Tan preocupante como el cambio climático es la falta de previsión


El invierno que acaba de terminar en el hemisferio sur hizo historia en los registros meteorológicos argentinos: después de 89 años, volvió a nevar en Buenos Aires. Pero aunque ese día los termómetros parecieron desmentirlo, los estudios realizados por investigadores del sistema científico local casi no dejan dudas: tras las variaciones fortuitas, se observa claramente la misma tendencia al aumento de las temperaturas que está alterando los sistemas naturales en todo el planeta.

El diagnóstico no es tranquilizador: retroceso de los hielos continentales, disminución de las lluvias en las zonas cercanas a la cordillera de los Andes y aumento en la pampa húmeda e intensidad y frecuencia crecientes de eventos meteorológicos extremos son algunas de las manifestaciones asociadas con el cambio en la dinámica de los ecosistemas que se asocia con el aumento en los promedios de temperaturas.

Los trastornos del termómetro no son inocuos. Más de 40 glaciares patagónicos están en retroceso. Uno de ellos es el glaciar Frías, del monte Tronador, en el Parque Nacional Nahuel Huapi. Alcanzó su máxima extensión de los últimos 2000 años entre 1640 y 1660, durante una época fría que se conoce como Pequeña Edad del Hielo. Desde ese momento hasta 1850, aproximadamente, retrocedió a una velocidad de 2,5 metros por año. Pero desde que comenzó el calentamiento, la velocidad de retroceso aumentó notablemente: retrocedió siete metros anuales entre 1850 y 1900, 10 metros por año entre 1910 y 1940, y 36, entre 1976 y 1986, según constató el Departamento de Glaciología del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla).

Por otro lado, las regiones de Chile y la Argentina próximas a la Cordillera están sufriendo una disminución de las lluvias: "[En esas zonas] se está perdiendo precipitación muy marcadamente", subraya Núñez. Se calcula que el lado chileno perdió alrededor de 200 mm anuales de lluvia, y el centro y el oeste de la Argentina, hasta un 50% del caudal de precipitaciones en el último siglo.

Estudios dirigidos por el doctor Ricardo Villalba, director del Ianigla, muestran que el calentamiento de la Patagonia fue absolutamente inusual durante el siglo XX y en especial desde mediados de la década del 70. Una reconstrucción de las temperaturas de los últimos cuatro siglos a partir de los anillos de crecimiento de la lenga ( Nothofagus pumilio ) muestra que nunca en ese período las temperaturas a lo largo de los Andes del Sur alcanzaron los niveles actuales.

Sin embargo, en el centro y en el norte del país la situación es diametralmente opuesta: como ocurre en gran parte de la región sudeste del continente, en el mismo período, especialmente en los últimos treinta a cuarenta años, las precipitaciones se incrementaron un 23%. Llueve más cantidad, pero no más días, las precipitaciones son más intensas y los fenómenos más intensos son más frecuentes.
Para mitigar o prevenir los efectos del cambio climático, recientemente la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente hizo conocer un documento que insta al Gobierno a reunir información sobre las variables geofísicas, biológicas, sociales y económicas que lleven a un manejo seguro y confiable del medio ambiente y pide que se realice un inventario de recursos naturales en el país. Tan preocupante como el cambio climático es la falta de previsión. Hay que actuar ya