La lista de Lousteau

El designado ministro de Economía, Martín Lousteau, tiene en mente un plan económico que implica varios cambios respecto de lo hecho por el gobierno de Néstor Kirchner.

Entre las medidas que considera necesarias figura una oferta a los bonistas que rechazaron el canje de deuda, con una propuesta de canjear títulos por inversiones en la economía real y el establecimiento de un tipo de cambio “real y competitivo”, pero no fijo, que podría atarse a una canasta de monedas.

También cree que el país debe crecer a una tasa anual del 6%, bastante más baja que el 8,5 o el 9% que la administración actual buscó sostener con el impulso de la demanda interna, aun a riesgo de fogonear la inflación.

Los lineamientos de la política económica que aplicaría Lousteau están mencionados en un escrito que el economista le hizo llegar a la presidenta electa, Cristina Fernández de Kirchner, días antes de que se difundiera la integración del nuevo gabinete.

Las medidas son, en general, bien vistas por economistas consultados por La Nacion, que, de todas formas, mantienen dudas respecto de cómo se instrumentarán aquellas que permitan alentar mayores niveles de inversión (ver aparte). La meta del designado funcionario es elevar la tasa del 21% del producto bruto interno (PBI) al 25 por ciento.

La cifra de crecimiento del 6% es la misma que proponía el referente económico de la Coalición Cívica liderada por Elisa Carrió, Alfonso Prat-Gay, quien presidía el Banco Central (2002-2004) con Lousteau como asesor. Por decir que no se puede seguir creciendo al 9% y recomendar un 6%, el presidente Kirchner había acusado a la oposición de querer enfriar la economía. Desde el Gobierno, de hecho, se impulsaron varias medidas para alentar la demanda de bienes y servicios y, por tanto, evitar una caída en las tasas de expansión.

Lousteau se propone bajar el desempleo, actualmente en el 8,5%, a un nivel "friccional", es decir, lograr que el bloque de desocupados quede sólo integrado por personas que se encontrarían transitoriamente sin trabajo. No habría desempleo estructural.

La pobreza, desea el futuro ministro, bajaría del actual 16,3% de los hogares -según indica la cuestionada estadística oficial- a sólo el 5%, en 2011. La desigualdad en la distribución del ingreso apenas descendería en ese período, según el plan, de un coeficiente de Gini de 0,48 (siendo 1 lo más inequitativo y 0 lo más parejo) a 0,44, el nivel actual de Uruguay. El índice de Australia, el país que Lousteau propone tomar como referencia, es del 0,35.

La aspiración del futuro ministro es una inflación menor al 10% anual. En la actualidad, el alza de precios, según los consultores privados, supera ampliamente ese nivel. Son varias las propuestas que formula el escrito preparado por Lousteau, para alcanzar la inversión que permita sostener el crecimiento:



Incrementar el superávit fiscal para financiar la inversión privada, en lo que constituye un guiño a la banca de desarrollo, aunque no necesariamente habría un banco de desarrollo.



Usar el mercado de capitales para financiar la inversión. Es un tema que se ha planteado con insistencia, aunque inversores institucionales como las administradoras de fondos previsionales plantean una y otra vez que no existen instrumentos adecuados.



Negociar la deuda impaga con los bonistas que rechazaron el canje de deuda que el Gobierno ofreció dos años atrás para salir del default . La gestión de Kirchner se negó a ofrecer una solución a estos acreedores y ahora, la propuesta de Lousteau es abrir un canje de títulos por inversión real, como ya se hizo en la Argentina en los años ochenta y así fue como se levantó el actual hotel Four Seasons.


Por ejemplo: si los bonos impagos cotizan ahora a US$ 15 por cada 100 nominales, el Gobierno ofrecería canjearlos por 25 en una inversión productiva o de infraestructura. Tal vez, los bonistas no quieran participar en esos negocios, pero podrían vender sus bonos a un mejor precio que el actual.


Acordar el pago de la deuda con el Club de París, un grupo de 19 países acreedores. En este caso, el actual Gobierno sí manifestó su voluntad de negociar, aunque se niega a aceptar cualquier condicionamiento del Fondo Monetario Internacional (FMI).



Tener un tipo de cambio competitivo y sostenido en el mediano plazo, no fijo, que contribuya al fortalecimiento de las cuentas externas (superávit comercial) y al trabajo. Para lograr el objetivo "debe atarse a una canasta de monedas y no a los altibajos del dólar".



Asegurar un suministro sostenido de energía, con eficiencia en el consumo y con un impuesto a los sectores que generen más emisiones de dióxido de carbono (aquellas que aceleran el calentamiento global). En este tema, no habría grandes cambios con respecto a la actual política de no actuar sobre los precios.



Crecer en el conjunto de los sectores productivos.



Contar con un Estado eficaz, transparente y honesto.



Eliminar la pobreza con un subsidio que obligue a los beneficiarios a enviar a sus hijos a la escuela.



Abordar el problema de la inflación de manera integral, lo que incluye una mejor construcción del índice que mide su nivel, y que actualmente se encuentra cuestionado por economistas, incluso oficialistas.


Las propuestas fueron enviadas por Lousteau, mientras estaba de viaje por la India, antes de su designación, y el gobernador bonaerense, Felipe Solá, presentó un resumen en la Conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA) sin develar el nombre de su autor.