derrotado, millones de alemanes fueron obligados a salir de las ciudades principales que ahora están en territorio polaco, como Breslau, conocida actualmente como Wroclaw. Ciudades a lo largo de los ríos Neisse y Oder, que forman la mayor parte de la frontera, se convirtieron en poblados divididos como Francfort-Slubice o Goerlitz-Zgorzelec.

El hecho de que la pacífica desarticulación de puestos fronterizos sea una cuestión ceremonial, sin alboroto, rinde testimonio del discreto éxito del proyecto de integración europea, a menudo criticado. Sin embargo, la frontera política persiste, en tanto los resentimientos históricos acechan justo bajo la superficie. Comunidades a ambos lados de los ríos siguen estando separadas cultural y lingüísticamente.

"Tras la guerra, las ciudades se dieron la espalda mutuamente , dijo Ryszard Bodziacki, el alcalde de Slubice, en otra época parte de Francfort del Oder, la ciudad oriental de Alemania, que no debe confundirse con Francfort del Meno, en Occidente.

Bodziacki está trabajando con sus contrapartes al otro lado del Oder para reintegrar a ambas ciudades, sea a través de trabajo conjunto de las fuerzas policiales y brigadas de bomberos, o mediante el envío de niños polacos a escuelas alemanas.

Esa cooperación es más fácil a partir de ayer. Los controles fronterizos terminaron debido a que Polonia oficialmente se unió a la zona sin fronteras dentro de la Unión Europea (UE) conocida como el área Schengen.

Inquietud

El movimiento desde el este de la frontera en común ha provocado inquietud en Alemania, donde la policía ha protestado por lo que, asegura, será un aumento en la delincuencia.

Pero los polacos dicen que consideran la entrada de su país como prueba de que han logrado una base al mismo nivel de sus socios del Oeste.

"Esta frontera está bien protegida , dijo Andrzej Adamczyk, el subdirector de la oficina de administración fronteriza de la guardia en la frontera polaca, que destacó que funcionarios de la UE habían aprobado el trabajo de la guardia.

En Alemania, la cobertura noticiosa sobre la apertura de la frontera ha sido en su mayor parte acerca de los alemanes que instalan cortinas de metal, alambre de púas e incluso compran armas. Pero en conversaciones con residentes locales a lo largo del camino, todo parece indicar que los que favorecen una fortificación son una minoría.

"Es razonable permitir que la gente viva y viaje libremente , dijo Christian Pfeiffer, de 30 años de edad, psicólogo que estaba en un mercado navideño en el poblado alemán de Goerlitz.

Incluso antes de estos tiempos, la frontera tan sólo era una molestia menor, cruzada con facilidad por alemanes y polacos en busca de nafta o cigarrillos más baratos, o para ir a trabajar. En la mayoría de los casos, los ciudadanos de la UE han pasado a través de los retenes con poco más que mostrar una credencial de identidad, sin necesidad de pasaporte.

"Yo creo que es algo positivo", dijo Monika Kraska, de 22 años, quien trabaja como estilista en Slubice. "Ya no habrá largas filas." Clientas alemanas visitan el diminuto salón de belleza donde ella trabaja ofreciendo cortes a bajo precio.

El notable ausente en la discusión es el temor a que los polacos crucen la frontera en grandes cantidades para quedarse con empleos alemanes. Eso no es mera coincidencia. Cuando Polonia se unió a la UE en 2004, Alemania dejó considerables obstáculos legales en su sitio para impedir que sus vecinos trabajaran allí.

Más bien, muchos trabajadores polacos, ambiciosos y con alta movilidad, se mudaron a partes más acogedoras de Europa occidental -en particular, a Gran Bretaña e Irlanda-, donde les han dado el reconocimiento por impulsar el crecimiento económico.

Por Nicholas Kulish
De The New York Times