Malas Palabras


El escritor y humorista gráfico Roberto Fontanarrosa propuso "una amnistía" para las "malas palabras", pidió cuidar de ellas e integrarlas al lenguaje y consideró que "las vamos a necesitar".
Al intervenir en el III Congreso Internacional de la Lengua Española, Fontanarrosa explicó: "Este es un ámbito más que apropiado para plantearse ¿por qué son malas palabras? ¿Le pegan a las otras palabras? ¿Son de mala calidad, y cuando uno las pronuncia se deterioran? ¿Quién las define como malas palabras?".




"¿Por qué son malas las malas palabras? ¿Son malas porque les pegan a las otras? ¿Son de mala calidad, y cuando uno las pronuncia se deterioran? ¿Quién las define como malas palabras?", se preguntó Roberto Fontanarrosa, entre las risas incontenibles del público y los rostros serios de algunos de sus compañeros de panel. "Tal vez sean como esos villanos de la televisión, que al principio eran buenos pero a los que la sociedad hizo malos", agregó.

El propio panel en que se encontraba fue un tema de humor. "Es tan polémica esta mesa que es la única a la que le han asignado un escribano" dijo Fontanarrosa, en alusión al moderador. También cronometró su intervención, en una parodia de la forma en que Federico Reyes Heroles, quien le antecedió, midió los diez minutos exactos que se permitían a los expositores: "ha impuesto un estilo", bromeó.

Las malas palabras "son más saludables, más fuertes", "brindan otros matices" y constituyen "una familia marginal" del lenguaje, afirmó Fontanarrosa. Después de recordar que también se las trata de palabrotas, asoció este término con las "carotas" de las películas de Federico Fellini y concluyó que reflejan una mayor expresividad. "No es que haga una defensa incondicional y quijotesca, algunas me gustan, otras no. Hay malas palabras que son irremplazables por su sonoridad, su fuerza y su contextura física. No es lo mismo decir que una persona es tonta o que es zonza que decir que es pelotuda", ejemplificó.

A continuación, parodió el análisis lingüístico: "El secreto de la fuerza (de la palabra pelotudo) está en la letra t: anoten, las maestras". También se preguntó si el Diccionario de Dudas abordaría esa cuestión.

"Hay una palabra maravillosa que en otros países está exenta de culpa, que es la palabra carajo. Están las islas Carajo, en el Caribe, y el carajillo, en español. La palabra mierda es irremplazable", opinó Fontanarrosa y a continuación advirtió sobre "la triste función" de los puntos suspensivos que suelen censurar la inscripción de ese término en los diarios.

Fontanarrosa apeló a su memoria familiar, al recordar que "en ningún momento se impuso eso de eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca". "Cuando mis primos venían a mi casa me decían vamos a jugar al tío Berto (personaje al que evoca en un cuento de su libro "La mesa de los galanes"): se escondían en una habitación y puteaban. Fíjense lo que lograba que no hubiera televisión", contó. "Mi viejo era lo que se llamaba un mal hablado, un bocasucia, expresión antigua que se sigue empleando. Habrá que ver qué dice este Congreso", dijo y provocó más risas.

"Atendiendo a las condiciones terapéuticas pido una amnistía para las malas palabras. Vivamos una Navidad sin malas palabras, integrémoslas al lenguaje y cuidemos de ellas, porque las vamos a necesitar", concluyó Fontanarrosa.